viernes, 20 de marzo de 2009

Maderas Viejos. Madera No. 1


PRESENTACIÓN:
Con éste primer número de nuestro periódico, un grupo de militantes, iniciamos la publicación (de manera más amplia) de nuestros puntos de vista sobre los problemas más generales del proceso revolucionario actual; sobre las condiciones y objetivos de la lucha del proletariado mexicano en la presente etapa.

Con esto pretendemos contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, al esclarecimiento y definición de las cuestiones que hoy preocupan a los grupos y militantes revolucionarios y, de esta manera, contribuir a la definición del ‘QUE HACER’ proletario y al desarrollo de los vínculos organizativos en el seno del movimiento revolucionario a través de la discusión, la elaboración y la práctica política conjuntas.

De hecho, éste número es la primera parte de un documento más extenso cuyo objeto se ubica en la definición de las características generales y específicas de las tres grandes instancias de la lucha proletaria: la lucha contra el capital (o lucha ‘económica’), la lucha política y la lucha teórica (que incluye la lucha ideológica).

Como se plantea en el desarrollo de este documento, “todo discernimiento político tiene como condición el deslinde de las posiciones de clase y éste no constituye la excepción”, menos aún teniendo en cuenta las características de dispersión teórica y orgánica del período por el que atravesamos, características que objetivamente posibilitan la aparición de un conjunto de aprehensiones no proletarias de la lucha que intentan someter al proletariado a intereses ajenos, aún en el seno de los grupos que han tomado el camino de la lucha armada. En este sentido, Marx ya decía que “el partido se desarrolla depurándose” de ahí pues la necesidad impostergable de dar la batalla más rigurosa e inexorable contra estas posiciones como condición para la afirmación de los intereses de clase.

En cuanto al nombre de nuestro periódico, es obvio, de una parte, que queremos rendir honor a aquellos heroicos y avanzados combatientes que, hace ya siete años iniciaron un proceso que hoy sabemos irreversible, y de la otra, recoger la tradición y el compromiso que con su sangre sellaron ante el pueblo proletario: ¡Revolución o muerte!.

Por eso estamos profundamente convencidos de que el mejor panegírico que podemos rendir a nuestros queridos camaradas caídos en combate, a los de entonces y a los de ahora: A Genaro, a Diego y a tantos más no es otro que el de elevar y desarrollar la lucha proletaria hasta sus últimas consecuencias: ¡hasta la destrucción del capital!

¡REVOLUCIÓN O MUERTE VENCEREMOS!
Mayo del 72


LAS NUEVAS TAREAS DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO


“LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA ES LA DESTRUCCIÓN DEL CAPITAL”
KARL MARX


El desarrollo del movimiento revolucionario impone en estos momentos un conjunto de necesidades, cuyo cumplimiento es condición para su desarrollo.

Estas necesidades han sido percibidas espontáneamente con mayor o menor intensidad en el seno del movimiento mismo, ya expresándose como desarrollo en el movimiento de masas o como determinación de nuevas tareas para los grupos revolucionarios.

Estas necesidades y el conjunto de transformaciones que de ahí se desprenden, son determinadas por el desarrollo de la lucha de clases en general y, particularmente por las características del desarrollo del proletariado en estos momentos.

El objeto del presente trabajo se ubica, pues, en la necesidad de definición de ése conjunto de necesidades de que hablamos y de las tareas que de ahí se desprenden.

Desde el punto de vista de su objetivo político, la necesidad de esa definición corresponde a la necesidad de ejercer dirección sobre el conjunto del movimiento, la necesidad de construir y asumir una “teoría de vanguardia” capaz de ejercer una dirección de vanguardia (Cf. Lenin, ¡Qué hacer? ).

Desde este punto de vista su objetivo teórico, corresponde a la necesidad de aprehender científicamente las características del desarrollo del proceso revolucionario. La “definición” capaz de ejercer dirección sobre el movimiento tiene que ser el resultado de un trabajo teórico que posibilite la aprehensión científica de la realidad. Así pues, la necesidad de definición de este conjunto de necesidades y tareas es el resultado de un trabajo teórico capaz de comprender las características del desarrollo objetivo de la lucha misma. Como tal, esa aprehensión teórica no hace sino sentar las bases para el ejercicio de la dirección misma, ya que ésta última se desarrolla en el trabajo político propiamente dicho, a través de la organización, de la acción, etc. Al definir teóricamente las nuevas tareas, lo que se hace es, como decíamos sentar las premisas sobre las cuales se desarrolla la dirección de vanguardia; el ejercicio de la misma se desarrolla en la actividad que ejerce la organización de vanguardia, pues como tal, la aprehensión crítica de la realidad no modifica la realidad misma, por lo menos en y hasta el momento en que la mente se comporta teóricamente. (Cf. Marx, Introducción a la crítica de la Economía Política. Capítulo 3., también en el Método de la Economía Política,, Col. 70, Introducción a la...).

La definición de las nuevas tareas del movimiento revolucionario no es pues sino la respuesta a la necesidad teórica (determinada por la necesidad política) de comprensión del desarrollo de la lucha; es realización, en todo caso es el resultado de un trabajo político de construcción de los instrumentos de lucha del proletariado y del ejercicio permanente de esa lucha,. Aclaramos lo anterior para enfatizar que la necesidad de comprensión del desarrollo de la lucha, que como tal es una necesidad particular en el seno de un conjunto de necesidades impuestas por el desarrollo del movimiento, es también una necesidad particular en el seno de un conjunto de necesidades impuestas por el desarrollo alcanzado. De hecho la manifestación de la necesidad de comprensión teórica es lo que nos permite ubicar el conjunto de necesidades generales que exige el actual desarrollo de la lucha. Se trata pues, de un desarrollo teórico impuesto como necesidad política.

Hecha la anterior aclaración, podemos ubicar el objeto del análisis: las características del desarrollo de la lucha del proletariado en el presente período. De este análisis se desprenderán, necesariamente, un conjunto de NUEVAS TAREAS a realizar, y éstas a su vez constituirán la base sobre la cual se ejercerá la discusión teórico–política para la definición del ¿Qué hacer?. En el presente análisis se parte del conjunto de experiencias en este período y de su ubicación en relación a las tareas históricas del proletariado., esto es, de la relación que guarda el desarrollo de la lucha en estos momentos con las tareas que el desarrollo histórico impone objetivamente al proletariado: la abolición de las relaciones de producción capitalistas, pretende, por tanto, resaltar los elementos que define el desarrollo en dirección a sus tareas históricas. Distinguirlos de aquellos que constituyen su negación. Es decir: oponer las características que definen la lucha del proletariado a todas aquellas características que se desprenden de los intereses de la clase enemiga y que de una forma u otra se manifiestan en el proletariado mismo como antagónicas a sus intereses de clase.

El desarrollo del movimiento tiene características objetivas, determinadas por el conjunto de contradicciones a través de las cuáles se ejerce este desarrollo. En el curso de este trabajo nos iremos refiriendo a esa determinación y al papel que juega cada una de ellas.

La exigencia de esa objetividad, de la que hablamos arriba, es, como se sabe, independiente de que se haya alcanzado o no una comprensión científica de la misa,. En el presente trabajo se intenta realizar la aprehensión proletaria (científica) de ese desarrollo, se trata de responder a la necesidad proletaria de transformar el desarrollo espontáneo en un desarrollo cuya dirección parte de la comprensión científica de la lógica que regula tal desarrollo. Esa transformación como condición sine quanon de la posibilidad proletaria de asumir su misión histórica. Al realizarse, se opone irreconciliablemente a la aprehensión ideológica que caracteriza el modo de aprehensión de la burguesía, una vez que esta ha llegado a ser la, clase dominante. Es por tanto en un solo y único movimiento, definición de las tareas y objetivos específicamente proletarios y ejercicio de la lucha contra su contrario. En este sentido es que la teoría revolucionaria no sólo posibilita la aprehensión científica del desarrollo de la historia sino que también se manifiesta como oposición teórico-política sino que también se manifiesta como oposición teórico-política a la aprehensión sustentada por las clases enemigas. El desarrollo teórico es ya desarrollo de la lucha teórica (Cf. Marx, Engels, Lenin: En relación a la lucha contra el socialismo utópico, “el economicismo”, etc). Lo anterior tiene como objeto advertir el carácter necesariamente polémico del trabajo mismo.

Es necesario, además hacer dos advertencias en relación al presente trabajo: La primera en relación al grado de inacabamiento de las posiciones aquí expuestas, ya algunos elementos aparecen más como ubicación de la discusión y del trabajo teórico que como resultado de un trabajo teórico acabado. Lo anterior es producto del retraso (que adquiere características de problema) en el desarrollo teórico referido a las necesidades del desarrollo del movimiento y, por otro lado, de la incapacidad objetiva para definir algunas cuestiones dado el grado de desarrollo del movimiento en general, de nosotros en particular.

