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martes, 31 de marzo de 2009

Maderas Viejos, Madera No. 4, FER, 19 de abril de 1973




NOTA DE LA REDACCION:

El artículo que a continuación publicamos, firmado por el FER, hace un análisis de fondo de las implicaciones económicas y políticas en torno al problema de la reducción de la jornada de trabajo, la lucha por la reducción de la misma y el desarrollo de la lucha revolucionaria del proletariado. Por la importancia que tales problemas revisten para el movimiento revolucionario, y por las aportaciones que el mismo artículo proporciona para la formación política de los militantes y elementos avanzados, hemos considerado necesaria su publicación en Madera.

El material requiere de estudio y discusión. Se le debe considerar como un instrumento que puede contribuir a la formación de los militantes y de manera particular a aquellos cuya actividad fundamental se desarrolla en torno al movimiento obrero fabril.

Pero sobre todo, se le debe considerar como un material que proporciona un buen conjunto de de aportaciones para el desarrollo de la actividad de agitación, en el movimiento obrero. Es tarea central de los militantes revolucionarios, de las brigadas y los comités, intensificar la agitación y propaganda socialista en el seno del movimiento obrero. Y de manera particular en todas y cada una de sus manifestaciones de descontento en todas y cada una de las movilizaciones de la clase, en relación a todos y cada uno de los acontecimientos de la vida política que nos permitan difundir las concepciones marxistas sobre el desarrollo de la lucha de clases.

La necesidad de intensificar por todos los medios posibles la agitación y propaganda en el seno del movimiento obrero fabril, tiene que estar presente en la discusión y estudio del presente documento. El retraso en la actividad de educación política, es uno de los problemas a resolver en el actual período.


¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, UNIOS!
LIGA COMUNISTA 23 DE SEPTIEMBRE.


AL PROLETARIADO INDUSTRIAL


A TODOS LOS TRABAJADORES ASALARIADOS SOBRE LA REDUCCIÓN EN LA JORNADA DE TRABAJAO Y EL DESARROLLO DEL PROLETARIADO COMO CLASE INDEPENDIENTE, UNIDA Y REVOLUCIONARIA.

En estos momentos, uno de los problemas que atrae la atención de amplios sectores de la clase trabajadora y de la burguesía, es el que se refiere a la duración de la jornada de trabajo. La posición que estas clases adopten frente a esto, puede tener una cierta influencia en el curso inmediato que tome el desarrollo de la lucha de clases en el país. La reducción en la jornada de trabajo se encuentra presente en el campo de batalla como una demanda que intenta imponerse a la burguesía.

La clase capitalista, ni tarda ni perezosa, ha venido manifestando su oposición absoluta y radical para aceptar una jornada semanal de 40 horas. A través de alguna de sus organizaciones (CANACOs, CONCAMINes, etc.) y de sus representantes, han hecho públicas una serie de torpes argumentos en su interesado afán por justificar ante “la opinión pública” su rechazo para que esta demanda sea satisfecha. Desde el esgrimir “razones” de tipo, económico como la de que “en un país subdesarrollado como el nuestro, de escasa productividad, esto provocaría una inflación desmesurada que desquiciaría la economía del país”, hasta manifestar sus cínicas posiciones pretendidamente altruistas, en las que intentan postularse como verdaderos paladines y defensores auténticos de los intereses de las capas más pobres de la población, aduciendo que tal medida: “beneficiaría únicamente a una reducida capa minoritaria y privilegiada como son los trabajadores sindicalizados, pero que perjudicaría el nivel de vida de los sectores más empobrecidos y mayoritarios de la sociedad”. Por su parte, el Estado burgués, a través de Echeverría, asume su verdadero y obligado papel de eficiente defensor de los intereses burgueses, al intentar mediatizar e impedir la movilización del proletariado por medios burocráticos dejando la decisión formal en manos de la burguesía, estableciendo para ello una Comisión Nacional “Tripartita”, organismo que “en base a un análisis concienzudo determinará lo que más convenga a la nación”, es decir, a los capitalistas. El mismo Fidel Velásquez que en un principio se manifestó insolente y amenazador frente a sus hermanos burgueses, rápidamente se ha subordinado a la clase que pertenece, planteando el problema desde el principio en términos puramente formales y jurídicos, dizque buscando la implantación de una jornada legal de 40 horas a la semana, cuando toda la clase trabajadora sabe perfectamente que la misma jornada legal de 48 horas, no se hace efectiva en muchas ramas de la producción actualmente, como no se hace efectivo el salario mínimo legal, ni todo el conjunto de normas jurídicas (derecho a la huelga garantías individuales, etc.) cuando su cumplimiento implica afectar los intereses de la burguesía. No podría esperarse que esto fuera de otra manera en el régimen capitalista de explotación que actualmente padece la clase trabajadora.

¿Cual es el significado objetivo de la reducción en la jornada de trabajo con respecto a las relaciones de producción, que intereses de clase se encuentran detrás de ella? Cómo se ubica este en la fase actual del desarrollo del capitalismo y con respecto a la crisis económica que en estos momentos enfrenta el sistema? ¿Cuáles son las posibilidades y la perspectiva de lucha que corresponde a los intereses del proletariado, y las tareas políticas que necesita llevar a cabo para su desarrollo como clase revolucionaria?

Son estas preguntas las que se intentan responder en el presente escrito que sometemos a la clase trabajadora para su discusión política, esperando como producto inmediato de la misma, la actividad revolucionaria conjunta y organizada.


1. – LA JORNADA DE TRABAJO Y LAS RELACIONES BURGUESAS DE PRODUCCIÓN.

Todo proceso de producción tiene como resultado una cantidad determinada de producto. Pero el proceso de producción capitalista tiene además como resultado, una determinada cantidad de valor que es inseparable del producto, con la característica que la cantidad de valor que resulta es mayor que la cantidad de valor que el capitalista tenía al iniciar el proceso de producción. O sea que, el capital se valoriza en el proceso de producción, se genera un valor mayor que el inicial.

Haciendo a un lado el valor de los medios de producción utilizados en el proceso de producción (el que corresponde al desgaste de la maquinaria, instrumentos de trabajo y materias primas) y que es un valor que ya existía al iniciarse el proceso de producción y que solo es transmitido al producto por la fuerza de trabajo puesta en acción queda como remanente un nuevo valor que es creado, producido por la fuerza de trabajo. De este nuevo valor generado por la clase trabajadora únicamente una parte regresa a ella en forma de salario y que consiste en lo estrictamente necesario para que la clase trabajadora se reproduzca, subsista en condiciones tales que le permitan seguir produciendo más valor. La otra parte del nuevo valor no regresa a la fuerza de trabajo sino que es apropiada por la clase capitalista, constituyéndose tal apropiación en un verdadero robo. Es la plusvalía que se apropia la burguesía sin trabajar, únicamente por que tiene el monopolio de los medios de producción, y es de esta plusvalía donde obtiene lo necesario para poder vivir con lujos y comodidades, y de donde saca para poder seguir acumulando capital en una escala creciente.

Esto significa que de la jornada de trabajo, el proletariado trabaja para sí tan solo una parte de la jornada siendo este tiempo el trabajo necesario; el resto de la jornada la clase trabajadora ya no trabaja para sí, sino para el capitalista, para producirle plusvalía sin recibir nada a cambio, es por lo tanto, un trabajo excedente. El tiempo de trabajo necesario más el tiempo de trabajo excedente forman la jornada de trabajo.

La jornada de trabajo puede aumentarse o reducirse dentro de ciertos límites. El límite superior está determinado por las 24 horas del día (no puede haber una jornada superior a esto) y más restringida por el tiempo que necesariamente la fuerza de trabajo tiene que emplear en alimentarse y descansar. El límite inferior de la jornada tiene que ser mayor que el tiempo de trabajo necesario pues es la única manera en que la burguesía accedería a llevar a cabo el proceso de producción capitalista. Las implicaciones y consecuencias de que la jornada de trabajo sea más o menos larga, más o menos corta, son diferentes, completamente opuestas según se vea de acuerdo a los intereses del proletariado o de la burguesía.

El que la jornada de trabajo sea más larga, no afecta fundamentalmente ni de manera inmediata la parte del valor que va a parar a manos del proletariado, no cambia los salarios ni el trabajo necesario, ya que este se encuentra determinado por el valor de los medios de consumo necesarios para producir y reproducir a la clase trabajadora y a su familia y no por la extensión de la jornada de trabajo. Sí le perjudica pues trabajando un mayor número de horas se le pagaría igual que cuando trabajaba menos, además de que, con la jornada más larga, sus esfuerzos y desgaste físico son mayores, se agota más y le queda menos tiempo para desarrollarse en otros aspectos (cultural, recreativo, político). A la inversa, una jornada de trabajo más corta beneficia directamente al proletariado en su conjunto.

Por el contrario la burguesía se beneficia de una jornada de trabajo más larga, ya que esta equivale a que el trabajo excedente sea mayor, o sea que la clase trabajadora dedique más tiempo en trabajar gratis para la burguesía, produciendo de esta manera una cantidad mayor de plusvalía que se apropiaría la clase capitalista y por eso la burguesía esta permanentemente interesada en aumentar la jornada de trabajo utilizando para esto miles de subterfugios como no respetando la jornada legal, estableciendo varios turnos, con las horas extras, etc.

Sin embargo existen una serie de condiciones que determinan el que en algunos casos particulares la burguesía no pueda o no esté muy interesada en incrementar permanentemente la jornada de trabajo. La burguesía no puede hacerlo en aquellos sectores en que el desarrollo político y la organización del proletariado está más avanzada pues éste se encarga de impedirlo. La burguesía no está muy interesada en hacerlo con aquellos sectores de la clase trabajadora cuya fuerza de trabajo posee una capacidad, habilidad y preparación por encima de la media y en ellas las posibilidades de sustituir ésta fuerza de trabajo son menores. Esto es así pues si la jornada de trabajo es muy larga y fatigosa en estos casos esto hace que el rendimiento no sea el mejor y fundamentalmente porque una jornada larga desgastaría más aceleradamente ésta fuerza de trabajo y dado que el costo tiempo de producción es más grande, tendría mayores obstáculos para sustituirla rápidamente. Esto explica porque la jornada de trabajo es más corta y tiene mayores condiciones con aquella fuerza de trabajo que requiere de una mayor preparación, con la fuerza de trabajo compleja que relativamente es más difícil su sustitución. Esto también explica porque la jornada de trabajo real es relativamente más larga en aquellas actividades y sectores donde la fuerza de trabajo empleada es simple, no calificada y donde el ejército industrial de reserva es muy grande, es decir, donde existe una gran cantidad de trabajadores subocupados que se pueden sustituir rápidamente y con salario por debajo del mínimo a ésta fuera de trabajo simple. Tal es el caso en la industria de la construcción, en algunos casos del transporte, en la mayoría de las actividades agrícolas, etc.

Por otra parte, existe una serie de actividades en las que la burguesía no está muy interesada en jornadas de trabajo largas y en las que se acepta sin mucha oposición o incluso promueve su reducción, Esto se presenta en aquellas actividades no productivas, es decir actividades que si bien son necesarias para el proceso de circulación del capital, éstas actividades no valorizan el capital, no producen plusvalía, pues no hay un proceso de producción real sino que son actividades que hacen posible la circulación, administración y vigilancia de la producción que son políticamente necesarias para la burguesía. Este es el caso de las actividades comerciales y financieras principalmente, y el caso de todas las actividades burocráticas del Estado. Esto explica porque el Estado por medio de Echeverría puede sin grandes problemas reducir la jornada en todas las dependencias gubernamentales ya que éstas no afectan directamente la producción de plusvalía que es el motor de la producción capitalista.

