martes, 31 de marzo de 2009

Maderas Viejos, Madera No. 3 bis,Osea, junio de 1972





¡Proletarios de todos los países, uníos!

Liga Comunista 23 de Septiembre


C.– DEL DESARROLLO DE LA LUCHA TEORICA E IDEOLOGICA.


(Segunda de dos partes)

II. – DE LAS CARACTERISTICAS PARTICULARES.

Sus expresiones fundamentales: a) el militarismo pequeño burgués. b) La subsistencia de posiciones “demócratas”. (Categorías específicas de la dominación ideológica en el seno de los grupos revolucionarios).

Habíamos visto en los dos incisos anteriores (Madera 1 y 2) como el movimiento se encontraba en una etapa ascenso frente a la cual, los organismos revolucionarios en construcción y desarrollo, habían quedado retrasados en la realización de las tareas que ese mismo desarrollo general les imponía. En la primera parte analizábamos como se exteriorizaba la contradicción capital–trabajo, y como el desarrollo de la lucha donde se expresaba, sentaba las bases objetivas de la producción y reproducción del movimiento revolucionario. En la segunda, como se daba de forma particular el desarrollo político el desarrollo político en el seno de la clase, en qué sentido se había ido modificando la táctica, como se ubicaba la construcción de la organización revolucionaria, etc. Tratando de hacer una síntesis de las características de la lucha analizadas hasta ahora, anotaríamos las siguientes:

a) El movimiento en ascenso corresponde al desarrollo de la contradicción capital–trabajo, la lucha revolucionaria construye sus formas de lucha en relación a la necesidad de posesión–destrucción del capital.
b) El ascenso de la movilización de masas, está limitada por el retraso de los organismos revolucionarios con respecto a las tareas que éste les impone.
c) El proceso de descomposición de los organismos de “izquierda”, se traduce por un lado de las posibilidades objetivas de construcción de la organización revolucionaria y por el otro, en la necesidad de asumir la dirección proletaria en el seno de las movilizaciones.
d) Existe una contradicción entre el desarrollo objetivo de la dirección proletaria y la dirección ejercida en el seno de los organismos revolucionarios; el actual período es por tanto, de construcción de la dirección teórico–político–militar capaz de asumir las necesidades más generales de desarrollo del movimiento revolucionario.
e) La construcción de la organización revolucionaria (Partido), supone la liquidación del período de dispersión teórico–político por el cual se atraviesa, y que es su vez, el resultado de la incipiente liquidación de la dirección “demócrata” en el seno del movimiento.

Los dos objetivos tácticos a los que habíamos arribado eran: por un lado, la liquidación de la dirección “demócrata” en el seno del movimiento, y por el otro, la liquidación del período de dispersión en el desarrollo de la organización revolucionaria.

En la primera parte de presente inciso, hemos retomado las características más generales del desarrollo de la lucha teórica y la lucha ideológica, con el objeto de esclarecer los conceptos teóricos que nos servirán de base para la aprehensión de las características actuales de estos dos elementos. Así pues, la caracterización para el actual período de la lucha ideológica, la lucha teórica, deberá estar ligada a la necesidad política que el movimiento señala.

No se trata por tanto aquí, de esclarecer las características más generales de la lucha teórico-ideológica sino de aprehender las características particulares de la misma. Algunas de las contradicciones que hemos ido anotando en el desarrollo del documento, aparecerán aquí en sus formulaciones conceptuales; éstas serán fácilmente ubicadas, en el momento en que aparezca de forma particular la relación de sus comportamientos políticos y de sus intereses de clase, con las categorías discursivas a través de las cuáles se expresan. Nada nos rebelaría desde el punto de vista científico el análisis de estas concepciones sino hubiéramos esclarecido las condiciones objetivas de la lucha del proletariado.

Antes de pasar al análisis, sentaremos de nuevo una conclusión que ha sido desarrollada en las partes anteriores del trabajo, y que en alguna medida, es la que nos servirá de guía en el análisis que se desarrolla en esta parte del documento. La reducción de las tareas asumidas por los organismos revolucionarios se mantiene en una oposición irreconciliable con el desarrollo del movimiento de masas, y con el desarrollo de la lucha revolucionaria en general. Toda posición que posibilite política e ideológicamente esa reducción, tendrá que ser combatida. El deslinde de las posiciones en el seno de los organismos revolucionarios adquiere características particulares en la presente etapa. La consolidación de la organización revolucionaria tiene como condición ese deslinde y la aceptación de las nuevas tareas que han sido constatadas. Y pro último, la lucha teórico–ideológica, de la que trataremos aquí, se inscribe en esa situación; de ahí que centremos nuestras baterías contra el militarismo pequeño burgués, y contra las posiciones “demócratas” en el seno de los organismos revolucionarios, Ambas como veremos representan posiciones enemigas en el seno del movimiento revolucionario.