La segunda es en relación al objeto del trabajo mismo (definido de manera general líneas arriba), que por sus características estará necesariamente referido a un conjunto de conceptos no desarrollados explícitamente, y que sin embargo han sido definidos en ese cuerpo teórico-político elaborado históricamente por los clásicos del marxismo (Marx, (Marx. Engels, Trotski, Rosa, etc.) al que genéricamente llamamos Teoría Revolucionaria.

Cuando la importancia de esas referencias sirve para la comprensión de lo aquí expuesto, o bien para el desarrollo de la discusión misma, estas se presentarán en el discurso mismo o como notas de pie de pagina.
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Es necesario aclarar que todo el trabajo tiene como base la contradicción Capital-Trabajo, considerada como principal y dominante en la formación social mexicana. Hacemos esta aclaración en virtud de que el desarrollo político de una clase y la construcción de sus instrumentos de lucha tienen como base las relaciones de producción existentes. Los objetivos inmediatos e históricos son definidos por su ubicación en las relaciones de producción; en relación a ellas se construyen pues los instrumentos específicos de lucha-políticos y teóricos con los cuales las clases realizan sus propios intereses.

Queda claro entonces que el desarrollo teórico-político de una clase, aún teniendo como base las contradicciones que se desprenden de la existencia de determinaciones de producción, es también el resultado, a su vez, de un conjunto de determinaciones particulares que definen dichas instancias teórico-políticas. Más adelante estas determinaciones serán tomadas en cuenta para el análisis que proponemos realizar.

En ese sentido consideramos que en la actual etapa del desarrollo del capitalismo nacional los residuos de modos de producción precapitalistas como modo de producción dominante. Marx ha desarrollado en el capítulo “L” del libro (I) de el “Capital”, y en el capítulo IV del libro I bajo el título “Los resultados del proceso inmediato de producción”, el modo como se da esta característica en una formación social determinada.

Sin evadir la responsabilidad teórico-política las afirmaciones anteriores suponen, dejamos el desarrollo de las mismas para otro lugar, quedando por tanto excluido del presente trabajo. Sólo haremos referencia brevemente, a dos apreciaciones que resultan como fundamentales;- Por un lado, que la lucha del proletariado tiene en estos momentos como objeto la destrucción de las relaciones capitalistas de producción y no la superación de los modos precapitalistas: de donde se desprende necesariamente el rechazo absoluto a la lucha “nacionalista” o de ¡liberación” como tarea propia del proletariado La “alianza con la burguesía nacional (“progresistas”) queda por lo mismo , como “línea política” exclusiva., de la posición burguesa que intenta dominar el desarrollo del proletariado y los representantes de tal posición como enemigos de clase. Más adelante veremos como el desarrollo político del proletariado, en relación con la construcción de su estrategia, está determinada por esta característica (es decir, la del rechazo a toda alianza con la burguesía) y como también este desarrollo corresponde a la apreciación teórica que hacemos sobre el desarrollo del capitalismo en México.
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Por otro lado, la consideración de que el “estudiantado” y el “campesino”, conforman como característica dominante, destacamentos del proletariado mismo en la configuración actual de las clases en el país. De hecho estas denominaciones, “estudiantado” y “campesinado”, no sirven sino para ocultar las diferencias reales existentes entre tales destacamentos.

De lo anterior se desprende el rechazo absoluto a la concepción que considera a estos destacamentos como (aliados) de la clase obrera. No nos detendremos aquí a hablar de las particularidades de la ubicación de estos sectores en las relaciones de producción, por que no es ése el objeto de este trabajo.

Aclaro sin embargo, que el análisis de la ubicación de clase de “estudiantado” ha sido desarrollado ya en otro lugar, y que el análisis de la ubicación del “campesinado” está siendo desarrollado. En estos trabajos donde tendrán que ser tratadas las particularidades propias de estos sectores (Vgr.: La pequeña burguesía campesina, el ejidatario, el asalariado, el asalariado agrícola, etc. Yen relación a los “estudiantes”, el obrero potencial, el obrero real, el estudiante burgués, etc).

El desarrollo de la lucha es el resultado de la síntesis de la lucha económica, lucha es el resultado de la síntesis de la lucha económica, lucha política y lucha teórica o “ideológica”. En la sociedad capitalista, la primera es la manifestación de la contradicción capital trabajo y tiene como base la existencia del trabajo asalariado y del capital como relaciones de producción: la segunda es la manifestación de la contradicción entre el estado burgués y la organización como instrumento de “defensa” de los intereses proletarios y cómo instrumento de emancipación de clase obrera o como instrumento de la emancipación revolucionaria de la clase. La tercera aparece como la manifestación de la contradicción entre la ideología burguesa y la aprehensión científica de la realidad. La ideología como instrumento de dominación de clase y la ciencia como instrumento de emancipación (Cf. K: Marx e n relación a las características de lo concreto, desarrollado en el cap. 111 de la “introducción a la crítica de la economía política” y Lenin en relación a los elementos determinantes de la lucha desarrollados en el “Qué hacer”, el desarrollo del movimiento revolucionario aparece pues como resultado de la síntesis de los elementos mencionados pero no sólo esto, sino que cada lucha “concreta”, o mejor dicho, cada lucha particularmente, es también manifestación de esta síntesis.

De tal manera que esas luchas concretas o particulares no pueden ser pensadas (analizadas) al margen de los elementos que la definen. La comprensión científica de una huelga, de una manifestación, de una acción expropiatoria, etc. Aparece pues como el resultado de un trabajo teórico. Que reproducen en las mentes las múltiples determinaciones que le posibilitan y definen su existencia como “concreto”.


Las características más generales del desarrollo del movimiento en in período determinado se manifiestan a través de las luchas particulares dadas en ése período. De hecho esas características generales a todo el proceso, que aparece como tendencia a una necesidad nos son construidas en el ejercicio en el ejercicio de un conjunto de luchas particulares. Pero a la inversa, esas características generales son el resultado de un conjunto de determinaciones que caracterizan la lucha de clase., en un momento dado. Así lo particular y lo general se mantienen en una relación dialéctica. A manera de ejemplo haremos mención a un elemento que será desarrollado con mayor detenimiento más adelante: Una acción expropiatoria es el resultado de la apropiación dada, en un momento determinado, por parte del proletariado o de sus organismos revolucionarios, de una parte del trabajo pretérito expropiado anteriormente por la burguesía a los trabajadores. Como tal, constituye sólo un “eslabón” en la lucha, corresponde por tanto a lo que hemos llamado una lucha particular.. Sin embargo, manifiesta por sus características particulares las necesidades más generales del proceso revolucionario mismo: La necesidad de expropiación de los medios de producción en su conjunto. Así las características del desarrollo revolucionario cobran una existencia específica en el desarrollo del mismo a través de las luchas particulares, pero estas últimas sólo constituyen el tal “eslabón”, a condición de que sus características propias mantengan una relación directa con las características generales del desarrollo del proceso. Puede pasar que una lucha particular, por sus características específicas y los intereses de clase que representan, no coincida con las características generales del proceso, y que sea por tanto la manifestación de posiciones e intereses opuestos o de etapas superadas ya en el desarrollo de la lucha.

La teoría revolucionaria ha identificado, en todo momento, no sólo las características más generales que modulan el desarrollo, sino también el conjunto de posiciones y de luchas que no corresponden a aquellas y que se ubican en una dirección contraria. Así, en su momento fueron puestas en evidencia por los teóricos revolucionarios aquellas posiciones que representan una regresión (Cf. Lenin en relación a la lucha contra los “populistas”. Engels contra los Lasalleanos, etc.)

Además las luchas particulares no sólo manifiestan las características del desarrollo en general, sino que constituyen en su particularidad el conjunto de mediaciones a través de las cuales se realiza el desarrollo del proceso revolucionario. Cada elemento, cada particularidad, esto es, cada acción o lucha específica, cumple también una función específica en relación a ése desarrollo. La construcción del clandestinaje por ejemplo, no sólo manifiesta la necesidad de construcción de un poder político del proletariado y la necesidad de ejercicio de su dictadura, sino que constituye la condición para el ejercicio de la lucha que posibilita la realización de las anteriores necesidades o, dicho de otra manera., el clandestinaje es la condición que requiere la política de3l proletariado para desarrollar la lucha revolucionaria. No basta pues, con establecer una ubicación general, es decir, con señalar si una característica particular coincide o no con las necesidades del proceso, hay que comprender además la función particular y específica que este cumple en un momento determinado de la lucha. En el presente análisis se intentará esclarecer ése tipo de funciones, para ello no bastará señalar que una acción expropiatoria y una huelga coinciden con el desarrollo de la lucha, sino que habrá que determinar las particularidades que definen y distinguen a una de la otra, para determinar su función en el proceso revolucionario

La diversidad de funciones a que nos referimos se manifiesta en la diversidad de formas y características particulares a través de las cuales una lucha o acción determinada se ejerce y por otro lado corresponde a la manera determinada como se ubica en el seno de la contradicción principal a la cual están referidas. Una acción de sabotaje, por ejemplo es distinta a una expropiación de mercancías, no sólo porque las características particulares que definen la una y la otra son distintas sino porque su ubicación en relación a la contradicción capital-trabajo las determina una función específica y distinta en el desarrollo de tal contradicción. Cada elemento de la lucha adquiere no sólo una relación con la necesidad general, sino una relación particular y específica con esa necesidad general.