Con respecto a la reducción de la jornada de trabajo, existen ideas muy confusas y equivocadas en algunos sectores del proletariado. Esto se manifiesta en expresiones como la siguiente: “lo que debe promoverse no es que reduzcan, sino que aumenten las horas de trabajo pues de ésta manera tendremos mayores ingresos y menos desocupación”. Sin bien es cierto que en determinadas condiciones aumentar las horas de trabajo de manera individual y particular puede traer cierta mejora inmediata en las condiciones de vida de algunos trabajadores, es necesario señalar que estas cosas no tienen nada que ver con la reducción general de la jornada de trabajo general para la clase trabajadora sino de que la burguesía aumente la parte de su capital que destina para contratar fuerza de trabajo en relación con la que utiliza para comprar medios de producción es decir que aumenta el capital variable en relación al capital constante y esto sí puede beneficiar de manera inmediata a algunos trabajadores de lo que se trata en estos casos es que la burguesía emplee mayor cantidad de obreros o mayor cantidad de tiempo a los que ya tiene empleados y de lo que se trata en estos casos es que la burguesía emplee mayor cantidad de obreros o mayor cantidad de tiempo a los que ya tiene empleados y les pague más por ese mayor tiempo, cosa que no sucede con la extensión de la jornada de trabajo en general. Que esto es así se ve claramente en el hecho de que precisamente una reducción real de la jornada de trabajo en todos los sectores productivos, crearía las condiciones objetivas, que presionarían y harían que la burguesía empleara una mayor cantidad de fuerza de trabajo para con su explotación recuperar la plusvalía que perdería con la reducción de la jornada, aunque esto no se da necesariamente ya que otra de las alternativas que intentaría implementar sería la de intensificar el trabajo de los que ya se encuentran contratados, hacer que estos trabajen con mayor rapidez e intensificación. Por otra parte cabe anotar que esos “deseos espontáneos” de trabajar mayor número de horas de algunos sectores de la clase trabajadora, no es sino el producto de la situación de miseria y pauperización creciente a que somete el capital a extensos sectores del proletariado, estado que es favorable para los capitalistas ya que de esta manera puede acomodarlos y desplazarlos con gran facilidad hacia aquellas regiones a ramas industriales donde los requiera para su explotación.

Resumiendo, una jornada de trabajo más larga conduce a la mayor explotación del proletariado, a su mayor y más acelerado desgaste físico y llevarlo a la larga a la extenuación, embrutecimiento y muerte prematuras. Por otro lado conduce al mayor enriquecimiento de la burguesía a costa de la clase trabajadora. Los efectos contrarios se presentan en el caso de una reducción en la jornada de trabajo. Esta es la verdadera causa y razón de que la burguesía sostenga una oposición radical para la reducción real de la jornada de trabajo. Resulta claro que esta no tiene nada que ver con una “preocupación por la nación”, “por su desarrollo económico”, ni demás mamadas que se le asemejen. Torpes e ingenuos resultan los “argumentos” burgueses; la productividad de ninguna manera puede verse afectada por la reducción de la jornada ya que la cantidad de trabajo socialmente necesaria para producir cada una de las mercancías es exactamente la misma al cambiar la jornada de trabajo, la productividad depende de las condiciones técnicas en que se encuentre la fuerza de trabajo, de la calidad de los medios de producción y de la organización social del trabajo. La producción total tampoco tiene porqué disminuir ya que, como señalamos anteriormente, queda la alternativa de emplear una cantidad mayor de fuerza de trabajo, o sea que la burguesía incremente su capital variable, la parte destinada a los salarios. Esto sí podría tener una repercusión negativa sobre la burguesía reduciéndole la cantidad de plusvalía que se apropia y el grado de explotación de la fuerza de trabajo, es decir, la relación entre trabajo excedente y trabajo necesario, pero queda claro que esto ya es otro cantar que nada tiene que ver con la producción total o con el tamaño de la riqueza generada.

El régimen de producción capitalista es un régimen de dominación y explotación de la burguesía sobre el proletariado que permanecerá mientras subsistan las relaciones de producción capitalistas sobre los que descansa, la burguesía progresa, se desarrolla y enriquece a costa de la explotación, miseria y esfuerzos de la clase trabajadora. Los intereses de estas dos clases son contradictorias y antagónicas, realidad que le manifiesta constante y permanentemente en todos los aspectos fundamentales (económico político o ideológico) de la vida social, Este mismo antagonismo se presenta de manera particular en el problema de la jornada de trabajo.


2. – FORMAS FUNDAMENTALES DE EXPLOTACIÓN DEL PROLETARIADO EN LA FASE ACTUAL DE DESARROLLO DEL CAPITALISMO EN MÉXICO.

En la medida que la extracción y el incremento de la plusvalía a través de la extensión de la jornada de trabajo (plusvalía absoluta), tiene límites objetivos, ya señalados anteriormente, que imposibilitan que la jornada de trabajo pueda extenderse indefinidamente, y en la medida en que el proletariado desarrolla su poder de clase para oponerse frente a la burguesía a que le aumenten la jornada, en esa medida se va imponiendo sobre la clase capitalista la necesidad imperiosa de desarrollar nuevas formas de incrementar su plusvalía, so pena de quedarse estancada y ser liquidada como tal. La manera en que lo va logrando es mediante el aprovechamiento y promoción del desarrollo de las fuerzas productivas al aplicarlas permanentemente al proceso de producción, al aprovecharse de todo el desarrollo científico y tecnológico alcanzado por la sociedad en su aplicación a los medios de producción y en la organización social del trabajo. Todo este conjunto de mejoras, de transformación incesante de las condiciones reales del proceso de trabajo trae como consecuencia principal un incremento de la productividad, un aumento de la productividad de la fuerza de trabajo que en una cantidad menor de tiempo de trabajo puede producir una cantidad mayor de mercancías. Sin embargo, esto de por sí no trae consigo un incremento de la plusvalía, no aumenta la cuota de plusvalía pues no cambia la relación existente entre trabajo excedente y trabajo necesario. Para que esta relación cambie favorablemente a la burguesía y aumente el grado de explotación del proletariado es necesario que el incremento en la productividad incida de manera directa en aquellas ramas industriales que producen los medios de consumo de la clase trabajadora, trayendo con esto una disminución en el valor de cada una de estas mercancías, es decir, disminuyendo el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. Esto directamente es una disminución en el valor de la fuerza de trabajo, una disminución del trabajo necesario y entonces si existe un incremento en la cuota de plusvalía, existe un incremento de la plusvalía.

Esto es precisamente lo que explica porqué la burguesía tiene que estar transformando, constantemente el proceso de trabajo, para qué tiene que estar liquidando permanentemente las formas artesanales y manufactureras de producción y adoptando formas superiores, aquellas determinadas por la gran Industria y la producción en gran escala. A medida que avanza el desarrollo del capitalismo en México y en la medida en que la Gran Industria es ya la forma dominante de producción, en ese grado esta forma de incrementar la plusvalía (plusvalía relativa) se va constituyendo en forma fundamental.

Sin embargo, lo anterior de ninguna manera significa que los capitalistas ya no incrementen la plusvalía aumentando la jornada de trabajo, no significa que esta forma desaparezca o ya no se desarrolle ni mucho menos. Es sobre la base de esta forma de incrementar la plusvalía como se desarrolla la plusvalía relativa y el desarrollo de ésta trae consigo el desarrollo y la profundización de la primera mediante los procesos cada vez más complejos, mediante los métodos de tiempos y movimientos, varios turnos, horas extras, intensificación de la vigilancia, la subsistencia en muchas ramas de la producción de jornadas largas de trabajo, etc.


3. – LA CRISIS ECONÓMICA, SU CARÁCTER DE CLASE Y LA REDUCCIÓN EN LA JORNADA DE TRABAJO.

La crisis por la que actualmente atraviesa el desarrollo del capitalismo en México tiende cada vez con mayor fuerza a generalizarse, agudizarse y manifestarse con mayor intensidad. La negación de su existencia manifestada abiertamente por algunos sectores de la burguesía aparece más bien como la expresión de sus deseos y de su temor, de lo que ellos quisieran y del pavor que tienen frente al ascenso revolucionario del proletariado, quieren decirle que se calme, que todo se resolverá, que por favor no desate su furia contra todo el régimen capitalista de explotación. Pero otro muy distinto es y será el comportamiento del proletariado. Es así pues como negar la existencia de la crisis constituyen más bien nobles intenciones de la burguesía para consigo misma que una exposición del desarrollo real de la situación. Los esfuerzos que otros sectores de la burguesía y sus sicofantes “economistas” intelectualoides por velar el contenido objetivo de la crisis bautizándola con un mismo término (atonía), no reflejan sino los intentos verdaderamente torpes y caricaturescos por ocultar y oscurecer frente a sus amos la verdaderas implicaciones que esto tiene de frente a la posibilidad cada vez más real de arribar a una situación revolucionaria, para decirle en términos de Lenin, No refleja sino el comportamiento grotesco y servil por impedir que sus amos se preocupen y molesten.

En este punto trataremos de encontrar el significado objetivo de la crisis, a partir de los elementos fundamentales que la determinan y el proceso lógico de su desarrollo, no obstante y que en la realidad aparezcan todas sus manifestaciones como causas y no como consecuencias de la crisis misma. Trataremos de explicar la crisis como fenómeno característico y exclusivo del capitalismo, como fenómeno que trae el capitalismo consigo mismo.

La crisis en estos momentos no constituye sino la expresión más clara de la gudización en la contradicción que se establece entre el carácter social vreciente de la producción (socializad por el capitalismo) y el carácter privado, individual, también creciente, de su apropiación.

La socialización de la producción se ve cada vez más claramente el la interdependencia reciente y recíproca entre todas las ramas de la producción y en que esta cada vez es más una obre colectiva, social. También se refleja en la creciente socialización de los elementos fundamentales del proceso de trabajo como son la fuerza de trabajo, los medios de producción y la organización social del trabajo que hacen cada vez más fácilmente que estos puedan ser desplazados rápidamente de una rama de la producción a otras. Por otra parte, también se manifiesta cada vez con mayor fuerza el carácter privado de la apropiación en los grandes grupos monopólicos que surgen con el desarrollo del capitalismo, con una gran concentración de la producción en unas cuantas empresas y con una gran centralización del capital en unas cuantas manos. Es por esto que existe una completa anarquía en la producción capitalista ya que ésta se desarrolla única y exclusivamente como un medio para obtener plusvalía, independientemente de las necesidades reales de la sociedad, solo como medio de enriquecimiento propio de la burguesía. Es por esto que la burguesía cada vez esta en contradicciones crecientes, en la necesidad cada vez mayor de incorporar y desarrollar las fuerzas productivas y en la incapacidad de alcanzar esto en el seno de las relaciones de producción capitalista, pues el hacerlo no siempre trae consigo un incremento de la plusvalía aunque puede traer un incremento de la producción. La manera particular con que se presenta esta contradicción habla ya de la incapacidad histórica de las relaciones de producción capitalistas para sostener un desarrollo material progresivo, de la necesidad objetiva de su destrucción o de su reemplazo por un nuevo orden social.

De manera más particular, la crisis económica se presenta como un conjunto de trabas y dificultades que enfrentan los capitalistas para la valorización de su capital a una tasa de ganancia apropiada; una situación en que disminuye fuertemente el ritmo de la producción y por lo tanto de la acumulación del capital. Esto tiene múltiples repercusiones en todo el régimen social y se manifiesta de diversas maneras. La crisis actual en que con mayor intensidad se refleja en la industria textil, del calzado, acero y derivados, azúcar, caña, ferrocarriles, petróleos, etc.; tiene como manifestación inmediata la necesidad para la burguesía de encontrar mercados más amplios, lo que cada vez se hace más difícil a medida que se agudiza la crisis monetaria internacional por las relaciones imperialistas en que se desarrolla la economía mexicana. En este sentido la crisis refleja la contradicción secundaria del capitalismo entre un crecimiento ilimitado de las fuerzas de producción y el crecimiento restringido del mercado.

Por otro lado, frente a las dificultades para valorizar el capital a una tasa de ganancia adecuada, la burguesía se ve en la necesidad de incrementar la plusvalía como plusvalía relativa, de aumentar la productividad de la fuerza de trabajo. De aquí se derivan las implicaciones y consecuencias principales, que la crisis tiene con respecto a la burguesía y al proletariado, o sea que, de aquí se desprende el verdadero carácter de clase de la crisis. La necesidad de incrementar la plusvalía como plusvalía relativa obliga a la burguesía para que ésta modifique y transforme el proceso de trabajo, sustituye las formas artesanales y manufactureras, sus formas más atrasadas por las formas superiores, por procesos de trabajo que correspondan a la gran industria y a la producción en gran escala, para lo cual tiene que mejorar sus medios de producción social del trabajo y mejorar la productividad de la fuerza de trabajo. Hacer este cada vez requiere un monto mayor de capital y esto no todos los capitalistas pueden hacerlo, solo aquellos grandes grupos monopólicos; en esta medida los pequeños y medianos capitales son desplazados por la competencia, hechos aun lado sin posibilidad de subsistir. Esto mismo trae como consecuencia una mayor concentración de la producción en aquellos grupos monopólicos que poseen una elevada centralización del capital que en las condiciones actuales esto solo puede hacerlo la burguesía financiera quien en este proceso va constituyéndose como gran burguesía industrial, comercial y terrateniente reduciendo al mínimo las contradicciones que se pudieran presentar entre estas formas diferentes en que aparece la burguesía. Por esto las pugnas ínter–burguesas se presentan ahora como pugnas entre los grandes grupos monopólicos que tienen como base fundamental de su poderío económico al capital financiero (Banamex, Bancomer, Serfin, Somex, etc.) quienes se reparten la riqueza del país.