Una última aclaración. El desarrollo del presente documento lleva ya 4 meses de trabajo, en el transcurso de ellos, hemos tenido oportunidad de recibir un conjunto de materiales escritos, en dónde los términos de la discusión que se realiza en los organismos revolucionarios aparece más o menos desarrollada. Lo anterior ha representado dos ventajas; por un lado, nos ha permitido constatar y ubicar con mayor precisión muchos de los elementos que en las partes anteriores planteábamos; por el otro, nos ha dado oportunidad de hacer un análisis particular del conjunto de posiciones, permitiéndonos a la vez mostrar como hay una distancia de cuatro meses, las posiciones pequeño burguesas han alcanzado perfiles más o menos definidos y sistematizados. Es indudable además que la elaboración de este conjunto de materiales, manifiesta el desarrollo de la discusión políticas en el seno de las organizaciones; los frutos de la experiencia, de los primeros meses del año en curso comienzan a dar luz.
[1]


a) ¿Cómo se inscribe el militarismo pequeño burgués en la actual etapa de desarrollo del movimiento revolucionario?

Recientemente ha caído en nuestras manos un documento que representa el más alto grado de desarrollo sistemático (conocido por nosotros) de tales posiciones en el seno de los organismos revolucionarios. Ya N lo había saludado gustoso en la medida en que nos permitía fundamentar de manera particular nuestro repudio a tales posiciones, y también en la medida en que en él encontrábamos la expresión de una tendencia que nos parecía inevitable en la presente etapa. A diferencia de lo señalado por el compañero X, en el documento titulado En torno a dos concepciones, creemos que el problema no radica en que tales posiciones hayan comenzado a fundamentarse, ya que su presencia en el seno de las organizaciones era una realidad, y el hecho de que se fundamenten nos da la oportunidad de combatirlas en el terreno en el cual su propio devaneo evidencia sus posiciones políticas.

a.1) De la manera como el militarismo pequeño burgués del documento # 5, articula sus concepciones sobre el desarrollo del movimiento revolucionario.

Se parte en dicho documento de la “contradicción” lucha armada–movimiento de masas, ‘contradicción’ que como demostraremos es inexistente. Se procede a mostrar cómo se manifiesta ésta en el seno de la organización revolucionaria, formulando para esto la división entre el aparato militar y el aparato político de masas. Se determinan los objetivos estratégicos que se deducen de tal concepción y por último se procede a la determinación de las tareas específicas.

Si de hecho toda construcción conceptual es endeble desde su fundamento, esto se rebela en toda su magnitud en la determinación de las tareas específicas. Los militaristas no sólo reducen las tareas de la organización revolucionaria con respecto a lo que ellos llaman la “actividad de las masas”, sino que su “punto fuerte”, lo militar, se ve reducido al más burdo atrofiamiento de los problemas militares de la revolución proletaria. La pequeño burguesía militaristas demuestra así, en toda su amplitud, la función real que ejerce en el seno del movimiento. A partir de este momento toda su construcción conceptual, descubre lo que en realidad representa, los intereses enemigos de clase.

Pero no adelantemos conclusiones, sigamos el hilo conductor del desarrollo conceptual, él solo demostrará que nuestras apreciaciones son correctas.

El punto de partida es precisamente aquel que determina el contenido principal de la discusión que se realiza en el seno de los organismos revolucionarios: el problema de la relación de la organización revolucionaria con el movimiento en general. Buena oportunidad para demostrar como en la interpretación de los problemas fundamentales, las posiciones contrarias a los intereses del proletariado revelan en toda su amplitud sus características de clase. Una vez reconocido este problema, que ahí aparece como “la ausencia de ligazón con las masas”, se definen las necesidades que de este se desprenden: “Como objetivo principal la integración de las masas a la lucha revolucionaria… y también que el sector militar desarrolle una actividad especializada, proyectada a crear el mínimo de organización para la fundación del ejército”. La “contradicción”lucha acamada movimiento de masas, que ya se trasluce en la formulación de arriba, se hace explicita en todo el documento al diferenciar en cada paso la “actividad política de masas” de la “actividad militar”. Ambas actividades aparecen en todo memento como concepciones que modulan el pensamiento del militarismo. Sus objetivos estratégicos no son, sino la expresión particular d la “existencia de ambas actividades”. Al respecto se señala en forma categórica: “El gran objetivo estratégico del movimiento revolucionario en los países dependientes del imperialismo: la creación del ejercito revolucionario del pueblo.” Y con respecto a México, ya que también es un país “dependiente”: “La creación del ejército popular como objetivo estratégico de los revolucionarios de México”. Esta pues resulta el objetivo estratégico que corresponde a la “actividad militar”, falta ver como se “resuelve” el objetivo que corresponde a la “actividad política de las masas”. Entonces resulta que no era un solo objetivo estratégico, sino dos, y que aquél que corresponde a esta última “actividad” es la “integración de las masas al proceso revolucionario”. De hecho, este era si mal no recordamos el problema “reconocido” en un principio, por lo que una formulación conceptual positiva, en vez de una negativa, resuelve el problema de los militaristas. El problema era la falta de integración, LA SOLUCION: LA INTEGRACION. Los problemas se resuelven articulando las categorías ideológicas en un orden distinto, lo que antes era el problema ahora es la solución. Más adelante la integración como objetivo inmediato, y ésta con la integración como actividad política de masas el orden de los conceptos pasa del inicio al final, para luego regresar al principio; pareciera que estamos ante un pensamiento dialéctico pero no, estamos ante el recurso de la ideología que se mueve y desarrolla ante un conjunto de ideas dadas. Pero veamos más… la determinación de las tareas específicas que se deducen de todo el desarrollo:

a) “…Lograremos estos dos objetivos (se refiere a los objetivos estratégicos) a través de la creación de los frentes guerrilleros urbano y rural…” por lo pronto parecerá que se les ha escapado del planteo la manera como se van a resolver los “objetivos” de la “actividad política de las masas”. Pero concediendo que su especialidad es la “actividad militar” esperemos ver su “particular” forma de concebirla.
b) “De la concepción general de la lucha se desprenden de la forma de organización… un aparato política militar. “Así pues las actividades se desarrollan en la organización en distintos aparatos. El truco aparece mucho más claro ahora, en realidad lo que constituía la premisa del análisis, esto es, la diferenciación de las “actividades”, es el resultado de la necesidad pequeño burguesa de una división particular del trabajo en el seno de la organización: la división entre los que realizan el trabajo de masas, y los que realizan el trabajo militar. Todavía se podía alegar que toda organización revolucionaria supone una división del trabajo, pro más adelante veremos como esta división “particular” es del todo extraña al proceso revolucionario y cómo de hecho conduce a la destrucción de la organización revolucionaria.
c) En la articulación de ambos aparatos, se supone que se “resolverán” todos los problemas que hasta ahora sólo han sido “reconocidos”. En relación a este punto encontramos los siguientes elementos:
El objetivo central es “transformar sus luchas espontáneas –de las masas– en luchas revolucionarias”, y más adelante, “la lucha armada, directamente relacionada con la lucha de masas ayuda a que ésta eleve su nivel de conciencia, ayuda a transformar sus luchas reformistas en luchas revolucionarias”. Es obvio, que por más que los “militaristas” alardeen del objetivo estratégico militar, en el sentido de construir el Ejército Revolucionario, desconocen por completo la dialéctica que modula su desarrollo. Los señores no piensan ni por asomo, que las masas puedan desarrollo lo que ellos llaman una “lucha armada”, por lo que ésta se opone como algo que viene del exterior al movimiento de masas. Seguramente quedarían boquiabiertos cuando un grupo de campesinos les pidieran armas para defender sus tierras o cuando un grupo de obreros se las pidiera para asaltar una fábrica, etc. El truco se vuelve aún más endeble, las masas son “democráticas” por naturaleza y los militaristas revolucionarios por lo mismo, y por tanto, los únicos capaces de guiar revolucionariamente a las masas.

La relación de los “aparatos” permite “engrosar las filas de la organización revolucionaria”. Más adelante: “Esta liga –lucha armada movimiento de masas– permite que la organización capte más elementos revolucionarios que engrosarían el Ejercito Revolucionario del pueblo y el aparato político en cualquiera de los dos frentes”. Pareciera todavía que realmente les interesa el llamado “aparato político” de masas, pero más adelante lo reducen en sus funciones a alimentar el “aparato político militar”, por lo que el segundo se convierte en un aparato adicional, que le permite al primero ir creciendo. La organización revolucionaria se compartimenta en dos aparatos, el segundo se encargará de transformar las luchas democráticas en luchas revolucionarias “concientizándolas para su incorporación a la lucha armada”. De lo cual deducimos que el aparato político de masas tiene como función la de reducir sus tareas a la de selección de los elementos que integran el otro aparto. Las cosas parece a esta altura ya bastante cómicas, pero se convierten en tragedia cuando descubrimos cómo en el documento 5 se identifica el movimiento de masas con los organismos de base de una organización determinad. Nos dicen por ejemplo: “consideramos que el trabajo de masas debe ser planificado y jerarquizado, o de lo contrario se caería en le practicismo. Ya la organización tiene experiencia en este tipo de trabajo. Hubo gran cantidad de círculos que no se atendieron correctamente, a consecuencia de lo cual se disgregaron”. Por lo que el aparato político de masas no sólo es reducido a las funciones de selección de elementos para el otro, sino que la selección está circunscrita a los círculos… La teología de los aparatos, es precisamente la concepción que expresa la necesidad pequeño burguesa de aniquilar la organización revolucionaria.