Por otro lado cada aspecto de la lucha, cada particularidad, se manifiesta a través de diversidad de grados de desarrollo. Entre el desarrollo de una huelga local y una huelga general, por ejemplo, media un proceso en el cual la particularidad a la que aquí nos referimos, la huelga, se manifiesta a través de diversos grados de desarrollo. Y como tal desarrollo cuantitativo se transforma en desarrollo cualitativo, el análisis de la diversidad de grados de desarrollo de determinado elemento nos señalará como necesidades políticas a algunos casos, la fe desarrollo extensivo de tal aspecto de la lucha y en otras cuando el desarrollo del mismo se ha generalizado la necesidad de construcción de nuevos aspectos o elementos que políticamente implican la realización de nuevas tareas. No considerar este aspecto nos llevará a no posibilitar esos saltos cualitativos de que hablan los teóricos marxistas y tal actitud ha sido siempre al más cretino oportunista (Cf. Lenin en relación al oportunismo u orgánicos).

El desarrollo de la lucha burguesía–proletariado, como contradicción principal de la lucha de clases, manifiesta en su antagonismo la necesidad de abolición de las relaciones de producción capitalistas y la de abolición de las clases mismas. Los elementos particulares a que nos referimos más arriba, constituyen el conjunto de modalidades específicas (mediaciones) a través de las cuales se desarrollan esos objetivos generales. Se trata por tanto de un movimiento dialéctico que se abre paso en la superación de sus contradicciones internas o particulares, modificando incesantemente las características y condiciones de la lucha. La necesidad histórica, como necesidad general que caracteriza a todo un período, está modulada por el desarrollo dialéctico que caracteriza a todo un desarrollo y no por una voluntad individual o colectiva expresada en señalamientos programáticos de naturaleza ideológica. La superación de las contradicciones particulares, que por otro lado manifiestan las contradicciones más generales de desarrollo del proceso, permiten en un momento determinado asumir la iniciativa proletaria de destrucción de las relaciones de producción existentes.

Al hablar nosotros de la necesidad de comprender las características del desarrollo de la lucha del proletariado en este período, nos referimos a la necesidad de comprensión del vínculo interno que modula este desarrollo hasta la consecución de los objetivos históricos de clase. Este vínculo interno es el resultado de la relación específica que guarda cada uno de los elementos particulares con las necesidades generales. Pensamos que esto es lo que tiene que ser puesto en claro en estos momentos ya que de su comprensión depende el desarrollo de una ‘teoría de vanguardia’, capaz de ejercer una dirección conciente, no espontánea, sobre el proceso revolucionario. Lo opuesto se manifiesta bien como sometimiento al desarrollo espontáneo, esto es, sin intentar la comprensión de la lógica del proceso y por tanto quedándose de antemano incapacitado para asumir las nuevas tareas que el mismo desarrollo exige, u oponiendo al desarrollo actual del movimiento un conjunto de señalamientos generales que aparecen dominados ideológicamente (es decir, dominamientos generales que aparecen dominados ideológicamente. (es decir, dominados por la ideología burguesa). Ambas actitudes constituyen la expresión del mismo, problema, y tienen como resultado exactamente lo mismo: el sometimiento del desarrollo alcanzado hasta estos momentos a un conjunto de concepciones que no corresponden a las posiciones desarrolladas en la práctica política, los primeros sometiendo y tanto rebajando- la acción de los grupos revolucionarios al desarrollo de las nuevas tareas, los segundos, intentando construir una dirección política a partir de un conjunto de señalamientos ideológicos que tiene como resultado en la medida en que el programa político no corresponde a la lucha desarrollada, también al sometimiento de la organización a un desarrollo espontáneo.
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Para abordar en análisis, partiremos de las determinaciones particulares ejercidad por cada uno de los aspectos que modulan la lucha en general: lucha económica, lucha política y lucha ideológica o teórica. En cada una de ellas nos referimos a las modalidades conretas del desarrollo alcanzado y en relación a cada una de ellas se desprenderán un conjunto de tareas para la organización revolucionaria.


A.- LAS MANIFESTACIONES DEL DESARROLLO EXTENSIVO DE LA LUCHA DONDE SE EXPRESA LA CONTRADICCION CAPITAL -TRABAJO.

Cada una de las manifestaciones que aquí analizamos se presenta como un atentado por parte del proletariado contra las relaciones de producción existenentes, como expresión de su antagonismo con la clase burguesa.
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En la medida en que la lucha de clases es resultado objetivo de la existencia, en el seno una formación determinada, de determinado tipo de relaciones de producción, en la medida en que éstas definen objetivamente los intereses de la clase dominante(en este caso de la burguesía) como condición sinequanon de la relación de sus intereses. Su interés se le presenta como necesidad de reproducción de las relaciones capitalistas de producción, ya que de ello depende la posibilidad de reproducir el capital mismo. A su vez, estas mismas relaciones aparecen para el proletariado como la condición bajo la cual se realiza su explotación, son pues la base sobre la cual se construye y mantiene su situación como clase dominada.


SUS INTERESES SE DEFINEN, EN ESTE CASO, COMO NECESIDAD DE CONSTRUCCIÓN DE TALES CONDICIONES.

Esta situación, necesidad por parte de la burguesía de producción sus relaciones de producción, y necesidad por parte del proletariado de revolucionarlas es, de manera general válida aún en los momentos (históricos) en que el proletariado ha participado “aliado” a la burguesía en la destrucción de modos precapitalistas de producción. En la media en que las relaciones de producción capitalistas han llegado a ser el modo de producción dominante en la formación social mexicana, cada aspecto o particularidad de la lucha manifiesta ésa situación general. Es por esto que, en cada una de las luchas particulares revela la contradicción capital-trabajo, y a través de ella se manifiestan las necesidades más generales e históricas de ambas clases.

La particularidad aquí está dada no solo por la diversidad de grados de desarrollo de la lucha alcanzados hasta el momento, sino también por la diversidad de determinaciones objetivas que impone la existencia del capital mismo.

El capital se materializa en diversidad de formas, formas que a su vez determinan objetivamente una diversidad de aspectos de la lucha. En cada una de esas formas (del capital) se personifica la clase enemiga –si bien la burguesía aparece ante el proletariado como la “personificación” del capital-: al atentar contra ellas ejerce por tanto la lucha de clases. El capital, relación de poder autónomo y con “personalidad e individualidad”. (Cf. Marx. Manifiesto Comunista como representación de la burguesía aparece objetivamente ante el proletariado, por un lado, en la diversidad de formas de existencia del mismo capital dinero, capital mercancía, capital productivo, formas que se metaformosean constantemente las unas de las otras en la circulación del capital”, sección 1: “la metamorfosis del capital y su ciclo”, capítulo 1 al IV). Y por el otro, en el mismo proceso de trabajo como proceso de valorización del capital. No sólo los componentes materiales del proceso del trabajo son aquí elementos del capital, sino el trabajo mismo en tanto que actividad que ya no pertenece al productor por haber sido enajenada con anterioridad al capital y que realiza la necesidad general de valorización del mismo (Cf. Marx, “El Capital, libro I capítulo V: “Proceso de trabajo y proceso de valorización”).
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La lucha contra el capital se expresa en el conjunto de acciones que tienen como objetivo la apropiación por parte del proletariado del capital dinero Estas se realizan no sólo en el conjunto de acciones expropiatorias ejercidas en los bancos, sino también en acciones expropiatorias que adquieren otras modalidades, asaltos a empresas, comercios, adquisición de capital dinero a través de la afectación directa de algún miembro de la burguesía (secuestro) etc..... En todas ellas se manifiesta el desarrollo extensivo de la modalidad particular de la lucha contra el capital; la determinada por la existencia del capital como capital dinero.}

Aún cuando de manera inmediata estas acciones afectan a un capital individual, las características que las define permanece como manifestación de la contradicción general entre el trabajo y el capital, ya que en la sociedad capitalista el capital adquiere la modalidad de capital social. El dinero es aquí no sólo el instrumento de circulación de las mercancías, sino una de las formas de la acumulación capitalista del trabajo (prtérito del proletariado. De hecho es esta última característica la que ha servido normalmente para “justificar” con razón que las acciones expropiatorias por parte del proletariado están determinadas por la acción de expropiación anterior del producto del trabajo por la burguesía.

Este desarrollo se manifiesta como la superación de formas desarrolladas en un momento determinado por la clase a través de un conjunto de acciones “maliciosas” (expropiaciones en pequeña escala) hasta su pretención de destruir el centro mismo que regule el capital en su forma de existencia como capital dinero: El sistema bancario.