Sin embargo, incluso, para estos grandes grupos monopólicos transformar radicalmente el proceso de trabajo es algo que lo hace no sin ciertas dificultades y no sin que esto se tarde un período de tiempo que puede ser relativamente largo. Pero mientras esto se lleva a cabo o más bien, a la par de ello, la burguesía echa mano de todas las medidas que encuentra para incrementar su plusvalía no sólo como plusvalía relativa sino también como plusvalía absoluta. Los desplazamientos de capital de una rama industrial a otra o dentro de una rama misma traen como consecuencia inmediata un incremento en el ejército industrial de reserva pues no obstante y que al mismo tiempo que existen despidos masivos, surge por otra parte una demanda de fuerza de trabajo, precisamente en aquellas partes hacia donde es desplazado el capital. Pero en la medida en que éste último es más lento y en la medida en que de las nuevas inversiones de capital, una parte cada vez mayor es gastada en la compra de medios de producción, de capital constante (maquinaria moderna, grandes plantas industriales, etc.) y una parte menor en la compra de fuerza de trabajo, en capital variable, en esa medida también aumenta el ejército industrial de reserva tanto en términos absolutos como relativos y crece la masa de desocupados, lo que a su vez trae como consecuencia una baja en los salarios, incluso por debajo de su valor; esto se ve acompañado por una disminución en la capacidad de compra de los ya de por sí bajos salarios al aumentar el precio de los medios de consumo, de los medios de subsistencia de la clase trabajadora. Por si esto fuera poco la burguesía recurre a tratar de extender la jornada de trabajo y a intensificar el trabajo de cada hora. O sea, que la consolidación de los grandes grupos monopólicos sólo se alcanza a costa de la pauperización, explotación y miseria del proletariado.

Aquí también se manifiesta con mayor claridad como las luchas por reivindicaciones económicas, las luchas de resistencia (alza de salarios, reducción de la jornada de trabajo, contra la desocupación, etc.), no obstante y que en determinadas condiciones aparece como una lucha puramente económica y particular, esto no es sino la expresión más o menos desarrollada de la lucha por mejorar las condiciones materiales de existencia de la clase trabajadora. Existe una unidad interna fundamental y contradictoria entre todo éste conjunto de luchas por demanda económicas a partir de las cuáles arriban las masas trabajadoras a la movilización y a la lucha por la destrucción de las relaciones de producción capitalistas, en la medida en que es a través de lo primero como la clase llega a darse cuenta de la necesidad de luchar por lo segundo. Esto no obstante la espontaneidad de algunas luchas y la mediatización política e ideológica que la pequeña burguesía demócrata introduce en el seno del movimiento.

La crisis de estos últimos años y sus repercusiones económicas inmediatas sobre la clase trabajadora son las bases materiales sobre las cuáles irrumpe el proletariado con el ascenso de su movimiento de masas y con el desarrollo de los grupos revolucionarios que conformarán su vanguardia, ascenso que viene a consolidar y afirmar la ofensiva histórica revolucionaria que viene desarrollando el proletariado cada vez con mayor energía, desde el 54, acelerando la destrucción y emancipándose de los instrumentos de dominación ideológica como es la posición demócrata y de la dominación orgánico–política que ejercía la burguesía a través de los sindicatos y que ahora intenta sustituir la pequeña burguesía demócrata con sus ‘sindicatos independientes’, dominación ideológica y política que ejercieron sobre el proletariado fundamentalmente en el período que comprende de 1940 a 1954. El ascenso de los últimos años, viene a consolidar y a afirmar al proletariado como clase unida, independiente de las demás clases, vanguardia de todas las masas trabajadoras y revolucionarias, con tareas históricas propias; viene a consolidar la construcción de su propio poder político, y militar, de su conciencia y organización capaces de hacer añicos al Estado como reducto del poder político y militar de la burguesía. Es pues en estas condiciones como una lucha de resistencia es ya una lucha revolucionaria en la medida en que no constituye sino el cambio a través del cual las masas arriban a su desarrollo revolucionario.


4.- LA LUCHA DE RESISTENCIA, LA LUCHA POLÍTICA Y LA LUCHA REVOLUCIONARIA COMO UNIDAD DIALÉCTICA.

Hemos visto cómo la lucha por la reducción de trabajo es una lucha del proletariado que objetivamente se encuentra indisolublemente vinculada a las luchas por mejores salarios, contra la desocupación, etc., y que por lo tanto no puede plantearse al margen de la lucha del proletariado por mejorar sus condiciones materiales de existencia, so pena de irse por las nubes. Es a través de la lucha que ejerce el proletariado por mejorar su situación económica que llega a comprender que esto no puede alcanzarlo en el marco de las relaciones de producción capitalista, donde dada la incapacidad objetiva del sistema capitalista para satisfacer sus demandas económicas, incapacidad que en la situación actual de crisis se revela en toda su magnitud, el proletariado se da cuenta de que para salir de la pauperización y miseria creciente en que se encuentra, para vivir en mejores condiciones es necesario, en una y la misma lucha, lograr la abolición del trabajo asalariado. Es en este sentido como la lucha de resistencia deviene en lucha revolucionaria, cualidad que se manifiesta y se realiza en un proceso que se va desarrollando en el transcurso de la lucha misma, primero ampliando sus demandas, vinculándose con otros sectores, pasando de luchas reducidas a la ampliación de las mismas, subordinando los intereses particulares a los intereses generales, etc.

Sin embargo para mejorar sus condiciones de vida y para lograr la destrucción de las relaciones de producción capitalista requiere cada vez de mejores condiciones políticas para avanzar en el desarrollo de su lucha, requiere eliminar la dominación política que le impone la burguesía. Es por esto que el proletariado empieza a encausar su lucha, sin abandonar nunca sus intereses económicos, por alcanzar mejores condiciones políticas, por liberarse del yugo político burgués, por alcanzar su independencia y libertad políticas. Es así como la lucha de resistencia deviene en lucha política. Y es en el mismo ejercicio de su lucha política donde dada la imposibilidad para el Estado burgués de conceder la libertad política al proletariado, pues hacerlo implicaría atentar contra sus propios intereses y contra su existencia misma, la clase trabajadora comprende la necesidad de destrucción del Estado burgués y de encausar su lucha política en este sentido. Es de esta manera como la lucha política deviene en lucha revolucionaria. Esta transformación se va dando en el transcurso de una lucha firme y prolongada en donde algunos de los rasgos fundamentales son los siguientes: el proletariado intenta primero participar del poder de la burguesía tratando de imponer sus propios candidatos en las elecciones de la burguesía (la ACG en Guerrero, los estudiantes y pueblo trabajador en Durango; en Baja California, etc.). Posteriormente se lanza a imponer demandas políticas a la burguesía (libertad a los presos políticos, abolición del cuerpo de granaderos, etc.). Alcanzado este nivel el proletariado se lanza más decisivamente, ahora por la construcción y desarrollo de su propio poder político y militar, a la consolidación de su poder de clase que aparezca completamente diferenciado e independiente del poder burgués, se lanza al desarrollo de su lucha como experiencia que le permita alcanzar las transformaciones necesarias para hacer añicos el Estado burgués. Se lanza a la tarea de construir su organización y su táctica política y que dado el grado de exacerbación del combate y de la lucha entre la burguesía y el proletariado, claros preludios de la guerra civil revolucionaria solo puede darse como organización y como táctica político-militar. Está claro que todo este proceso se da: “Las revoluciones proletarias, se critican constantemente así mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parecen que solo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permita volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: ¡Hic Rhodus, hic salta¡ ¡Aquí está la rosa, baila aquí¡”.

De esta manera aparece más claro cómo los intereses económicos del proletariado de ninguna manera se encuentran en contradicción antagónica con sus intereses políticos sino que se complementan y refuerzan recíprocamente. Sus intereses inmediatos tampoco entran en contradicción antagónica con sus intereses históricos sino que se corresponden dialécticamente y que satisfacer los inmediatos implica y conlleva necesariamente al desarrollo y realización de sus intereses históricos, dándose también lo contrario en la medida en que el desarrollo y realización de sus intereses históricos, y la construcción de los instrumentos de lucha (conciencia y organización) que hagan esto posible sólo pueden alcanzarse en el ejercicio mismo de la lucha y movilización que surge a partir de la necesidad de satisfacer sus intereses inmediatos.

Que esto es así, ha venido siendo establecido cada vez con mayor firmeza por el proletariado mismo en el desarrollo político alcanzado en los últimos años.


5. –LAS TAREAS POLÍTICAS DEL PROLETARIADO.

Corresponde de manera especial a sus elementos avanzados y a los grupos que pretendan transformarse en la vanguardia y dirección política del proletariado el impulsar, ampliar, acelerar y profundizar este proceso revolucionario. Impulsar la lucha de resistencia y transformarla rápidamente en lucha política, impulsar ambas y acelerar su transformación en lucha revolucionaria aprovechado las condiciones objetivas que en la situación actual imponen esta tendencia, esta es la tarea y necesidad fundamental más general que actualmente plantea el movimiento revolucionario del proletariado.

Todo este desarrollo y conjunto de transformaciones que en mayor o menor medida se han venido alcanzando han sido posibles teniendo como eje central la movilización política y la huelga política como su forma de lucha fundamental, al lado del combate callejero, la resistencia militar y la lucha armada como formas de lucha necesarias pero secundarias y subordinadas a su forma fundamental. De ahí la necesidad imperiosa y principal de ampliar y profundizar la movilización política del proletariado como tarea central para este período.

El desarrollo alcanzado y el camino recorrido hasta ahora ha estado lleno de trabas y obstáculos que va poniendo la burguesía como necesidad propia para impedir (en vano, pro cierto) el ascenso y la ofensiva revolucionaria del proletariado y poder así defender y conservar su posición como clase dominante. Son dos los obstáculos principales que en estos momentos estorban el desarrollo revolucionario del proletariado industrial, son dos los obstáculos que el proletariado industrial tiene que superar de manera inmediata, como condición necesaria para consolidar y afirmar su superación revolucionaria.

a) La lucha contra el sindicato como instrumento de la burguesía.

Independientemente de que el sindicato haya surgido históricamente en el período comprendido entre 1920-1930, como una organización de resistencia obrera al capital, como una organización para la lucha económica del obrero industrial, superior a las organizaciones gremiales y mutualistas que le precedieron, e independientemente del proceso histórico que lo hizo posible, el sindicato deviene de una organización de la burguesía. Es un instrumento para consolidar su dominación económica ya que el sindicato es utilizado para ampliar e intensificar la vigilancia a los obreros en su trabajo y lograr que la explotación capitalista se realice eficientemente, cuidando que los trabajadores usen todo el tiempo de trabajo en la producción de plusvalía, que no desperdicien ni desgasten innecesariamente los medios de producción y que se coordinan de acuerdo a la organización social del proceso de trabajo. Es utilizado como instrumento de robo y explotación para el enriquecimiento de los líderes burgueses (charros). Quienes a través de una serie de tranzas y de las cuotas sindicales se apropian de parte de la plusvalía y de los salarios que corresponden a los trabajadores. Usando el sindicato como instrumento para que le capitalista pueda contar con la mano de obra suficiente y con la capacidad, requerida cuando así lo necesite y para correrlos cuando asó le parezca; para esto la burguesía se vale de los mismos estatutos del sindicato y del contrato colectivo. Por esto y por otras más el sindicato es un instrumento del capital.

Lo que es más importante para el caso actual, a través de la introducción de los lideres burgueses en la dirección de los sindicatos y de su incorporación al partido en el poder (o a las empresas mismas en el caso de los sindicatos blancos) el sindicato ha llegado a ser un instrumento de la burguesía y del Estado para la dominación política del proletariado, obstaculizando y reprimiendo el desarrollo de sus luchas independientes que el proletariado pretenda realizar; mediatizando el ejercicio de sus huelgas a través de todo un conjunto de trámites burocráticos y légalo idees ante la Junta de Conciliación y por la venta que los lideres burgueses hacen de sus movimientos. Es por esto que el sindicato es un instrumento del Estado burgués, por lo que no resulta extraño que sea por medio de este como la burguesía forma sus grupos para militares para reprimir violentamente sus luchas y a sus elementos avanzados.