La expropiación por parte del proletariado de ese capital dinero representa para él por un lado, la necesidad de posecionarse del trabajo pretérito y por otro, en la medida en que el dinero al ser poseído por el proletariado dejó de ser capital, la necesidad de su destrucción. Ambas cuestiones se ubican en el mismo sentido: por un lado la necesidad de posecionarse del trabajo pretérito aparece como condición para la producción y reproducción de las fuerzas revolucionarias, producción y reproducción que le posibilite asumir su misión histórica; por el otro, al asumir esa necesidad se prepara para la destrucción del capital mismo., es decir construye su experiencia en correspondencia directa de sus intereses históricas. En estos momentos determinados, el proletariado resuelve los problemas que implica la reproducción material de las fuerzas revolucionarias a partir de la aportación que el obrero solutivo hace de una parte de su salario. Cuando los volantes de agitación, la propaganda en general o el sostenimiento de una huelga se realizan con las aportaciones que hacen los mismos obreros, la parte del salario que destinan a este objetivo adquiere una cualidad específica, puesto que ya no está sólo destinado a la reproducción de la fuerza de trabajo sino a producción y reproducción de los instrumentos de lucha con los cuales realiza sus intereses de clase, se trata por tanto de la parte del salario colectivo que se destina a producción y reproducción del movimiento revolucionario. Al desarrollar nuevas expresiones, esto es, al ejercer expropiaciones sobre el capital dinero, sintetiza en u sólo y único movimiento su lucha contra el capital y la satisfacción de la necesidad de reproducción de las fuerzas revolucionarias. Hay que señalar que esta manifestación de la lucha va siendo asumida por el movimiento sólo por los grupos organizados; el índice más claro de ello, es el ejercicio de este tipo de acciones en forma espontánea por los elementos más destacados de un sector determinado. Se trata por tanto, no sólo de una modalidad de la contradicción principal capital-trabajo, sino del desarrollo de la experiencia política de la clase para la destrucción total(futura) del capital (Cf. Marighela). Decíamos arriba que el capital dinero en manos del proletariado deja de serlo, esto tiene su explicación en la cualidad de la posesión ejercida por la clase dominante: en manos de ella ésa expresión de la apropiación del trabajo ajeno destinado a expropiar más trabajo ajeno, en ma- del proletariado es siempre expresión (el dinero) del pago por el gasto de su fuerza de trabajo: salario. El dinero como expresión del salario nunca constituye capital, ya que tiene que ser transformado en mercancías destinadas a la reproducción de su fuerza de trabajo (Cf, Marx, “capital” libro I, sección VI: “el salario”). Cuando parte del salario colectivo se destina a la reproducción de las fuerzas revolucionarias, que posibilitan la realización de sus intereses, el dinero no sólo sigue siendo tal sin ser capital, sino que constituye un instrumento de lucha contra el capital mismo. Cuando ése dinero es expropiado por la clase, la situación es la misma, en este sentido, las acciones expropiatorias modifican también la función del dinero; destruyen su función como capital-dinero, y lo convierten en instrumento de producción y reproducción de las fuerzas revolucionarias. De este hecho, el significado real de esta transformación es percibido por el instinto de clase de la burguesía: cuando un fraude, por ejemplo, posibilita el traslado de una parte del capital de un capitalista individual a otro,, o cuando en general los miembros de la burguesía buscan la oportunidad de apropiarse del capital de los otros, las cosas aparecen como “naturales”, ya que aquí no existen ninguno de los elementos que veíamos arriba, y además esta situación (tranza, etc.,) constituye de hecho una constante propia de su existencia. Lo que representa a los ojos de la burguesía, un atentado contra el (orden) en el ejercicio de estas acciones expropiatorias, es la transformación de la función del dinero ejercida por la clase. A sus ojos ya no interesa el “monto” (que es loo que les preocupa tratándose de sus propias tranzas) sino el interés antagónico manifiesto en las acciones mismas. La burguesía se ve obligada por tanto a intentar controlar y reprimir el desarrollo del movimiento revolucionario manifiesto en este tipo de acciones: su existencia como clase depende en general, del desarrollo de esta característica: la represión. Cada avance por parte de su enemigo, y es esta la que a su vez proporciona a la clase en ascenso la experiencia a través de la cual perfecciona y desarrolla sus instrumentos de lucha.

El estado asume su función (y no podría ser de otra manera) en la medida en que es capaz de destruir esas expresiones del movimiento revolucionario. Para el proletariado y específicamente para los grupos revolucionarios, el perfeccionamiento del aparato represor no puede constituir una “sorpresa”, sino la condición objetiva necesaria del desarrollo de la lucha de clases.

Cuando de hecho el desarrollo (de los modos represivos) constituye tal “sorpresa”, y los golpes se explican como resultado de la “intensificación de la represión”, cuando se buscan “prioridades de represión”, cuando se buscan “prioridades de represión”, cuando se pide clemencia (o respeto a los “derechos”, es lo mismo) para los () etc., lo único que se manifiesta es la existencia de una aprehensión ideológica de la lucha misma. Aquí se anteponen al desarrollo político un conjunto de deseos, ilusiones, etc., que no hacen sino incapacitar a los grupos para su reorganización y/o desarrollo.

A lo anterior habría que añadir la importancia que adquieren las acciones expropiatorias ejercidas sobre el sistema bancario, dado por una parte por la relevancia del papel del crédito en la producción capitalista, y por otra parte, en el carácter dominante del capital (9 capital social), por encimadle capital individual a partir del desarrollo generalizado de las sociedades anónimas, y desde el punto de vista de la división social del capital, la dominación que ejerce el capital financiero sobre el capital general: En este sentido Marighela ya notaba su importancia al señalar al “sistema bancario” a aún no desarrolladas por la lucha proletaria. En relación a éste punto habría que realizar una discusión sobre las posibilidades de desarrollo extensivo como el sistema nervioso de la sociedad capitalista.

El ubicar las acciones expropiatorias en esta dimensión no sólo ( ) su importancia, sino que descubre la posibilidad de desarrollo ( ) conjunto de modalidades aún no desarrolladas por la lucha proletaria. En relación a éste punto habría que realizar una discusión sobre las posibilidades de desarrollo extensivo de la lucha dada la importancia que el crédito en la producción (Cf. Marx, libro III cap. XXXVII, “El papel del crédito en la producción capitalista”, y Lenin “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, cap. II y III: “Los bancos y su nuevo papel” y “El capital financiero y la Oligarquía financiera”).En todo caso, habría que considerar las acciones ubicadas en este sentido, como la forma “embrionaria” a través de la cual se construye la experiencia proletaria capaz de desquiciar el centro que regula la circulación del capital.

En relación al capital mercancía, la lucha aparece, por un lado, como necesidad de posesión del valor de uso, esto es, como necesidad de apropiación del producto del trabajo que en el seno de las relaciones capitalistas de producción aparece como propiedad de patrón.


LA MERCANCÍA ES PARA ÉL LA MATERIALIDAD EN LA CUAL SE ENCIERRA SU GANANCIA.

Como tal es expresión de “valor”, o sea, de una determinada cantidad de tiempo de trabajo, que se desdobla en tiempo de trabajo necesario y tiempo de trabajo excedente, expresión esta última de la apropiación que la burguesía realiza sobre la actividad creativa del obrero y que aparece al final del proceso como más valor: Plusvalía. Más También en relación a las mercancías, parece cono necesidad para el proletariado la destrucción de las mismas, ésta última característica tiene como base la imposibilidad o incapacidad por parte del proletariado para satisfacer, con la apropiación de un valor de uso determinado una necesidad individual o colectivo, incapacidad dada tanto por el carácter d ela producción capitalista (En medios de producción y medios de consumo), como el control que la burguesía ejerce sobre todos los resortes del intercambio, puede ser, ejemplificado, que por las características del valor de uso de que se trata, éste sólo sirve a las necesidades de u sector del proletariado si antes se intercambia por otros valores de uso, pero dado el elemento del control burgués que antes anotábamos, la clase se topa aquí con la imposibilidad de este intercambio (precios o monopolio comercial) aquí la única posibilidad de desarrollo político es la destrucción de la mercancía misma. En relación a esto, basta recordar la reciente quema de henequén por parte de los campesinos: La necesidad de destrucción de la mercancía como forma de lucha proletaria acusa siempre la incapacidad momentánea o coyuntural de ejercer el dominio sobre el valor de uso que se trate.

En el desarrollo del movimiento revolucionario, la necesidad de posesión de las mercancías como condición para la reproducción de las fuerzas revolucionarias aparecerá y de hecho ya acusando cada vez más la necesidad de su desarrollo extensivo. La destrucción de mercancías significa aquí de manera inmediata destrucción del capital mercancía, pues al destruirse la materialidad en al cual se “encierra” la plusvalía se destruye también ésta.
Dada esta destrucción, la transformación del capital mercancía a capital dinero- su realización- se hace posible, imposibilitando también la reproducción del capital mismo. Cuando por parte del proletariado, lo que se ejerce es la aprobación, la función del capital mercancía es transformada: aquí la posesión significa también destrucción del capital mercancías, pues del mismo modo que la posesión sobre el dinero lo transforma en determinadas condiciones en instrumento de reproducción de las fuerzas revolucionarias, la posesión del valor de uso (que el capitalista enajena convirtiéndolo en expresión de valor de uso (que el capitalista enajena convirtiéndolo en instrumento de producción y reproducción de las fuerzas revolucionarias. De ahí se ejerce la apropiación proletaria de la mercancía, ésta deja de existir como tal, se trata ahora únicamente de un valor de uso destinado a satisfacer una necesidad individual o colectiva, y en relación a los intereses de la clase, en un medio para desarrollarlas. En general, es sabido que los medios de consumo no pueden ser en manos del proletariado capital cuando estos son expropiados, sus funciones están referidas únicamente a la necesidad de reproducción de la fuerza de trabajo (manifestándose aquí como lucha de defensa económica), o bien a la de instrumento de reproducción para satisfacer las necesidades materiales del ejercicio revolucionario o del pueblo en estado de insurrección. En ambos sentidos, destrucción o apropiación, la lucha del proletariado se manifiesta como un atentado contra las relaciones de producción capitalista, constituye por tanto la negación de éstas, y, políticamente, la presencia de una característica propia del movimiento insurreccional que antecede a la toma del poder.

En el momento actual, esta modalidad se manifiesta en diversidad de formas: quema de cosechas, toma de cooperativas, saqueos de comercios, apropiación del producto de las fábricas, etc. Políticamente su dirección exige ser transformada: aquí debe darse el paso a la necesidad de apropiación como condición sólo de la reproducción de la fuerza de trabajo, a la necesidad de apropiación para el ejercicio de la lucha que corresponde de manera inmediata a la construcción de sus intereses históricos. La primera forma no sólo tiene que ser desarrollada extensivamente, sino que debe ser transformada en medio de reproducción de las fuerzas revolucionarias, aunque de hecho; por las características objetivas de la primera forma de lucha, ésta ya contiene un “germen” la posibilidad de desarrollo de la segunda como forma superior. Este es el caso típico donde, la condición de transformación está dada por la capacidad de ejercer una dirección no espontánea en el seno del movimiento, y por la construcción, también en el seno de la clase, de los instrumentos políticos (organización, táctica,) que la posibiliten. De estas condiciones nos ocuparemos en los siguientes incisos:

Del mismo modo como la burguesía identificaba las expropiaciones del capital dinero, como atentados contra “su sistema, identifican ahora, tratándose del capital mercancías el interés antagónico manifiesto de ellos, también aquí lo que intuye como “peligroso” es la transformación misma que suponen este conjunto de acciones, a la burguesía no le interesa en el mismo sentido la destrucción de las mercancías provocadas por factores (accidentes, catástrofes, etc.) ni la destrucción de las mismas que por propia iniciativa algunas veces realiza, ya que aquí no se manifiesta el desarrollo del antagonismo por su enemigo de clase. En los otros casos, lo que les “preocupa es el atentado contra la base misma sobre la que se sustenta el capital, esto se muestra de manera evidente si tomamos en cuenta que las repercusiones concretas que puede tener sobre la masa de plusvalía una acción y otra cuando expresan el antagonismo del proletariado, aún cuando esas repercusiones sobre la masa de plusvalía fueran menores. La “indignación” de los explotadores como clase, no se hace esperar.
Por último en relación a este punto habría que hacer mención de la importancia que la expropiación de mercancías adquiere en momentos de insurrección general, ya que ahí constituye la condición sine quanon del desarrollo de la insurrección misma y la posibilidad de su triunfo. En este sentido, la experiencia adquirida en el actual período constituye la base sobre la que se sustentará y ampliará la satisfacción de ésa necesidad insurreccional en los momentos más álgidos de la lucha de clases (Cf. Lenin, “las enseñanzas de la insurrección de Moscú”, obras escogidas, Moscú tomo I, páge.619-21

En relación al capital productivo, nos detendremos, por un lado, en el capital constante, y por otro, en el capital variable.

La lucha contra el capital alcanza, en relación a ésta modalidad, su punto más alto de desarrollo., ya que es precisamente aquí, en el proceso de producción, donde se valoriza el capital. Esto constituye la base de su reproducción simple y de su reproducción en escala ampliada. Aquí la lucha la lucha proletaria se manifiesta no sólo como aprobación del trabajo pretérito (acumulado), sino también como necesidad de abolición del trabajo asalariado mismo. En las anteriores modalidades (de lucha contra el capital) se trataba de apropiación o destrucción del trabajo acumulado, aquí de manera simultánea, como necesidad de apropiación del trabajo pretérito (en la necesidad de aprobación de los medios de producción) y como necesidad de abolición –destrucción del trabajo asalariado mismo- es en este sentido que la huelga generalizada ha constituido, en las etapas de auge revolucionario, la forma de lucha que antecede a la insurrección general: La huelga aparece en esos momentos como la base objetiva sobre la que sustenta la insurrección, el antagonismo exacerbado que se manifiesta a través de ella se transforma en determinadas condiciones (fundamentales políticas) en movimiento insurreccional, que tiene como objeto la destrucción del estado, de la burguesía como clase y sus instrumentos de dominio.

El desarrollo de la lucha contra el capital en su forma de capital constante tiene como resultado la incapacidad de reproducción (total o parcial) del mismo, una vez que el proceso productivo es frenado, o al menos obstaculizado en su desarrollo “normal”, por el proletariado. En la medida en que la reproducción del capital constante está determinado por la incorporación de la fuerza de trabajo al proceso productivo, la inexistencia o existencia parcial de esa incorporación determina una capacidad (total o relativa) de reproducción. Es sobre esta base que, independientemente de la interpretación de los “dirigentes” sobre el contenido político de una huelga, ahí se dan necesariamente el enfrentamiento polkítico militar entre ambas clases. Cuando la huelga se ejerce bajo una dirección (política no proletaria, burguesa ésta última, cumple su función velando las condiciones reales de desarrollo de la misma esto es, tratando de imponer al conjunto del movimiento una interpretación ideológica de la sección ejercida, mientras que la burguesía aprehende su significado real a través de su instinto de clase y prepara las condiciones para su aniquilamiento. Las cosas no cambian por el hecho de que la burguesía (oficial digamos) encarcele o no a determinados líderes, tratándose como hemos dicho, de aquellos que ejercen una dirección burguesa en el seno del movimiento (este sería el caso por ejemplo, de las grandes huelgas ferrocarrileras del 58-59.

En las relaciones de producción capitalistas los medios de producción y contraria a los trabajadores, el obrero colectivo es sometido a las características objetivas del proceso de trabajo capitalista. La huelga contra el capital constante, materializado en las condiciones materiales del proceso de, producción adquiere la cualidad de sabotaje. Este se manifiesta bien como rechazo al sometimiento que supone el proceso de trabajo, apareciendo normalmente como transgresión a las “normas” que rigen la actividad laboral y provocan de manera inmediata un enfrentamiento (a diversos niveles) con el ejercito industrial de vigilancia, o como destrucción (total parcial) de los medios de producción mismos, reconocidos instintivamente como potencias ajenas cuya función es la de “succionar” el trabajo vivo.

En relación a lo primero, se plantea el paso de la “indisciplina” individual (que siempre se manifiesta), de ahí la necesidad de ejercito industrial de vigilancia) a la “indisciplina “colectiva”, llegando incluso al atentado físico contra los miembros del mencionado ejército (caso de los obreros de la TAESA) en relación a la segunda forma de esta lucha se plantea el paso de sabotaje sobre las materias primas auxiliares (“robos”, desperdicio internacional, etc) al sabotaje sobre los instrumentos de trabajo: atentados con explosivos, quemas a carros de trenes, etc. (Los campesino han destruido recientemente los conducto de agua). El sabotaje muestra la necesidad de transformación de la cualidad específica asignada a los medios de producción en la sociedad capitalista. En general, el desarrollo de las fuerzas productivas constituye la base sobre la que se sustentará la sociedad socialista, pero en las relaciones capitalistas de producción estas fuerzas productivas, y específicamente los medios de producción bajo su carácter de productividad privada no son más que la base material sobre la cual se realiza la explotación del trabajo.

Su destrucción acusa el grado, de desarrollo alcanzado por la lucha espontánea de la clase y, particularmente, la necesidad de transformar el carácter y la función de estos medios de producción. Cuando en el ejercicio de la acción de sabotaje el enfrentamiento se da como enfrentamiento con el ejército industrial de vigilancia (policía militar, o ejército propiamente dicho)lo único que se manifiesta es la condición política objetiva del desarrollo de la lucha misma, el estado como instrumento de reproducción de las relaciones
de la lucha misma, el estado como instrumento de reproducción de las relaciones de producción cobra aquí una modalidad particular pero actúa como tal: estado. La ingerencia permanente del ejército en el centro de las fábricas servicios especiales) no es una cuestión accidental o transitoria sino la asunción descarada por parte del estado en su función especial, de su condición de existencia como ejército industrial de vigilancia.