Sin embargo, es preciso señalar que del hacho de que el sindicato sea un instrumento de la burguesía no puede deducirse mecánicamente que la alternativa proletaria en el aspecto orgánico, consista en recuperar los sindicatos, en tumbar a los charros para que como pretenden los demócratas y aperturas quedar ellos en su lugar, siguiendo el camino de los Galván, lideres del FAT, etc. La experiencia política del 58-59 con los derrocas deja bien en claro que la burguesía no está dispuesta por ningún motivo a permitir que el proletariado recupere para sí sus organizaciones de resistencia y que por lo tanto el proletariado solo puede desarrollar su poder frente a la burguesía, desarrollando su lucha de resistencia en lucha política y ambas en lucha revolucionaria y esto solo puede lograrse al margen y en contradicción con los sindicatos mismos, y de ninguna manera quedarse estancado en los marcos estrechos del sindicalismo y del economismo, como pretenden los demócratas. Definitivamente no son los Galván ni los Vallejos los portadores de una alternativa orgánico-política que coincida con los intereses de los obreros mismos.


b) Necesidad de una táctica militar correcta.

El otro obstáculo principal que el proletariado tiene que superar de manera inmediata para continuar su marcha ascensional revolucionaria lo constituye la contraofensiva militar que la burguesía desarrolla contra toda movilización proletaria independiente. En la medida en que la clase trabajadora va liberándose de la dominación ideológica que le imponía la pequeña burguesía demócrata (PC, Espartacos, puntos críticos, GCI, Vallejos, Galván, Hebertos, etc.) y de la dominación orgánica que la burguesía aún ejerce a través de los sindicatos y los demócratas con sus sindicatos independientes”, en esa misma medida, frente al ascenso revolucionario de la clase trabajadora, la burguesía no puede sino ampliar e intensificar la represión militar, pasando a ser esta en la cotidianeidad misma de los acontecimientos la forma principal y dominante con que la burguesía intenta detener la irrupción revolucionaria de las masas populares y de sus elementos avanzados. En las condiciones actuales toda movilización se enfrenta con este problema: Cómo movilizarse en una situación en que el enemigo cuenta con mucho con una superioridad militar armamenticia y orgánica? Cuál es la táctica militar adecuada para la movilización en las actuales condiciones políticas y militares? Cómo mantener el desarrollo de la movilización política sin que esta sea liquidada militarmente por la burguesía?

Por principio de cuentas es necesario abandonar las formas de lucha más socorridas por los demócratas como las manifestaciones y grandes concentraciones pacíficas que solo conducen a masacres como la del 2 de Octubre. Es necesario abandonar la “defensa de los frentes y edificios a toda costa “, es necesario prepararse para la contraofensiva militar de la burguesía. Algunos de los elementos principales que es necesario desarrollar son los siguientes.

Articulación de formas de lucha que dispersen las fuerzas del enemigo y logren concentrar en los campos de batalla, escogidas por el proletariado, mayor número de fuerzas que las del enemigo; para esto es necesario armarse y armar a la clase trabajadora, el desarrollo de ofensivas en varios lugares a la vez, desarrollo de una ofensiva en un sector como instrumento de defensa para otro sector amenazado, desarrollo de las luchas en lugares donde el enemigo no pueda concentrar fuerzas rápidamente, ganar la iniciativa a toda costa.

Este conjunto de elementos no surgen del aire, sino que en alguna medida ya han sido desarrollados por el proletariado en algunas de sus luchas (en Sinaloa, lo de Mayo en Monterrey, 10 de Junio, del 72 en el DF., en Sonora el 14 de Septiembre, cañeros de Veracruz, etc.), de lo que se trata es de elevar y desarrollar estos elementos a formas superiores, de ampliarlos para todos los sectores de la clase y de profundizar los.

Esto también ha permitido algunos triunfos relativos y mayor permanencia en el desarrollo de la movilización. Es esto lo que posibilita alcanzar una situación de superioridad táctica frente al enemigo. Sin embargo, dada la gran cantidad de aparatos (ejército, granaderos, policías, judiciales, halcones, etc.) y de fuerzas militares y represivas con que cuenta la burguesía en comparación a los que actualmente tiene el proletariado, este no puede mantener indefinidamente una situación de superioridad militar. Por esto es preciso la construcción y consolidación de las bases de apoyo ubicadas estratégicamente donde el proletariado pueda replegarse, defenderse y preparar las condiciones para el desarrollo de nuevas ofensivas. Los edificios escolares y sindicales, las tierras tomadas, las Casas del estudiante, cada vez resultan más inadecuadas para lograr el objetivo señalado a no ser por períodos sumamente cortos e insuficiente. Es necesario construir y consolidar estas bases de apoyo en el seno mismo de las colonias y barrios populares donde el proletariado industrial estaría en mejores condiciones para defenderse y prepararse contra el enemigo. Es imprescindible el desarrollo de un trabajo político y militar en estos lugares.


c). -El desarrollo orgánico, del proletariado.

El desarrollo de la lucha y de la movilización política del proletariado por una parte, y el ejercicio de la lucha contra los sindicatos, y la consolidación de una táctica militar correcta que posibiliten el desarrollo más profundo y amplio de la misma movilización requiere para ser viable de la construcción y consolidación de los organismos políticos del proletariado que promuevan, dirijan, coordinen y planifiquen el ejercicio de todo el conjunto de tareas políticas ya señaladas y que a la vez constituyan los órganos donde resida y se construya el poder político y militar del proletariado.

Es necesaria la construcción de los comités de Lucha Clandestinos de los obreros en cada fábrica que se encarguen de la agitación y propaganda, de la organización del resto del proletariado y de dirigir directamente la lucha en esos lugares. Estos mismos comités de lucha clandestinos se encargarán de organizar con los elementos más avanzados, diversas brigadas que tendrán como tares fundamentales las de generalizar y ampliar cada lucha particular por medio de la agitación y propaganda en los demás sectores de la clase y de imprimir la táctica militar correcta en el seno de la movilización. Es claro que estas Brigadas tendrán que estar armadas para el desarrollo de sus tareas y organizadas de tal manera que posean una gran movilidad.

Por otro lado, es necesario el desarrollo de las relaciones políticas entre los diversos Comités de Lucha Clandestinos para hacer posible la centralización de la dirección política y militar sobre el conjunto de la movilización y la coordinación de las Brigadas en los diversos sectores del proletariado. En la medida que estas relaciones se consoliden a través del cumplimiento de las tares que exige el movimiento, en esa medad se irán sentando las bases reales para la consolidación de la Organización política de las masas capaz de posibilitar permanentemente y sistemáticamente el desarrollo de la lucha revolucionaria, haciendo que los momentos de reflujo sean determinados no por la incapacidad para continuar la lucha y el peso mismo de los acontecimientos, sino concientemente por el proletariado para preparar nuevas fuerzas para el combate.

La clase trabajadora ha ido generando los gérmenes (a veces muy avanzados) de estos organismos, mismos que es necesario desarrollar y consolidar. Es de esta manera como el proletariado irá construyendo su unidad y su poder revolucionario con capacidad para hacer trizas el Estado burgués y las relaciones de producción capitalistas que éste representa. Es así como se irá realizando aquella consigna acerca de que “la emancipación de la clase obrera tiene que ser obra de la clase misma”.

¡Proletarios de todos los países uníos¡


FRENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIO


Maderas Viejos, Madera No. 3, junio de 1972





DEL DESARROLLO DE LA LUCHA TEORICA E IDEOLOGICA.

PRIMERA DE DOS PARTES


A). – DE LAS CARACTERISTICAS GENERALES.

Hemos hablado, en las partes anteriores del presente trabajo, de la relación que existe entre el ascenso del movimiento y las concepciones a través de las cuales éste es aprendido; insinuábamos como de hecho existía una relación entre la estrechez de tareas asumidas por los organismos revolucionarios y las posiciones ideológicas dominadas. Por otro lado, caracterizábamos el actual periodo como un periodo de construcción de la línea política capaz de ejercer dirección sobre el conjunto del movimiento.

Vamos a referirnos en este inciso a esas cuestiones.

Aunque la crítica al conjunto de posiciones hoy dominantes en el seno de las organizaciones revolucionarias tiene que realizarse, pensamos que es indispensable esclarecer antes un conjunto de problemas que posibiliten el desarrollo de la discusión política, esto es, sentar las bases teóricas que nos permitan esclarecer el objeto de la lucha teórica y lucha ideológica. La razón es la siguiente: mientras mayor claridad alcancemos, no sólo sobre el conjunto de posiciones que tienen que ser combatidas y desplazadas del seno del movimiento, sino también de las características más generales del trabajo teórico e ideológico, en mejores condiciones estaremos de identificar las posiciones burguesas en el seno del movimiento, y de asumir con mayor claridad las tareas que se desprenden de los intereses proletarios. Por otro lado, ubicar no sólo los resultados de la discusión realizada, sino las características más generales del proceso discutido, posibilita la participación extensiva de un mayor número de militantes en las tareas teóricas, que necesariamente tiene que ser asumidas. Lo anterior se desprende del reconocimiento del estado actual de pobreza teórica (y por tanto de la discusión política en el seno de los organismos revolucionarios).

Así pues, la primera parte del presente inciso, intentará esclarecer las características más generales del trabajo teórico, dejando para la segunda parte el análisis de las características particulares de la dominación burguesa en el seno del movimiento y de los organismos revolucionarios.

Nos refuerza en este modo de proceder la necesidad planteada por Marx, de desarrollar las categorías que van a ser usadas en el discurso científico, en vez de tomarlas como ya dadas. Fundamentalmente nos referimos a los conceptos de lucha teórica y lucha ideológica. La “ciencia oficial” se ha encargado de vulgarizar a tal grado tales conceptos, que hoy en el seno del movimiento, no sólo han perdido sus perfiles definidos (los desarrollados por Marx, Engels, Lenin, Trotski, Mao, etc.), sino que no han sido desarrollados, o en todo caso desarrollados ideológicamente. La más elemental responsabilidad teórico–política, supone la aprehesión de tales conceptos en el sentido dado por la teoría revolucionaria y posteriormente el trabajo teórico que posibilite su desarrollo.[1]


A). – DE LA RELACION ENTRE EL DESARROLLO CIENTIFICO Y EL DESARROLLO HISTORICO. ESPECIFICAMENTE DE LA RELACION DEL DESARROLLO DE PROLETARIADO Y EL DESARROLLO DEL SOCIALISMO CIENTIFICO.

“La economía política, cuando es burguesa, es decir, cuando ve en el orden capitalista no una fase históricamente transitoria de desarrollo, sino la forma absoluta y definitiva de la producción social, sólo puede mantener su rango de ciencia mientras la lucha de clases permanece latente o se trasluce simplemente en manifestaciones aisladas”.[2] En general, la burguesía sólo posibilito el desarrollo teórico, en aquellos momentos en que su ascenso[3] no se topaba con un desarrollo superior de la lucha de clases. Justamente el desarrollo de la teoría burguesa se dio, según Marx. En aquellos momentos en que la lucha de clases aún no se había desarrollado. Esto explica que haya existido un desarrollo de la economía política en países como Francia e Inglaterra, no así en Alemania. Mientras en los primeros la burguesía en ascenso se desarrolla en momentos en los cuales la lucha de clases no se había desarrollado, en Alemania, ese desarrollo se dio en el marco de las relaciones internacionales que expresaban ya el desarrollo de la lucha de clases, precisamente después de que la burguesía ingles y francesa habían arribado al poder, y que las luchas del 48 habían revelado el carácter revolucionario del proletariado como clase.[4]

Una vez que la lucha de clases se desarrolla “la ciencia burguesa de la economía tropieza con una barrera para ella infranqueable”.[5] En general podemos afirmar que la burguesía posibilitó e desarrollo teórico, mientras las condiciones de la lucha de clases no la habían obligado a reconocer su temporalidad.[6] Pero además que ese desarrollo teórico burgués, solo se dio en relación a aquellas naciones que habían alcanzado un desarrollo extensivo de las relaciones capitalistas de producción. Las características más generales sólo surgen en relación al desarrollo concreto más rico, y sólo son plenamente válidas en esas condiciones,[7] es por esto, que la burguesía alemana no sólo posibilito el desarrollo de la economía, sino que no llegó a comprender el desarrollo de la teoría burguesa desarrollada en Inglaterra o Francia. Se combinan por tanto en Alemania condiciones particulares que niegan toda capacidad de desarrollo teórico a la burguesía de ese país. Las condiciones materiales en las cuales era posible el desarrollo de la teoría, esto es, el desarrollo extensivo e intensivo de las relaciones producción capitalistas, sólo surgen en el saso alemán en el momento que la lucha de clases se había desarrollado, y que determinaban para la burguesía alemana su incapacidad de desarrollo teórico. Pero como por otro lado, el desarrollo conceptual deviene de las relaciones de producción misma, o como dice Marx, el desarrollo del discurso en único[8]; la clase en ascenso, el proletariado alemán, heredó la capacidad de desarrollo teórico y lo posibilitó. El proletariado alemán contaba pro un lado con el desarrollo intensivo y extensivo de las relaciones de producción capitalista, y por otro lado, con su condición de sujeto político de transformación de las mismas[9]. Por lo demás, una vez que la lucha de clases se generaliza, el proletariado queda como única clase capaz de posibilitar el desarrollo teórico. Podemos afirmar con Mao: “En la presente época del desarrollo de la sociedad, la teoría ha hecho recaer sobre los hombros del proletariado y su partido la responsabilidad de conocer correctamente el mundo y transformarlo[10].

El sujeto de desarrollo teórico, en la medida que éste deviene de determinadas relaciones, se vincula a las tareas revolucionarias asignadas a la clase en ascenso en un momento determinado. Pretender que el “cerebro pensante” cobra su existencia real en aquellas clases llamadas a desparecer no es más que un recurso ideológico político de la clase dominante para perpetuar sus concepciones e intentar eliminar la posibilidad asignada históricamente al proletariado de CONOCER las relaciones en las cuales los hombres y las clases existen y se desarrollan. El “cerebro pensante” no existe como ente “individual”, si bien el grado más alto de desarrollo en un momento dado cobra su existencia en un sujeto personal. Marx afirma que el proceso discursivo dimana de las relaciones mismas, del mismo modo que Engels afirma que el desarrollo del socialismo científico sólo puede haberse dado de frente a determinadas condiciones materiales y lo que es más importante a determinado grado de desarrollo del proletariado. La clase dominante al reconocer su “temporalidad” –según Raúl– deviene no conocimiento, las categorías alcanzadas aparecen como categorías naturales válidas para todas las épocas históricas, ocultándose y ocultando a la vez la inevitabilidad de la destrucción de las relaciones mismas de que dimanaron. En la medida como dice Engels, para el proletariado “Todo lo que existe merece perecer”, y en la medida también en que, como clase, constituye el sujeto real capaz de transformar revolucionariamente la sociedad, las categorías burguesas son retomadas y criticadas, esto es, llevadas al terreno de las relaciones en las cuales son construidas. En este sentido podemos afirmar categóricamente que el desarrollo científico posibilitado por sujeto individual o de grupo, tiene como premisa y condición, su vinculación con los intereses del proletariado y por tanto, que el teórico revolucionario expresa, en el alto grado de desarrollo de los intereses de clase a los cuales está atado políticamente. La “neutralidad” de la ciencia, o más allá, la neutralidad del sujeto de desarrollo teórico, no es más que la expresión del más alto grado de desarrollo de la vulgarización ideológica. La condición de participación en el proceso revolucionario –cuyo sujeto hoy es el proletariado– para alcanzar el desarrollo teórico, es una verdad reconocida ampliamente por la teoría revolucionaria[11].

Engels en su escrito “Del socialismo utópico al socialismo científico”[12], reconoce los siguientes elementos:

A). –Mientras el proletariado no alcanzó un desarrollo que le posibilitara una acción política propia dependió de las otras clases.

B). – A ese periodo correspondió un periodo de dispersión teórica cuyas principales características eran:

–La tendencia a sacar de la cabeza (idealismo) las conclusiones de los problemas.

–Una mezcla de diversidad de doctrinas y concepciones, que habían perdido sus matices particulares. En este periodo la dominación ideológica del proletariado la ejerce el socialismo utópico.

C). –El desarrollo del socialismo científico corresponde a una etapa en que el proletariado alcanza determinado grado de desarrollo. La lucha burguesía–proletariado alcanza el primer plano. Se afirma el desarrollo de la gran industria por contraposición a la producción artesanal. La burguesía había alcanzado el dominio político.

D). – El derrumbe de la teoría burguesa, tiene como base la exteriorización de la contradicción capital–trabajo, negada teóricamente por la burguesía en ascenso, o en todo caso vista como una ley natural.

E). – El socialismo no es un resultado CASUAL, sino el producto NECESARIO de la lucha de clases.

Podemos aproximar lo siguiente:

A). – Que existe una relación específica y de correspondencia entre el sujeto revolucionario (la clase en ascenso) y el sujeto teórico (la clase con posibilidades de ejercerlo).

B). – Que como tal, el proletariado para ejercer el desarrollo teórico, tuyo que partir del más alto grado de desarrollo (teórico) alcanzado por su clase opuesta. La teoría revolucionaria surge de la crítica a los clásicos de la burguesía[13].

El desarrollo del proletariado (su existencia física y política), le permite conocer a partir del descubrimiento de las leyes históricas, la inevitabilidad de la transformación de las relaciones capitalistas de producción. Se viene abajo para él, la fe teórica en el actual estado de cosas antes que éste se desmorone.[14] El desarrollo teórico expresa el reconocimiento de los intereses proletarios, en el mismo momento en que descubre su ubicación como sujeto capaz de transformar las actuales relaciones de producción. Su desarrollo político confiere a la clase una capacidad de anticipación de la estrategia y el programa propios de la clase, y que además proporciona a su desarrollo la capacidad de construcción de su independencia de clase. Su capacidad de sujeto teórico deviene de su capacidad de sujeto de transformación revolucionaria; el proceso discursivo es trasladado al proletariado, en la medada en que sólo él es agente de desarrollo histórico. Se conjugan pues su desarrollo teórico–político, con la necesidad de realizar sus intereses objetivos de clase. Aquellos dimanan de éstos, su desarrollo es la condición de realización de los últimos.

Es necesario, además, aclarar que el desarrollo de la teoría revolucionaria, o lo que es lo mismo, la realización especifica y particular de la capacidad dada históricamente de ejercer tal desarrollo está condicionada no sólo por la existencia de las relaciones burguesas moderna, no también y de manera particular por el grado de desarrollo que han alcanzado las relaciones políticas del proletariado en un momento determinado. Ahí donde las relaciones en el seno de las clases expresan una política proletaria, pero sólo de manera secundaria (no dominante para el conjunto de la clase), y subordinada a una política general dominada, y precisamente, por que la política proletaria no ha cobrado aún una existencia extensiva e intensiva en el seno de la clase, y que por lo tanto las relaciones políticas en las que se expresa la política independiente no han alcanzado un desarrollo complejo; el desarrollo teórico se expresa obligadamente con mucha mayor debilidad. En genera el desarrollo de las categorías más concretas (concretum + (el grado de desarrollo de sus luchas, organización dirección, etc.) de pensamiento, concepto, etc.) que reproducen en la mente lo concreto real, sólo surgen ahí donde las relaciones reales corresponde al desarrollo extensivo e intensivo de las relaciones expresadas por tales categorías.


B). – De la relación entre el desarrollo de la lucha política y el desarrollo de la conciencia socialista de las masas.


“Todo el quid de la sociedad burguesa consiste precisamente en que no existe a priori ninguna relación conciente, social, de la producción. Lo razonable, lo naturalmente necesario no se manifiesta sino bajo la norma de una media que actúa ciegamente”.
(Marx a L. Kugelmann, 1868).


En la sociedad capitalista, la producción es en un solo y único movimiento producción y reproducción de las relaciones de producción existentes. Producción en escala simple o ampliada del capital, y producción y reproducción y reproducción del trabajo asalariado. Es por tanto en su conjunto producción y reproducción de las dos clases fundamentales y del antagonismo que desarrolla entre ellas.

En la sociedad capitalista, la producción es un solo y único movimiento producción y reproducción de las relaciones de producción existente. Producción en escala simple o ampliada del capital, y producción y reproducción del trabajo asalariado. Es por tanto en su conjunto producción y reproducción de las dos clases fundamentales y del antagonismo que se desarrolla entre ellas.

Estas relaciones, aparecen en la mente de manera inmediata como relaciones no concientes, naturales; su conexión interna y su desarrollo se diluyen en la inmediatez de la aprehensión ejercida. El desarrollo de la lucha de clases y de la contradicción capital–trabajo, posibilitan en un momento determinado el descubrimiento de la plusvalía, la supresión de la aprehensión clásica de la economía burguesa, revelando así el carácter histórico de la producción capitalista.

Los hombres desarrollan tales relaciones, sin existir a priori una relación conciente de las mismas. El proletariado en su etapa de desarrollo participa en la aprehensión ideológica de tales relaciones. Y su enemigo, instrumenta un conjunto de herramientas para perpetuar en su clase antagónica la existencia de este tipo de aprehensiones. En términos generales, esto es lo que se ha llamado dominación ideológica. Se trata evidentemente de un modo de aprehensión que encubre, vela, oculta, la conexión interna de las leyes de desarrollo del modo de producción capitalista, en el cual ambas clases participan, existen y se desarrollan. En esa misma medida posibilita también la reproducción de las relaciones de producción mismas, atando al proletariado a una lucha que se desprende de los objetivos falsos que él asimila como resultado de su aprehensión no científica de las relaciones en las cuales participa.

En este proceso, nos topamos con los siguientes elementos:

a) La burguesía requiere como condición de existencia la producción y reproducción de la aprehensión ideológica–dominada de las relaciones burguesas de producción, por su clase antagónica. Esta característica es imprescindible mientras subsistan ambas clases. En este sentido, la necesidad de ejercer dominación ideológica por parte de la clase dominante es absoluta mientras subsista como tal.
b) El desarrollo de la contradicción entre ambas clases, hace que el carácter de la dominación ideológica ejercida se relativice. Engels al analizar las características de esa dominación ideológica anota de un lado la importancia pero del otro su relatividad. Al hablar de la situación de Inglaterra en el siglo XIX, resalta la importancia que tuvo para la burguesía fortalecer los hábitos, tradiciones, costumbres, etc., que mantenían al proletariado en un estado de sumisión. Pero luego agrega “la tradición es una gran fuerza de freno, es la vis interinal, la fuerza de inercia de la historia. Pero esa fuerza es meramente pasiva; por eso necesariamente tiene que sucumbir.[15] Se combinan pues, por un lado la necesidad absoluta de la clase dominante de ejercer su dominación ideológica, y del otro, la relatividad de determinado tipo de hábitos, costumbre y concepciones” para ejercer esa dominación.
c) Ante ello se plantea, para la burguesía la necesidad del desarrollo ideológico y para el proletariado la necesidad del des’plazamiento de la ideología impuesta. La ideología se caracteriza por que “una vez que surge, se desarrolla en conexión con el material de ideas dado, desarrollándolo y transformándolo a su vez; de otro modo no sería ideología, es decir, una labor sobre ideas concebidas como entidades con propia sustantividad, con un desarrollo independiente y sometidas tan solo a leyes propias”.[16] La ideología burguesa sufre constantemente un proceso de transformación y adaptación[17] en dónde por un lado se ejerce un proceso de vulgarización y por el otro un proceso de sofisticación que hace menos constatable en su inmediatez ése primer proceso. En éste sentido se explican los ropajes “marxistas” de la ideología burguesa. El proletariado por su parte está obligado –esta es una característica que se desprende de su existencia como sujeto histórico– a desarrollar la teoría y a deshacerse permanentemente del lastre ideológico, que en diversidad de formas y modos le es impuesto por la burguesía.

En relación a los momentos de movilización, de ejercicio o auge de la lucha, todo lo anterior se presenta con una conexión específica. Es en su descubrimiento como podemos encontrar por un lado, la manera como en esos momentos se generan las condiciones para el desarrollo de la conciencia socialista, para la asimilación de los objetivos reales de clase, y por el otro, de que manera esto contribuye al desarrollo político general.


En los períodos de relativa calma, el proletariado ejerce su lucha –que es fundamentalmente de defensa- a través de los objetivos que se desprenden de la aprehensión ideológica impuesta por su contrario. Las leyes del capital aparecen como leyes naturales; las categorías que se desprenden de esas relaciones, como válidas para todas las épocas históricas; la compra-venta de la fuerza de trabajo como condición que limita el desarrollo de la lucha, la circunscribe al marco de la lucha tradeudionista, gremial, sindical, etc.