El sabotaje generalizado como consiga política, ha sido desarrollado espontáneamente en diversidad de momentos y situaciones por el proletariado mismo. La dirección burguesa en el seno del movimiento (lo mismo en voz de Fidel que de Vallejo), alega la necesidad de someter los intereses de los trabajadores a los “intereses nacionales”, aunque es bien sabido que tales intereses no son otros que los de la burguesía. El sabotaje aparece ante ellos como “terrorismo”, como “provocación” y como “desviación política”, como “intentos de destruir las posibilidades democráticas (o “legales”) de la lucha”, etc. En la medida en que constituye un atentado contra los medios de producción como materialización del capital. Como el desarrollo del movimiento ha rebasado (y rebasa constantemente) en infinidad de ocasiones este tipo de dirección, su propia dirección (construida en el desarrollo de la lucha) ha entrado en un proceso irreconciliable con la dirección representada por los campeones de la lucha “democrática”. Los llamados al “respeto” a las normas de trabajo, tiene como función condenar lo que no han podido controlar. En la dirección burguesa de la que se trata (y no podía ser de otra manera) es de reproducción las condiciones bajo las cuales se realiza la explotación en la dirección proletaria, desarrollada objetivamente, de la destrucción de esas condiciones. Por esto, que todo intento de “alianza” con “los sectores progresistas y democrático” explícita o implícita, aún proviniendo de los grupos armados, no puede ser sino manifestación de la más grave inconsecuencia para con los intereses proletarios. La consigna actual del desarrollo generalizado del sabotaje, constituye, desde el punto de vista de la dirección proletaria la necesidad de desarrollo de la experiencia política de las masas para la construcción del sabotaje generalizado en los momentos insurreccionales. No hay que olvidar la infinidad de ocasiones en que las condiciones objetivas de la lucha han madurado a tal punto que es necesario y posible, por ejemplo, la quema de fábricas completas.... sabre todo en los en que las huelgas de defensa se prolongan indefinidamente. Allá, en la dirección burguesa, de lo que se trata es de reducir las consignas políticas, de frenar el desarrollo objetivo, aquí de ser consecuentes con la necesidad proletaria de abolición de las relaciones de producción capitalista. Allá del “mejoramiento” de las “condiciones” de trabajo, aquí de la destrucción de ésas condiciones bajo las cuales se ha sometido históricamente al trabajo como trabajo asalariado, de la destrucción del proceso reproductor de las relaciones de explotación .
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Así mismo, cabe hacer mención de la transformación política que se ejerce en relación al sabotaje en el desarrollo de la lucha misma, ya que éste tiende a transformarse en condiciones determinadas, en necesidad de posesión y de control de los medios de producción. Esto entonces principalmente cuando la posesión de los medios de producción aparece como necesidad para el desarrollo del movimiento revolucionario. En la guerra civil principalmente dicha se pasa de la necesidad de sabotear las condiciones materiales enemigas a la posesión de sus instrumentos militares, etc. Y la inversa, la necesidad de posesión como cualidad específica de determinados aspectos de la lucha, tiende a ser transformada en sabotaje, así por ejemplo, la lucha estudiantil que en un determinado momento intenta ejercer el dominio y control sobre el proceso universitario como su objetivo principal, en otro momento, en otro proceso, en el que se percibe más o menos instintivamente la función del proceso universitario en la acumulación capitalista, aparece como necesidad el sabotearlo y recuperar los instrumentos aprovechables para el desarrollo de las posiciones revolucionarias (en Monterrey, por ejemplo se maneja como consigna política la “perdida del semestre” y la necesidad de prepararse para asumir su papel revolucionario). Posesión y sabotaje, pues se combinan en una unidad dialéctica en la que constantemente uno se transforma en el otro y viceversa.

La posesión de los medios de producción significa, de manera similar a la posesión del dinero de las mercancías, transformación de su función específica, a tal grado que es precisamente esta posesión sobre los medios de producción la que constituye el objetivo material de la lucha proletaria, la base sobre la cual se desarrolla la sociedad socialista. La expresión desarrollada de esta apropiación.

APARECE COMO TRANSFORMACIÓN DE LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN.

La posesión de los medios de producción en el desarrollo de la lucha los transforma también, como veíamos más arriba en instrumentos de la lucha revolucionaria. La importancia de este proceso es tanto mayor en cuanto que la lucha se generaliza, las necesidades materiales de reproducción de las fuerzas revolucionarias acusan un mayor grado de profundidad y extensión ahí donde la clase alcanza niveles de insurrección generalizada. Estas necesidades son cubiertas no sólo a través de la apropiación de mercancías, sino también en la posesión y control sobre determinadas ramas de la producción. No sólo la producción de la energía física acusa este tipo de necesidades, sino también, y principalmente, las necesidades militares y técnicas para el enfrentamiento con el estado (en este sentido son importantes la industria del transporte, comunicaciones, fabricación de armas, etc.... la necesidad de posesión de los medios de transporte –toma de camiones- es un experiencia altamente desarrollada, por el movimiento de masas) La posesión efectiva de determinadas ramas de la producción aparece pues, como condición sine quanon de la producción de las fuerzas revolucionarias. Las experiencias de apropiación constituyen ahora el adiestramiento político para la construcción de los elementos que satisfagan las necesidades del movimiento revolucionario. Y así como la consigna de posesión es transformada en momentos determinados en consigna de sabotaje como condición para el desarrollo de la lucha, en otros momentos la consigna de sabotaje será transformada en consigna por la posesión efectiva de determinadas ramas de la producción.

En relación al capital variable, las manifestaciones de la contradicción capital trabajo alcanzan aquí su punto más alto de desarrollo, la lucha por los “salarios” es la manifestación exterior de un proceso que se desencadena en diversidad de formas.

Esta lucha se manifiesta como “puramente económica” únicamente ahí donde el movimiento obrero ha sido sometido a la dirección burguesa (política tradeudionista). De manera general, la lucha se entabla por parte del capital, como necesidad de alargar el tiempo de trabajo excedente (alargamiento de la jornada de trabajo o reducción del tiempo de trabajo necesario) y por parte del proletariado como necesidad de reducir ése tiempo no remunerado. En el marco de las relaciones capitalistas de producción habían sido consideradas como “logros” en un momento determinado, la reducción de la jornada de trabajo, pero en la medida en que esa misma relación denotaba la necesidad de abolición de la aprobación capitalista del trabajo excedente, el trabajo político no se detuvo ahí, sino que se vio obligado a profundizar ese desarrollo. En un momento determinado, la lucha contra el ‘economismo? Es la expresión proletaria de la necesidad de construir su dirección de clase y de desplazar del seno del movimiento obrero las posiciones que reducían la lucha del proletariado a una lucha por “las pequeñas y graduales conexiones”. Todo intento por parte del proletariado del reducir el tiempo de trabajo excedente y por otra, de manera inmediata, la cuota de plusvalía, tropieza necesariamente con el ejército industrial de vigilancia. La lucha ‘económica’ deviene en lucha política, por quien en esa misma lucha por están implicados ya los intereses generales (históricos) de ambas clases, y por que en el ejercicio de la lucha entre las clases, estas no pueden prescindir de los instrumentos orgánicos políticos e ideológicos con los cuáles justamente la realizan, se da, por tanto, un enfrentamiento entre ambas clases que las obliga a la utilización integral de sus recursos orgánicos, militares, etc. La lucha ‘económica’ es pues, de manera inmediata, la lucha política. Como veíamos antes, de hecho la lucha “puramente económica” corresponde a la lucha salarial dominada por la política burguesa. La petición –ilusión- intención de la dirección “democrática” en el seno del movimiento en el sentido de que el Estado actúe como mediador de los “conflictos” obreros, resulta la más burda trasnochada interpretación de las características y funciones del estado: “el Estado como árbitro situado por encima de las clases”.

Objetivamente la lucha proletaria por la reducción del tiempo de trabajo excedente se da ya en el marco del enfrentamiento político entre las clases en el seno mismo de la fábrica, el proletariado, con la organización burguesa en su modalidad de “ejército” industrial de vigilancia, al exterior de la fábrica; al exterior de la fábrica con la diversidad de instrumentos de represión característicos del Estado: grupos paramilitares, militares, etc. Hablamos antes de la diversidad de formas que manifiesta esta contradicción específica, su reconocimiento resulta importante como condición para desarrollar las consignas adecuadas en el desarrollo de la lucha, entremos pues en el punto.

En algunos momentos la modalidad principal de esta lucha (que aparece exteriormente como privada) es el “robo” más o menos generalizado del tiempo de trabajo. En la sociedad capitalista la fuerza de trabajo pertenece al patrón, por el tiempo que ha sido comprada (aunque como tal pertenece al capital en general, mientras subsiste esta relación de producción), en la medida en que la fuerza de trabajo reviste aquí, forzosamente, la modalidad de mercancía, su propietario tiene el “derecho” de usarla durante el tiempo estipulado, y como su móvil esencial es la producción de plusvalía, lo que se trata es de obtener de ello la mayor cantidad posible de valor. En este sentido, va perfeccionando no sólo el proceso de trabajo, lo que permite una mejor utilización de tal mercancía, sino también su ejército industrial cuya función es la de impedir esos “robos”.