El móvil inicial es aprehendido como violación de esas relaciones “naturales”: existencia de garantías individuales, incumplimiento de los contratos de trabajo, etc. Esta característica se desprende, por un lado de la dominación ideológico–política que ejerce la clase opuesta y por el otro, del ejercicio de la dirección burguesa en el seno del movimiento proletario, que obviamente están posibilitadas por determinadas condiciones económicas.

El desarrollo de la lucha está determinado por la agudización de los conflictos de clase y conlleva necesariamente al desarrollo de la contradicción entre los objetivos aprehendidos en su inicio (producto de la aprehensión ideológica) y los objetivos reales que se desprenden de su ubicación en la formación social; o mejor dicho, a la contradicción entre los objetivos aprehendidos y las características de la lucha misma.

La exteriorización del antagonismo de clase manifiesta al proletariado la inadecuación de los objetivos con los cuáles ha hincado su lucha, le permite por tanto el reconocimiento instintivo de su situación real. La agudización de los conflictos descubre el “mentís” de las posiciones asumidas en otro momento de la lucha. De hecho, mientras que el proletariado destruye, critica, rebasa, supera, etc., esos mismos objetivos, la burguesía y la dirección oportunista se aferran desesperadamente a los objetivos iniciales, intentando contener el desarrollo del conflicto.[18]

Así como el surgimiento y desarrollo de la teoría revolucionaria supone determinadas condiciones económicas y políticas, el desarrollo de la conciencia socialista de la clase proletaria, la supone también. Aquí lo elementos decisivos son por un lado la agudización de las contradicciones objetivas en la formación social y por el otro su exteriorización política en el desarrollo de la lucha de clases.

La clase dominante puede mantener atado fuertemente y durante períodos más o menos largos al proletariado, pero una vez que el conflicto se desarrolla el “conservadurismo” de las masas se viene abajo. El desarrollo de la lucha política es la condición de posibilidad del desarrollo de la conciencia socialista de las masas, a través de ella la clase asimila (a condición de que exista una dirección proletaria fundada científicamente) los objetivos históricos que se desprenden de su situación objetiva.

En el momento en que el conflicto se agudiza, se generan las condiciones objetivas para el desplazamiento de las posiciones ideológicas burguesas en el seno del movimiento y también para la asimilación de los objetivos propias de la clase.

El reconocimiento del “mentís” se da en el seno del proletariado a partir de su instinto de clase, frente a esto:

a) La dirección burguesa en el seno del movimiento opone la constatación instintiva de las masas, sobre la función de la ideología burguesa, la necesidad (burguesa) de hacer “valer” lo ahí expresado; el discurso se desarrolla en círculos, esto es, la “razón2 se “encarna” si la lucha se ejerce para hacer valer la ideología burguesa; y de ahí se desprenden un conjunto de consignas a través de las cuales se ejerce la “dirección” que opone a la “inexistencia”, la necesidad de “existencia”.[19] Por supuesto su función tiene como objeto:

· Reproducir la existencia de una aprehensión ideológica de las relaciones capitalistas de producción.
· Someter la lucha proletaria al marco de las relaciones de producción existentes, o sea al reformismo.

b) La dirección proletaria posibilita el desarrollo político de la clase:

Mostrando la inevitabilidad de la transformación de las relaciones de producción capitalistas, el carácter histórico de las mismas, su papel de sujeto en su transformación y la necesidad de ampliar y profundizar su lucha.
Posibilitando la construcción de los instrumentos político–militares a través de los cuales se realizan.[20]
Estas dos disyuntivas corresponden de manera específica a los comportamientos de las clases principales una vez que las condiciones políticas de la lucha han permitido al proletariado pasar de la defensiva a la ofensiva. Para la burguesía en general y para los “demócratas” en particular esta transformación no existe, o en todo caso existe como “desviación política”.

Marx en el 18 Brumario, al caracterizar las revoluciones proletarias, en contraposición a las burguesas señala lo siguiente: “las revoluciones burguesas se precipitan rápidamente de éxito en éxito, sus defectos dramáticos se superan, hombre y cosas están como iluminados por un fuego de diamantes, el entusiasmo estático es el Estado permanente de la sociedad, pero son todas de corta duración”.

Pronto alcanzan su punto culminante y la gran apatía que sigue a la embriaguez se apodera de la sociedad antes de que haya podido recuperarse y asimilar los resultados del período de tempestad y empuje. Por lo contrario, las revoluciones proletarias se critican constantemente a sí mismas, interrumpen a cada instante su propia marcha, vuelven sobre lo que parece ya realizado para comenzarlos de nuevo, ridiculizan despiadadamente las torpezas, las debilidades y las miserias de sus primeras tentativas, parece que no derriban al adversario sino para darle la ocasión de recuperar fuerzas y alzarse de nuevo formidable frente a ellas; retroceden sin cesar. Abrumadas por la inmensidad indeterminada de sus propios fines hasta el momento en que por fin, es creada la situación que hace imposible todo retroceso y las mismas circunstancias les gritan con voz imperiosa: ¡Hic Rodees, hic salta!.

Trotsky, en su análisis de la experiencia de 1905[21], señala cómo en la lucha se ejerce el paso de la defensiva la ofensiva, del sometimiento de los intereses particulares a los generales, de la subordinación de la huelga a la insurrección, etc.

En general el proceso de desarrollo de la lucha, la insurrección revolucionaria etc., acontecen necesariamente como proceso de aprendizaje, Los objetivos, instrumentos y formas políticas de su inicio, son superadas a transformadas en el proceso de su desarrollo. En él se dan, por un lado el sometimiento a los intereses generales y por el otro, el rechazo instintivo de los objetivos “democráticos” (legales, tradeunionistas), etc., con los cuales se ha surgido a la lucha. (El desarrollo de la huelga generalizada ilustra particularmente dos cuestiones. Y no podía ser de otra forma).

Frente a esta situación –que se particulariza en diversidad de formas– en donde el elemento principal de desarrollo proletario se caracteriza pro su posibilidad de transformar la defensa en ofensiva, las dos direcciones. La burguesa y la proletaria. Actúan en sentidos opuestos y antagónicos. No es casual que sea en los movimientos de auge donde se juega en última instancia la primacía de una dirección sobre la otra. Ambas se niegan y pretenden desplazar a su contrario.

A). – La burguesía deteniendo INDEFINIDAMENTE como una posibilidad lejana, el paso a la ofensiva[22]. Negando a cada paso de desarrollo de la lucha las características de la misma.

B). – La proletaria retomando los objetivos estrechos y destruyéndolos sobreponiendo en todo momento los más generales.

Y enfocando sus esfuerzos políticos a mostrar y crear la dirección conciente en el desarrollo de la ofensiva. Ya habíamos anotado como en la actual etapa de este desarrollo se da espontáneamente y cuáles son sus principales características.

Así la diversidad de posiciones que antes anotábamos, corresponden a las disyuntivas que el desarrollo de la lucha impone a las clases principales. En este sentido, la agitación y la propaganda que los organismos revolucionarios deben ejercer en los momentos de auge, constituyen parte de la acción políticamente necesaria, que le permite a la organización revolucionaria realizarse tal –amén de los demás aspectos ha los cuales nos hemos ido refiriendo.


C. – LA LUCHA TEÓRICA.

Raúl había aproximado en uno de sus últimos documentos, algunas cuestiones en relación a este punto. Hemos querido retomarlas en el conjunto de cuestiones que van a ser planteadas. [23].

“El reconocimiento de las leyes sociales, había tenido por parte de la burguesía un desarrollo sistemático que determinó un reconocimiento de la instancia económica (Smith, Ricardo), filosófica (Hegel, Feuerbach.) Y política (Proudhon, Saint Simon, etc.) cuando la clase obrera se manifestó como fuerza social con tareas políticas propias, implicó por definición la necesidad cognoscitiva por parte de la burguesía de su temporalidad: políticamente la burguesía eludió el desarrollo del conocimiento (leyes sociales) y por lo tanto creó un conocimiento (ideología) para afirmar la existencia eterna de categorías conocidas y de la realidad (capitalismo construido). El desarrollo del conocimiento trasladado al proletariado representa simultáneamente la negación para la burguesía –se sobreentiende de su capacidad teórica– y la existencia (teórica) del proletariado”.[24]

La teoría revolucionaria tenía que partir del conocimiento adquirido (clásicos de la burguesía) para desarrollar o criticar el conocimiento adquirido. La crítica de la burguesía a –la que realizó con respecto a los clásicos– fue eminentemente ideológica, creando pro parte de ésta construcciones “teóricas” que parcializaban el conocimiento para tecnificarlo escondiendo los falsos supuestos sobre los cuales se sostenía la “técnica” económica, sociológica y filosófica. Desde entonces el positivismo y el pragmatismo presidían el “conocimiento burgués” (R).

Justo en el mismo proceso se dan:

a). –El desarrollo teórico como superación del conocimiento alcanzado. Superación que implica el desplazamiento del sujeto teórico (“cerebro pensante”) de una clase a otra.

El pensamiento discursivo se desarrollo a condición de trasladarse a la clase que objetivamente puede asumir las tareas revolucionarias. Habíamos anotado al comienzo de este inciso, la manera cómo los teóricos revolucionarios habían apreciado esto.

b). – una vez que el sujeto teórico se desplaza en el desarrollo histórico se da para la burguesía un proceso de vulgarización ideológica cuya expresión más desarrollada es la “ciencia oficial”.[25]

La lucha teórica tiene como punto de partida una vez creado el socialismo científico:

a. – La totalidad ya dada del desarrollo teórico alcanzado por el proletariado. Raúl, lo había señalado de la siguiente forma:

“Las construcciones teóricas de Marx y Engels representaron otro momento de aprehensión teórica de la realidad: la superación de ésta sólo se lograría en base a la crítica, –extensión del conocimiento– de estas construcciones. La crítica sólo podría –por definición– crearla el proletariado. Lenin, Trotsky, R. Luxemburgo y otros realizaron esta crítica de superación y la burguesía (Kautsky, Berntein, etc.), sostuvo la vigencia de las “recomendaciones políticas” planteadas por Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Luxemburgo, etc., *entendieron que la continuidad en el conocimiento y en la radicalidad de la clase obrera se expresaba de diferente forma ante una síntesis* social distintamente en esta discontinuidad en la expresión política de la clase se mantenía a la radicalidad y la lógica revolucionaria de estos” ( R ).


Es claro pues que en el momento actual la “critica” de la teoría burguesa no posibilita el desarrollo científico.

Los datos proporcionados por la clase en su conjunto, a partir del desarrollo instintivo de su “conciencia de clase”. La dialéctica entre el desarrollo del conocimiento instintivo y el conocimiento científico de la lucha proletaria, se expresa en el seno del movimiento, en el seno del movimiento, en la contradicción vanguardia masa.

Si bien, el sujeto teórico en el momento presente es el proletariado, éste se expresa necesariamente en forma desigual, de ahí que sea la vanguardia quien lo posibilite de manera específica. Pero la condición de subsistencia no es su “exterioridad sino precisamente su capacidad para asumir las necesidades que el desarrollo político independiente le impone. La organización revolucionaria incapaz de ir asumiendo las tareas que le movimiento le impone, es también incapaz de ir desarrollando la teoría; su destino en tal caso estará ligado al desarrollo espontáneo, quedando necesariamente como apéndice del movimiento general. El desarrollo racional (conocimiento científico) es posibilitado por la vanguardia de la clase. El proceso de construcción de la organización revolucionaria y de su transformación cualitativa imponen a los grupos revolucionarios la necesidad del paso cualitativo del pensamiento sensorial al co9nocimiento raciona y lógico. Dicho de oto9 modo, la vanguardia sólo es tal, si es capaz de reproducir en la mente la “síntesis de las múltiples determinaciones”, o de reducir lo “abstracto a lo concreto” por la vía del pensamiento si es capaz por tanto de elaborar el “concepto adecuado” a la práctica ejercida. El desarrollo desigual teórico de la clase corresponde por un lado a las características del mismo proceso de conocimiento, proceso que se eleva de los modos de conocimiento inferior a los modos de conocimiento superior, pero a su vez esto se relaciona con el desarrollo desigual político, de tal forma que al desarrollo del conocimiento instintivo corresponde de manera específica al movimiento de masas, mientras que el conocimiento científico sólo puede se producido por su vanguardia. Raúl, había reconocido esta desigualdad del desarrollo teórico al plantear: “El factor dinámico del proceso social (la clase obrera) al desarrollarse desigualmente crea la necesidad de expresar desigualmente el “dominio conceptual” sobre la clase… La vanguardia revolucionaria también tiene qué expresar distintos grados de sistematización en el planteamiento de las posiciones adquiridas como condición necesaria para establecer la comunicación con éstas.

Como tal, la lucha teórica supone el desarrollo científico y político de la clase, y no la mera oposición de los conceptos “asimilados” a otros contrapuestos, ya que ésta es precisamente la característica del desarrollo del discurso ideológico. La teoría revolucionaria es asimilada de hecho en su desarrollo [26] ; la lucha teórica supone pues el desarrollo de la teoría revolucionaria, aunque como plantea Engels, este desarrollo, puede estar referido solamente a aspectos particulares de la teoría misma. Ver. La Teoría del Imperialismo de Lenin, corresponde a un proceso del desarrollo del capitalismo en u momento determinado, su desarrollo estuvo dado por el reconocimiento del capital monopolista, que como tal está regido por las leyes del capital conocidas por Marx con anterioridad, constituyendo sin embargo, un grado de desarrollo particular referido a una etapa especifica de su desarrollo que no había sido reconocida –en su particularidad– por Marx. Por otro lado, ese mismo desarrollo imprimía a la lucha política del proletariado un conjunto de transformaciones –a través de las cuales se ejerce su discontinuidad– como condición de desarrollo de la construcción de la política independiente.

Por último su objeto está ligado a los intereses objetivos y revolucionarios del proletariado, a las condiciones en las cuales se desarrolla su política, y que le impone a ésta un carácter discontinuo como condición para su desarrollo independiente. Esa situación le confiere su capacidad de anticipación histórica que se reviste al movimiento en el esclarecimiento de sus objetivos reales, a través de la construcción de su estrategia y programa.


D). – LA LUCHA IDEOLÓGICA.

Había quedado sentado más arriba, la necesidad de la burguesía de ejercer dominio sobre la clase en ascenso. El resultado de la aprehensión dada en esa situación de dominación, era la deformación de los objetivos reales e históricos de la clase. La implicación política fundamental de la dominación ideológica es el sometimiento del desarrollo del movimiento a una dirección no propia. Esta tiene existencia como agente opuesto e impuesto al proletariado, y tiene como función impedir su desarrollo político independiente.

El problema que aquí se expresa es: la inexistencia de una aprehensión que reproduzca en la conciencia de la clase, el carácter objetivo de las relaciones burguesas de producción. Problema que a su vez es resultado de la situación dada de dominación ideológico–político. Lo que debe preocuparnos por tanto, no es el desarrollo del discurso burgués, sino la asimilación del mismo pro el proletariado, en contradicción con el desarrollo político de éste.

Surge pues la primera cuestión. Quién es el sujeto de la lucha ideológica. Nuestra respuesta parece ser evidente: el proletariado. Veamos por qué. El proletariado desarrolla su lucha impulsado por determinadas condiciones materiales e históricas, que lo ubican como sujeto revolucionario. En el desarrollo de la lucha, los objetivos aprehendidos (fruto de la dominación ideológica) son desplazados y sustituidos por otros propios de clase, y que son el resultado de su capacidad de anticipación teórica sobre el desarrollo de los acontecimientos. Pero los objetivos iniciales subsisten junto con el rechazo de ellos por el proletariado, en la mediad en que su supervivencia interesa a la clase que aún no se ha liquidado, y también en la medida que subsisten las relaciones de las cuales devienen. En este sentido, no podemos decir que el conjunto de concepciones, hábitos, costumbres, etc. Que son el resultado de la necesidad burguesa de perpetuar su dominio ideológico sobre su clase opuesta, pueda ser aniquilada sin haber sido destruida la clase burguesa y las relaciones capitalistas de producción.

El proletariado los desplaza, los regresa de donde surgieron, y al hacerlo los reemplaza por los objetivos que se desprenden de su situación real y que son reconocidos por medio de la ciencia. La liquidación de la ideología burguesa se da en le seno de la clase proletaria permanentemente. Lo anterior quiere decir que:

a). – La lucha ideológica es un instrumento de la clase que se ejerce en el seno de la misma, y que le permite emanciparse teóricamente de su enemigo al desplazar la ideología burguesa, o lo que es lo mismo, le permite aprender sus objetivos históricos propios.

b). – La permanencia dé posiciones burguesas (oportunismo en el seno de la clase y aún en la organización revolucionaria), es una condición histórica, que no puede ser liquidada mientras subsistan las clases, La burguesía dejaría de serlo, si no renovara incesantemente sus modos de dominación ideológica sofisticándolos, embrollándolos, etc. Y el proletariado lo mismo, si no sostuviera permanentemente la necesidad de deslinde de las posiciones de clase.

Veamos esto, en forma particular. Una concepción determinada tetándose de una aprehensión científica de la misma, se reconoce describiendo los intereses reales que ahí se expresan, en una forma más o menos velada, o más o menos sistemática. La ciencia no ideológica a la ciencia ideología (la propaganda revolucionaria –por ejemplo– opone a la ideología los resultados del trabajo teórico ejercido por la organización, aunque expresándose en diversidad de formas), sino que lleva a ésta al lugar del cual surge: las relaciones de producción. Para el pensamiento científico existe siempre una relación entre la categoría, el concepto, y la situación sobre la cual se construye. Engels anotaba: “Ivdegar las causas determinantes que se reflejan en las cabezas de las masas que actúan y en las de sus jefes… He aquí el único camino que puede llevarnos a descubrir las leyes por las que se rige la Historia en conjunto, al igual que los distintos periodos y países”[27]. La crítica a la ideología desde el punto de vista científico es sin reducción a las causas determinantes que ahí se reflejan. La lucha ideológica del proletariado supone pues la aprehensión científica de la ideología misma y de las causas e intereses que la determinan.

Por el otro lado decíamos que el desarrollo teórico del proletariado es desigual necesariamente. Lo cual implica que en el seno de la clase una parte de ella, su vanguardia (Que como dice Lenin, sólo es tal si está ligada a una teoría de vanguardia) ejerce un trabajo sobre el conjunto de la clase y del mismo movimiento y que el mismo movimiento le determina, tendiente a posibilitar el desplazamiento de la ideología burguesa.

El movimiento de masas por su parte prepara en el ejercicio de su lucha las condiciones para la asimilación de los objetivos propios de clase. La vanguardia realiza de manera específica, la lucha ideológica a través de la agitación y la propaganda; las masas transformando en el ejercicio de su lucha su propio instinto de clase. No hay que pasar por alto, la capacidad espontánea de las masas en los momentos de auge, para olfatear instintivamente la no correspondencia de determinadas concepciones con los intereses de su lucha. Es absolutamente exacto afirmar que laucha ideológica se realiza en el seno de la clase en la relación vanguardia–masa; pero esto al negar el desarrollo alcanzado por el movimiento de masas en los momentos de auge no hay más que la necesidad burguesa de afirmar las condiciones para una política no independiente. Raúl había dicho: “Al expresarse la clase obrera en sus distintas formas de existencia… plantea elementos de ruptura por medio de su “conciencia espontánea”, es decir mediante el planteamiento de los problemas de clase que hay que resolver”. Mao no afirma en otro sentido la necesidad de “Aprender de las masas”. ¿Qué es lo que define las características particulares de la lucha ideológica en un momento determinado? Dos cuestiones:

La primera. La existencia particular y específica de un conjunto de concepciones y hábitos que en un momento determinado ejerce la dominación sobre el movimiento, o que por lo menos intentan mantener el desarrollo de la lucha revolucionaria en etapas ya superadas. El oportunismo –expresión de existencia de los intereses enemigos en el seno del movimiento y la organización– se manifiesta necesariamente en diversas formas en el desarrollo de la lucha. La lucha ideológica, en la medida que está ligada a la necesidad política de desplazar las posiciones burguesas en el seno del movimiento revolucionario está determinada en cuanto a su contenido específico por el conjunto de elementos ideológicos que en un momento dado ejercen su dominación o se manifiestan abiertamente como opuestos al desarrollo del movimiento revolucionario.

La segunda. Por el papel particular que tales oposiciones cumplen en función del desarrollo político, para frenarlo o, paralizarlo. A cada etapa del desarrollo del movimiento corresponde una forma de oportunismo que se expresa a través de concepciones ideológicas determinadas. Y a cada una de ellas, corresponde también una atención particular en el ejercicio de la lucha ideológica.

El “Que hacer” de Lenin, es un largo y minucioso desarrollo teórico, cuyo objeto principal, en su primera parte, es señalar la manera cómo se inscriba la necesidad de la lucha ideológica y su prioridad en momento de desarrollo determinado.

O dicho en otras palabras, la determinación del objeto político de la lucha teórica e ideológica.

Tres son las características fundamentales señaladas por Lenin para describir la situación de la socialdemocracia en esos momentos.

a). – La existencia de un periodo de dispersión teórico–político. Resultado de las “Alianzas” basadas en la lucha contra el absolutismo.

b). – El oportunismo está ligado a la necesidad burguesa de reducir la lucha proletaria al economismo. Su correspondiente “Teórico” es la estrechez científica, auge del “Marxismo oficial”, y existencia de una dominación profunda en el seno de la socialdemocracia. Todo esto se da precisamente en momentos de auge espontáneo del movimiento de masas.

C. – La organización revolucionaria (en gestación) aún no ha liquidado totalmente cuentas con su pasado teórico político.

La necesidad de la lucha ideológica, aparece así como condición de liquidación del economismo en el seno del movimiento, en la medida que, la liquidación del periodo de dispersión teórica, permitirá a la clase y a la socialdemocracia la asimilación teórico–ideológico-política de sus objetivos históricos y pro ende la afirmación de su desarrollo revolucionario.

La contradicción principal en tales momentos se ubica en la relación que existe entre el auge espontáneo de las masas y el retraso de su dirección política. Retraso que imponía la necesidad de transformación cualitativa e la socialdemocracia y que se realizaba en la liquidación del economismo. Y la afirmación del desarrollo de las posiciones revolucionarias. Lenin reconoce en relación al desarrollo de tal contradicción explícita o implícitamente los siguientes elementos:

a). –El desarrollo de la lucha espontánea (que caracterizaba la cualidad especifica con que se daba el auge) proporciona las bases objetivas para el desarrollo de la conciencia socialista (de ahí la necesidad de desarrollo teórico y de educación política); y su desarrollo, la afirmación de las características objetivamente revolucionarias de la clase. El movimiento de masas imponía a la organización revolucionaria la necesidad de esclarecer los objetivos que se desprendían de la crisis y la necesidad también, de transformarse políticamente y asumir las tareas que de ahí surgían, particularmente aquellas ligadas a la necesidad de proporcionar al desarrollo del movimiento revolucionario los objetivos de clase que le posibilitaban el desarrollo de una política independiente.

b). – La lucha ideológica se ejerce en el seno del movimiento de masas y en forma particular en el seno de la socialdemocracia.

c). –El desarrollo de la conciencia socialista, impone a la organización revolucionaria la necesidad de realizar un trabajo específico y particular destinado a tal objeto: la agitación y la propaganda.

d). –Cuando Lenin alude a la “incapacidad de parte de los obreros para superar por si solos la lucha gremial, profesional, etc., tal afirmación está referida a.

La relación de dominación política que en ese momento ejercía la burguesía, realizada a través de la dominación económicista de ola dirección del movimiento y de la socialdemocracia. Esto es, aquellos momentos que Marx describe como momentos en los cuales el desarrollo político proletario es aún insuficiente para alcanzar su independencia política y que lo relegan a condición de apéndice de otras clases. En relación a esto se plantea como condición de desarrollo; la asimilación de los objetivos que se desprenden de la situación objetiva y del desarrollo de su práctica misma.

Lo cual supone la liquidación de la dominación burguesa en el seno del movimiento.

–O bien, la subsistencia de modos de aprehensión no correspondientes con la práctica desarrollada, cuando el auge impone la transformación de los objetivos aprehendidos–, En cuyo caso se plantea la educación –solución– de la contradicción desarrollo político–desarrollo de la conciencia socialista.

e). – En general la necesidad de liquidación del periodo de dispersión teórico, corresponde a la necesidad política de subordinar la lucha por las reformas a la lucha revolucionaria.


E). – DE LA RELACIÓN DE AMBAS.

Podemos concluir la exposición anterior, explicitando la relación lucha teórica lucha ideológica.

a). – La lucha ideológica proletaria supone el desarrollo teórico, en la mediad que sólo los objetivos que se desprenden de la aprehensión científica coinciden con los objetivos reales e históricos de la clase, el socialismo utópico –por ejemplo– se desvanece en un esfuerzo crítico de las categorías burguesas, sin llegar a conocer la conexión interna que regía las leyes del capital. Su carácter era condenatorio, moral, idealista, no posibilitaba por tanto, ni la solución de la contradicción práctica política desarrollo científico, ni por ende proporcionaba a la clase los recursos teóricos para esclarecer su desarrollo político. Cuando Lenin apela “Denuncias Políticas”, reconoce que éstas tienen que surgir de una aprehensión teórica de la situación de la clase.