Cuando la resistencia pasiva (robos aislados de tiempo de trabajo) ha alcanzado su expresión propiamente colectiva aparece como esfuerzo de obreros aislados, sin más cohesión que la que les da su participación colectiva en el seno del proceso de trabajo. Para esos momentos, las consignas no sólo deben posibilitar el desarrollo generalizado del “robo” del tiempo de trabajo, sino también la construcción de su fuerza superior: la huelga (es claro que el ejercicio de esta forma supone condiciones políticas que nada tienen que ver con “el derecho de huelga”). Este último es la expresión del “robo” sistemático y coordinado por parte del proletariado del tiempo de trabajo que el capitalista se apropia. A diferencia de las demás expresiones, es aquí de manera particular donde se atenta contra el proceso de valorización del capital en virtud de que es el trabajo la fuente de plusvalía. El capital se valoriza por la capacidad de la fuerza de trabajo de crear un nuevo valor, pero esta cualidad para realizarse, exige la incorporación de aquella al proceso productivo. Cuando dicha fuerza de trabajo no se incorpora (o como señalábamos antes, se incorpora sólo parcialmente), el proceso de valorización se detiene (se reduce o se interrumpe). Por tanto, el “robo” de tiempo de trabajo es un atentado contra la necesidad de conservación y ampliación del capital. Aquí, la intervención del ejército para reprimir las huelgas significa la necesidad (y la posibilidad de reproducir –reconstruir- violentamente las condiciones “normales” bajo las que se realiza el proceso de extracción de plusvalía. Es por demás natural que en relación a este problema la burguesía identifique significación de estas formas de lucha. El hecho de que una quiebra provocada por sus propias tranzas, o por otros factores, signifique despido en masa de trabajadores, constituye en oposición a la huelga (o al paro, etc.) un acontecimiento “normal”, previsto y regulado por las ‘leyes’.

Este robo de tiempo de trabajo puede significar también expropiación del capital variable, por ejemplo, el obrero “roba” individualmente una parte del tiempo de trabajo arreglándoselas para no ver disminuido su salario, o bien cuando se logra el pago de “salarios caídos” habiendo estado en huelga. En relación a esto último es bien conocido cómo la burguesía utiliza la suspensión del pago de salarios como medio principal para reprimir económicamente una huelga, quedando claro, que incluso esos salarios no pagados son ya, o no tales (capital variable) producto de la expropiación del trabajo excedente y además, por que en un proceso particular de trabajo, es siempre el obrero el que le da “crédito” al capitalista al iniciar su actividad productiva aún antes de recibir el salario “convenido”.

Políticamente, dadas las condiciones objetivas sobre las cuáles se desarrolla, la huelga supone el enfrentamiento militar entre las clases. Esto parece ser una condición “olvidada” mucha veces por los grupos revolucionarios y se habla por ejemplo, de una dificultad “mayor” para realizar una acción expropiatoria. Tal apreciación pude provenir de dos cosas: bien de la incomprensión del significado de la huelga en la lucha de clases, y esto quiere decir, que la toma del poder se reduce a la modalidad (burguesa) del golpe de Estado, o de una incapacidad para pensar las dificultades militares que supone el desarrollo de tal acción. No habría que pasar por alto la clara influencia en el ejercicio de algunas huelgas recientes (sobre todo en otros países, destacando aquí el caso de Ayota )las operaciones militares han tenido ahí una importancia decisiva, no sólo en relación a la lucha inmediata (particular), sino de manera principal en el desarrollo político militar de la clase. Quien ignore obstinadamente esas “dificultades” no hace sino reducir las tareas políticas a través del más grosero oportunismo. El desarrollo generalizado de la huelga, independientemente de su desarrollo específico (Cf. Rosa Luxemburgo: Huelga de masas, etc.) significa el desquiciamiento de la producción misma, y por tanto, la parálisis del proceso de valorización del capital y de su reproducción. Las necesidades militares que corresponden a este desarrollo insurreccional, adquieren aquí su más alta expresión, y no la mínima.
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En este tipo de lucha se ejerce también un conjunto de transformaciones dialécticas que modulan el proceso de desarrollo. El capital variable, sólo cumple su función en la medida que posibilita la adquisición de un valor de uso determinado: la fuerza de trabajo, cuya cualidad es la de producir valor. El robo de tiempo de trabajo es pues, no sólo expropiación del capital variable (en las condiciones a que nos referimos arriba) sino, y de manera simultánea, la pérdida de la cualidad específica de la fuerza de trabajo como valor de uso para el capitalista. Esto manifiesta la necesidad de destrucción del capital variable, expresada en la expropiación o, lo que es lo mismo, la necesidad de transformar la cualidad de la fuerza de trabajo como valor de uso. Pero esto último significa en sí la necesidad de abolición de la fuerza asalariada del trabajo. Todos los elementos en dónde se manifiesta la lucha contra el capital productivo, pero de manera especial los que atentan contra el capital variable, constituyen la modalidad particular de la necesidad general: la abolición del trabajo asalariado. Para el proletariado esa transformación (el intento de transformación ya que esta se realiza cabalmente con la toma del poder) significa reapropiación de su propia fuerza de trabajo, destrucción de su enajenación histórica..

En este proceso, la fuerza de trabajo pierde su cualidad específica, el proletariado asume su responsabilidad histórica al negar al negar “la naturalidad” del trabajo como trabajo asalariado y mostrarse políticamente la posibilidad de su realización como trabajo emancipado. Es esta transformación de la fuerza de trabajo, o sea, la reapropiación por parte del proletariado de su propia fuerza de trabajo, la que posibilita el desarrollo del movimiento revolucionario; aquí se trata de los recursos humanos para el ejercicio de la lucha. Su importancia se expresa en estos momentos como necesidad de ‘profesionalización’ en otros, necesidad de incorporación de destacamentos cada vez mayores a la insurrección generalizada. La posesión efectiva sobre determinadas ramas del proceso de producción, a la que nos referimos antes, tiene como condición la realización de esa transformación, que anteriormente dábamos por supuesta. Por todo eso la dirección proletaria asume su función cuando construye las condiciones para el ejercicio de la huelga en el seno del movimiento de la clase. Las consignas políticas tienen que inscribirse de manera particular dependiendo del grado de desarrollo del sector de que se trate, para posibilitar la transformación de la resistencia pasiva en huelga.

Cada uno de estos exceso del proletariado a que nos hemos referido, constituyen un ‘eslabón’ de la lucha, el camino necesario que ha de recorrer para su emancipación. Su único pecado, en todo caso, consiste en no haberse preparado suficientemente para intensificar tales “excesos”.

No nos referimos aquí a las condiciones político–teóricas que posibilitan este desarrollo. Ese seré el contenido de los siguientes incisos. Únicamente hemos mostrado la manera cómo se desarrolla la contradicción capital–trabajo y la manera cómo se inscriben en relación a ella cada una de las particularidades en que se manifiesta. Al hacerlo, oponemos radicalmente nuestra posición a aquellas obstinadas en operar con soluciones de continuidad, o a las que se conforman con presentar ante el movimiento de masas una plataforma sobre las características de la ‘futura’ sociedad, etc. Para nosotros, de los que se trata es de asumir las tareas presentes que determinará el desarrollo del movimiento, de aplicar el conjunto de tareas a realizar, de llevar la producción y reproducción del movimiento revolucionario al terreno que las determina objetivamente.

Y en verdad quien no quiera ver o no vea el retraso en las tareas asumidas por los grupos revolucionarios en relación a su magnitud, lo único que demuestra es la ausencia de toda posición proletaria.





Notas:

[1] En algunos casos hemos tenido que referirnos solamente al autor y al tema sin indicar con precisión la fuente por carecer en estos momentos de algunos de los materiales. En otros por la necesidad de referirnos a un tema general y no únicamente a pasajes y a citas determinadas. Pensamos que la necesidad de recurrir a esos materiales no representará una mayor dificultad para los militantes realmente dispuestos a profundizar en la discusión que aquí se plantea.

[2] Hay que señalar que en el actual estado de desarrollo de la lucha, incluso las organizaciones (o sus representantes) que personifican las posiciones ‘democráticas’, se han visto obligadas a negar las concepciones que definían como explícitamente la necesidad de la lucha ‘nacionalista’, aunque en la medida en que practica, se ejerce en la misma línea “democrática”, es evidente que no se trata más que de un recurso ideológico para intentar la dominación sobre el movimiento. Se trata pues, de encubrir con una ideología pretendidamente ‘socialista’ posiciones burguesas o pequeño burguesas y esto no puede extrañarnos, ya que este tipo de manipuleos ideológicos han sido una característica común a las posiciones del proletariado.

El problema que si debe preocuparnos es el sostenimiento de tales pociones en el seno de agrupaciones cuya práctica ha negado total o parcialmente dichas concepciones. Se trata aquí evidentemente, de una concepción que se opone irrencociliablemente al desarrollo de la organización revolucionaria y como tal tiene que ser combatida. Tratremos con más detenimiento esta cuestión en el inciso c del presente trabajo.

[3] Como de nada sirve dejar la apreciación hecha en un señalamiento general hemos querido referinros en esta nota a dos documentos que manifestan las 2 desviacione arriba mencionadas. En el No. 196 de la Revista Por Qué, aparece el ideario del Partido de los Pobres. Todo el documento a no ser por tres puntos que caracterizarían en realidad un programa proletario, es el señalamiento de “hacer valer” derechos democráticos burgueses, es decir, derechos “consagrados” en la constitución.... burguesa. Los tres puntos de que hablamos son: “necesidad de derrotar a la clase rica” (suponemos que se refiere a la burguesía), “necesidad de expropiación de fábricas, edificios, etc.” Y, “necesidad de formar jurados y tribunales de obreros armados”. El resto es, un conjunto de postulados que manifiestan, desordenadamente por cierto, las necesidades de la burguesía cuando ésta era revolucionaria. Parecería que los objetivos de la revolución se resuelven a que se “den leyes”, y no en la abolición de las relaciones capitalistas de producción, y a la destrucción del estado burgués y su substitución por la dictadura del proletariado, que también “dará leyes”, pero de esencia muy diferente a las leyes burguesas.

Veamos despacio algunas de estas concepciones: que el nuevo gobierno de la clase pobre de leyes que protejan ( y hagan valer los intereses y los derechos del pueblo trabajador para que salga de la pobreza... (los subrayados son nuestros). Para empezar los conceptos clase pobre y pobreza no son sino categorías ideológicas que diluyen y obscurecen la situación y condiciones reales en la que existe una clase determinada. Si esto se hace con fines de divulgación,; es decir, para lograr una más fácil comprensión de lo que se dice, debemos indicarle a los compañeros que no es rebajando y distorsionado la teoría revolucionaria como se desarrolla el movimiento y menos la conciencia de la organización revolucionaria al nivel de los elementos más atrazados de la clase como se desarrolla la lucha, sino justamente a la inversa.

En segundo lugar, y esto es lo más grave, es que se plantean las cosas como si fueran “las leyes” las que asegurando su cumplimiento van a lograr que el pueblo salga de la pobreza. Aquí, por una parte, es evidente la brutal reducción de la teoría revolucionaria, el desconocimiento de las leyes más generales que determinan el desarrollo de la história (por las cuales la explotación y la pauperización del proletariado aparecen determinadas históricamente por el desarrollo del capitalismo y no por “las leyes” así como la posibilidad de supresión de esa explotación es a su vez producto histórico des desarrollo capitalista, y específicamente, del desarrollo de la clase obrera), por la otra si nuevamente se plantean las cosos así para que se “entiendan,” lo único que se hace es reforzar la ideología burguesa, con todos sus elementos “legales”, “democráticos”, etc... en vez de contribuir a destruirlo desarrollando la conciencia socialista de las masas.

En cuanto que las leyes “protegen” al trabajador había que decir que bajo la dictadura del proletariado, es decir, la organización del proletariado en él () dominante, quienes van a necesitar protección serán más bien sus enemigos...

En última instancia el ideario mencionado, precisamente por ser producto de una aprehensión ideológica de la realidad, se diferencia poco de las posiciones sustentadas por la amplia izquierda (desde Heberto hasta el P:C, a estas alturas bien claro su papel como instrumento de dominación burguesa.

Así, cuando al final del documento los compañeros hablan de hacer la independencia económica y completar la independencia política del país , no hacen sino reafirmar las tesis faboritas del P:P:S:, de los Hebertos y demás canalla burguesa, tesis que, por lo mismo no tiene nada que ver con las tareas reales del proletariado en la revolución. Como es sabido, en política no cuentan las buenas o malas intenciones, sino que solamente si las posiciones adoptadas reflejan y desarrollan los intereses de una clase o de otra, y aquí es evidente: 1) que esta concepción que analizamos es resultado, de una aprehención no proletaria de la lucha y 2) que a su vez son resultados, entre otras cosas, el rebajamiento y distorsión de la teoría revolucionaria, la afirmación de la ideología burguesa en el seno del movimiento y la incapacitación del núcleo revolucionario para el cumplimiento de las tareas que hoy exige el desarrollo de la lucha proletaría.

En la medida en que el problema de la dominación de un grupo revolucionario por elementos ideológicos burgueses o pequeñoburgueses es objetivo, esto es, parece y reaparece en diveras formas eme ñ desarrollo de la lucha, para nosotros es una tarea ineludible el dar la lucha ideológica contra estas concepciones. No hacerlo, en nombre de la “camaradería”, de la unidad entre los revolucionarios sería reivindicar un viejo vicio de la izquierda mexicana y, lo más grave, abrir las puertas al desarrollo del oportunismo y la conciliación, enemigos mortales del marxismo.

El segundo documento es una carta firmada por las presas políticas la mayoría guerrilleras que apacere también en la revista Por Qué? No. 194). Si las compañeras lo firmaron por “solidaridad”, estamos en presencia de una solidaridad sin principios, oportunista, si se firmó por convicción,s e trata de una posición no proletaria.

Para las compañeras, el “todo” es la “escalada represiva del régimen”, a quien acusan (¡) vehementemente de que nunca... había descendido a extremos tales de represión e ignominia. Aquí es evidente, por un lado la ignorancia sobre la história de la lucha de clases en el país, y por el otro, la aprehenideológica que reduce el problema de la lucha política (al menos al nivel de coyuntura) al de la represión o de su diversidad de grados.

Pero las compañeras van más lejos “¿qué garantías (¡) tenemos como presas políticas respecto a nuestra integridad física y moral?”... “exigimos que las autoridades respeten las garantías (individuales) constitucionales”, etc. Sobran comentarios, aunque bien pudiera aplicárseles, con todo el respeto que nos merece su condición femenina, aquel de “si sabías”, pá’ que te metiste¡” Bastaría para mostrar una actitud opuesta a. La que reseñamos, transcribir algunos párrafos de la carta que mandó Flores Bello (Salvador), (el chofer de Genaro) a la mencionada revista y que aparece en el mismo número: “Si he dicho que está por demás decir que me han torturado, es por que estamos bien sabidos de que mientras exista el esclavismo, bajo cualquiera de sus formas, existirá siempre la tortura y el asesinato vil de los más distinguidos combatientes populares....” Ni la menor posibilidad de comparación entre ambos escritos. El primero. De lamentación, el de Salvador agitativo. ¡Lamentable e indigna es la posición en la que han caído las compañeras¡.

No hacemos mención concreta de las posiciones sustentadas por la “otra cara de la medalla”, por que no nos hemos topado con documentos conocidos que las expongan en forma más o menos desarrollada. Pe3ro hay que firmar que lareducción de las tareas y los problemas políticos a cuestiones de la infraestructura (militar, técnica, etc.) o de la organización misma, han aparecido en diversidad de discusiones. Es indudable que estas posiciones alcanzarán un grado mayor de desarrollo en el período por el que atravezamos.

[4]Poco importa aquí si la dirección burguesa en el seno del movimiento proletario para negar las características objetivas de la lucha que desarrolla, y por tanto, si argumenta, esas cosas las siguientes: “la lucha de los obreros no constituye un atentado contra el desarrollo nacional”, o “la lucha de los obreros es expresión de la lucha democrática, y por tanto del apego a los derechos constitucionales, etc.” (en esto no se diferencian Galván ni Vallejo, ni Barragán y el P:C:). En todo caso, lo que importa en relación a este punto es la capacidad e incapacidad que en un momento determinado, esto es, en una lucha determinada o en relación a la lucha general que se entabla en un período determinado, tiene este conjunto de posiciones burguesas para dominar o no la dirección de la lucha misma. Pero más adelante nos ocuparemos con mayor amplitud de este problema. .

[5] En esta parte del análisis, en la medida en que no tenemos en cuenta la división social del capital, esto es, su división en capital comercial, capital industrial, capital financiero, no analizamos la manera como cada una de estas formas de lucha del proletariado afectan a los distintos sectores de la burguesía. Lo anterior se justifica en la medida en que lo que nos interesa aquí es el análisis del conjunto de las luchas particulares a través de las cuales es el análisis del conjunto de las luchas particulares a través de las cuales se manifiesta la contradicción capital-trabajo y no las contradicciones internas en el seno de la burguesía. Fin nota (5).

[6] En relación al sabotaje en el proceso universitario, hemos estado elaborando algunos materiales que aparecerán en un período breve.

[7] Aquí nos hemos referido a determinado tipo de huelgas organizadas por la misma burguesía (Cf. Engels: Prefacio a La situación de la clase obrera en Inglaterra ) como medio para solucionar una crisis de sobreproducción, ya que estos corresponden, a un despido momentáneo de un conjunto de obreros y, por tanto, no se trata desde ningún punto de vista de la característica que arriba analizamos.

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