Esclarecer los intereses y comportamiento de cada una de las clases que se manifiestan en un conflicto determinado, –característica de las “Denuncias Políticas” propuestas por Lenin–, supone la comprensión de la conexión que existe entre los comportamientos políticos, su expresión ideológica y los intereses reales; esto sólo puede dar la aprehensión científica. La agitación y la propaganda socialdemócratas se oponen a la agitación y propaganda economicistas, no sólo por la diferencia de intereses que ahí se expresan, sino porque la realizada por la socialdemocracia está fundada científicamente.

b). – La realización de la lucha ideológica, permite a la organización revolucionaria aprehender el conjunto de “problemas que el movimiento revolucionario le impone. En esa misma medida plantea a la necesidad de desarrollo científico un conjunto de problemas teóricos que la organización debe resolver. Si bien la lucha ideológica no es de pro sí desarrollo científico, determina a éste en su objeto de conocimiento. El objeto de conocimiento está determinado por la teoría revolucionaria por las necesidades políticas de la clase en ascenso. [28].

c). – La lucha teórica está ligada a las necesidades histórico políticas del proletariado. Habíamos dicho que la condición política del “cerebro pensante” o de la “organización vanguardia” para realizar el desarrollo teórico era su vinculación política con el movimiento revolucionario, su ligazón y atadura con el proletariado. En este sentido, el desarrollo científico supone también el desarrollo de la lucha ideológica como necesidad política y condición de su realización.





Notas:


[1] En relación a algunos de los problemas que aquí serán planteados se habían ejercido con anterior en algunas discusiones. El en el cual aparecen con mayor grado de desarrollo, y al cual haremos referencia es: Raúl, El proceso revolucionario.

[2] Marx, Postfacio a la segunda edición del Capital, El Capital, FCE, México, 4ª. Reimpresión, 1971.

[3] La ciencia burguesa sólo se desarrolla con el desarrollo de la manufactura. Es importante este hecho, por que su desarrollo teórico corresponde a la necesidad específica de transformación revolucionaria de las condiciones de producción. “La Economía Política, que no aparece como verdadera ciencia hasta el período de la manufactura, no acierta a enfocar la división social del trabajo mas que desde el punto de vista de la división manufacturera del trabajo; como medio para producir con la misma cantidad de trabajo más mercancías, con el consiguiente abatimiento de éstas y, por tanto, una mejor celeridad en la acumulación del capital”. (Marx, El Capital, L 1, Op. BIT. Pág. 297.

[4] Faltaba en Alemania –en1830– el cimiento vivo, la moderna sociedad burguesa sobre la que pudiera sentarse la Economía Política. Esta ciencia se importaba de Inglaterra y de Francia como producto elaborado; los profesores alemanes de Economía seguían siendo simples aprendices. La expresión teórica de una realidad extraña se convertía en sus manos en un catálogo de normas que ellos interpretaban o mejor dicho deformaban a tono con el mundo pequeño burgués en que vivían. Y más adelante: “desde 1848, la producción capitalista comenzó a desarrollarse rápidamente en Alemania y ya hoy da su floración de negocios turbios. Pero la suerte seguía siendo adversa a nuestros economistas. Cuando habían podido investigar libremente la Economía Política, la realidad del país aparecía vuelta de espaldas a las condiciones económicas modernas. Y, al parecer, estas condiciones surgieron en circunstancias que no consentían ya un estudio imparcial de aquellas sin remontarse sobre el horizonte de la burguesía”.
[5] Marx, Postfacio…, op. cit.

[6] Raúl, documento citado.

[7] Cf. Marx, Introducción general a la Crítica de la Economía Política. Cap. III: El método de la Economía Política.

[8] Cf. Marx, carta a L. Kugelmann, 1868.

[9] En 1830 la burguesía había conquistado el poder político en Francia e Inglaterra. A partir de ese momento la lucha de clases comienza a revestir, práctica y teóricamente, formas cada vez más acusadas y más amenazadoras. Había sonado la campanada funeral de la ciencia económica burguesa. Ya no se trataba de si tal o cual teorema era o no verdadero, sino de si resultaba beneficioso o perjudicial, cómodo o molesto, de si infringía o no las ordenanzas de la policía”. Más adelante, Marx anotaba: “También en Alemania llegó a su madurez el régimen de producción capitalista, en una época en que su carácter antagónico había tenido ya ocasión de rebelarse ruidosamente, en la serie de luchas históricas sostenidas en Francia e Inglaterra; y en que el proletariado alemán poseía ya una conciencia teórica de clase mucho más fuerte que la burguesía de su país”. Refiriéndose a las misma Alemania dice: “Y ésta crítica –la crítica de la Economía burguesa–, en la medida en que una clase es capaz de representarla sólo puede estar representada por aquella clase cuya misión histórica es derrocar al régimen de producción capitalista y abolir definitivamente las clases: el proletariado”. Marx, Postfacio…, op.cit... Engels anotaba en coincidencia con esto en su obra Del socialismo utópico al socialismo científico: “Sólo en la clase obrera perdura sin decaer el interés teórico alemán”.
Por otro lado, en El Capital, se resalta esa misma cuestión al referirse a Inglaterra: “Los obreros fabriles ingleses fueron los campeones no sólo de la clase trabajadora inglesa sino de toda la clase trabajadora, y sus teóricos fueron también los primeros que arrojaron el guante a la teoría del capital”. Marx, El Capital, op.cit. pp. 238.
En general la dialéctica marxista de la “ciencia oficial” se construye en base al ‘olvido’ de la determinación que se expresa en todas estas anotaciones. Los “demócratas” en la medida que representan los intereses burgueses no pueden sino fundarse en tal “dialéctica”.
[10] Mao, Sobre la práctica.

[11] “Para conocer tal o cual cosa o cosas, es preciso participar personalmente en la lucha política por transformar la realidad, por transformar dicha cosa o cosas pues es éste el único medio de entrar en contacto con las apariencias; así mismo es este el único medio de poner al descubierto la esencia de dicha cosa o cosas y comprenderlas”. 2Si quieres conocer la teoría y los métodos de la revolución, tienes que participar en la revolución” (Mao, Sobre la práctica). Es claro que el proletariado posibilita el desarrollo de la teoría a través del desarrollo de su lucha revolucionaria, y por otro lado, que el teórico revolucionario, sólo puede ser tal si está vinculado a la lucha del proletariado.

[12] Marx y Engels. Del Socialismo utópico al socialismo científico, Obras escogidas, Editorial Progreso, Moscú, 1971, T II pp. 118, 125, 132.

[13] Cf. Raúl, doc.cit.

[14] Cf. Marx, Carta a Kugelmann, 1868.

[15]

[16] Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana., Obras escogidas, op.cit. pp. 398.

[17]

[18]

[19] Los “Demócratas” se caracterizan por caminar en esta circularidad. A la inexistencia de manzanas, oponen como a cualquier situación la varita mágica: “nuestra lucha es la lucha por la existencia de las libertades democráticas”. Sus recursos morales dejan muy cortos a los curitas de pueblo¡¡¡ recientemente Galván y camarilla, han manifestado sus “Deseos” de formar el FUT, la argumentación, dejando a un lado la risa que nos causa, se apoya en lo siguiente el sindicato dejó de ser democrático porque se sometió a los intereses del imperialismo, su resultado es la antidemocracia patrióticamente y demás vainas. La tal “Democracia” es justamente una idea que se encarna en la razón idealista de la burguesía, los “señores” se asombren de que tal idea que suponen acorde con los intereses nacionales” (idea tanto peor) no existe en la realidad, por lo que la solución es que la idea se encarne el mundo real. Lo mismo vale ara la “Ley”, que la clase obrera se encargará de hacer cumplir, etc. En realidad no asistimos sino al mismo discurso trillado y pintado de mil colores, de los intereses burgueses en el seño del movimiento.

[20] Sobre este punto, nos habíamos detenido en el inciso “B” del presente trabajo. Cf. Madera 2.

[21] Cf. Trotsky; “1905”, resultados y perspectivas”. T.I. cap. 7 : “la Huelga de Octubre”. Biblioteca de cultura socialista, Ed. Ruedo , Francia 1971.

[22] El tristemente célebre periodo de “acumulación de fuerzas” concepción dominante de los “Demócratas” no es sino la expresión ideológica de la necesidad burguesa de atar la lucha proletaria al marco de los objetivos falsos que la clase enemiga le impone.

[23] Haremos algunas citas largas, en virtud de que tal documento fue muy poco conocido y difundido. Además con el objeto de retomar una serie de apreciaciones que a nuestro juicio tienen validez, y cuya formulación sólo corresponde a Raúl.

[24] De hecho, aún la capacidad de desarrollo de las ciencias naturales es desplazada al proletariado. Sobre este punto hablamos en nuestro trabajo a cerca del proceso educativo y el movimiento estudiantil. Cita: Raúl, Doc. Cit. (Lo que aparece entre diagonales es anotación nuestra que éstas aparezcan en medio de una cita es que hemos utilizado la misma notación. Cuando señalamos (R) nos referimos al mismo documento de Raúl).

[25] El estado burgués encarna también como característica particular, la necesidad de ejercer la dominación ideológica de clase. La “ciencia oficial” es el resultado del trabajo de la inteligencia, aquel sector del cual Trotski señalaba si íntima ligazón material con el capitalismo. “La importancia social de la inteligencia está internamente determinada por el papel que juega en la organización de la economía capitalista y de la opinión pública burguesa, su unión material con el capitalismo le han impregnado de arriba abajo de tendencias imperialistas”. (Trotsku, “1905, resultados y…”) OP.CIT. PP. 141. Engels señala en relación a este punto: “En el estado toma cuerpo ante nosotros el primer poder ideológico sobre los humanos. La sociedad se crea un órgano para la defensa de sus intereses comunes frente a los ataques de dentro y de fuera. Este órgano se independiza de la sociedad tanto más cuanto más se va convirtiendo en órgano de una determinada clase y más directamente impone el dominio de esta clase. Pero el estado, una vez que se erige en poder independiente frente a la sociedad, crea rápidamente una nueva ideología. En los profesionales, en los teóricos del derecho público y en los juristas que cultivan el derecho privado, la conciencia de la relación con los hechos económicos desaparece totalmente”. (Engels, Ludwig…” OP.CIT. PP.395). El estado no sólo es el modo de organización principal de la burguesía, sino que asume como tal (sistematizado, codificando, vulgarizando) , una ideología que corresponde al modo de producción capitalista, y que tiene como función “eternizar”, o mejor, reproducir las condiciones de su desarrollo en la conciencia de las masas. Esta característica se realiza para el estado burgués a través de su diversidad de instituciones, por otro lado, el estado aparece como poder autónomo, que personifica la organización política del capital, y esto quiere decir que el Estado burgués sólo llega a ser tal, en el momento que se despoja de los intereses generales de la sociedad o del proletariado en particular, y que le son impuestos revolucionariamente en el momento de su surgimiento. Marx en el “18Brumario, muestra cómo la República se tuvo que despojar de las instituciones sociales que el proletariado le impone, como poder autónomo y opuesto a su clase antagónica. Su expresión jurídica aparece como lo que es: un instrumento coercitivo, etc. “La ciencia oficial”, no es sino la producción de las categorías ideológicas que el estado asume para ejercer su poder de dominación ideológica. Y, ¿Cuál es la formación dominante de los demócratas, sino esa basura de “ciencia oficial”? ¿En dónde, han centrado sus fuerzas de “crítica” sino ahí” ¿Qué pasa en realidad? Que nuestros “científicos” no sólo producen la ideología estatal, sino que llegan a ser accionistas de la banca ¡¡. Triste destino para el movimiento revolucionario si se fía de los “demócratas”. Lo único coherente para el revolucionario es mandar a la mierda esa “ciencia”, incluido el “Marxismo oficial”… UNA VEZ MÁS¡¡.

[26] Nada tiene qué ver este proceso, con la tillada “aplicación” de la teoría, que no es sino el último reducto del empirismo.

[27] Engels, “ludwig…” OP. CIT. PP. 390.

[28]Cuando señalamos la necesidad de determinar y construir los elementos estratégicos programáticos del proletariado, ACEPTAMOS también el reto teórico que el movimiento le impone a las organizaciones revolucionarias.