Pero no conformes con esto, ubican como función del aparato militar y no del político el desarrollo de la guerra revolucionaria. “El aparato militar… debe ir preparando la guerra del pueblo”. Para los señores no existe la situación insurreccional, la necesidad de la huelga, etc., y si acaso se atrevieran a reconocer que esto tiene alguna importancia, seguramente lo reducirían a la categoría de lucha democrática. Pero más allá, al aparato militar se le reduce a la realización de operativos militares: “Las operaciones militares coadyuvan en un momento determinado a organizar y movilizar a las masas en un sector determinado, habiendo un trabajo político y de organización previo”. “Las operaciones militares pueden ayudar a que la organización revolucionaria penetre en un sector del pueblo”. Como vemos el aparato militar se reduce a la realización de operativos militares por lo que podemos concluir: Tampoco el “aparato militar” ejerce las funciones de dirección militar en el seno del movimiento de masas.

¿Qué queda pues para la organización revolucionaria? Nada. El aparato militar se convierte en el instrumento orgánico burgués, que tiene como función impedir que los elementos más destacados de la clase realicen las más amplias tareas de agitación, propaganda y dirección político–militar. He ahí en toda su amplitud a donde conduce el truco de la oposición lucha armada–movimiento de masas. Y por si hubiera alguna duda, veamos las condiciones específicas que los militaristas asignan a los elementos que participan en cada uno de los “aparatos”. Los del aparato político, “requieren un largo proceso de formación hasta llegar a dominar algo más que los elementos básicos del marxismo–leninismo, hasta conocer la realidad nacional y haberse fogueado en la lucha de masas en todos sus aspectos: organizativo, de agitación y de propaganda”. En tanto que los del “militar”: además de conocer la realidad nacional necesitan conocer las tácticas de lucha guerrillera y tener conocimientos de técnica militar más rudimentaria…de donde concluimos que los primeros no necesitan la preparación militar, ni el conocimiento de las tácticas de guerrillas, etc., y que éstas no tienen que ver nada con el movimiento de masas; y los segundos, no tienen que conocer mas que las tareas de agitación, propaganda y organización ya que estas no son tareas del “aparato militar”. La división del trabajo militarista resulta ser el artificio que la burguesía necesita introducir en el seno de las organizaciones para liquidar su función en el desarrollo del proceso revolucionario.

Aunque a estas alturas no queda prácticamente ya nada del edificio construido en el documento No. 5, conviene no dejar pasar desapercibidos los supuestos fundamentos teóricos que conducen al militarismo a formular la “contradicción” lucha armada–movimiento de masas.

Como justamente el discurso ideológico pretende que las categorías por él elaboradas no son el reflejo de sus intereses de clase, sin que aquellas determinen éstas; en el documento citado, los objetivos estratégicos no aparecen como el resultado de la división del trabajo que la necesidad burguesa de liquidación de la organización de organización revolucionaria impone, sino como el resultado de una supuesta aprehensión científica de la realidad de los países dependientes. El devaneo cerebral del militarismo pretende caminar por otro lado para fundamentar sus posiciones, pero tan pronto da los primeros pasos se ahoga en las tesis demócratas de los dependentistas. La argumentación se funda en la discusión de las vías: armada o no armada. La “contradicción fundamental”: violencia o no violencia. La vía armada es propia de los países dependientes porque las burguesías nacionalista y explotadas por la burguesía imperialista, para realizar su plusvalía realizan una superexplotación, que se funda en el carácter ininterrumpido de la represión violenta. Para mostrar lo anterior, ahí van algunas citas, que pretenden ser el fundamento de la necesidad de la “vía armada”: “Se puede afirmar que el imperialismo sólo aplica la violencia contra su pueblo en ULTIMA INSTANCIA, cuando éste le cuestiona el poder”.

(La cita es verídica aunque parezca increíble). “En nuestros países… la burguesía nativa, explotada pro la burguesía imperialista, se recupera ejerciendo una superexplotación”. Por lo que las leyes más generales del desarrollo del capital, la ley del valor, etc., se quedan en el arco del triunfo.

“La violencia sistemática… Por supuesto los señores desconocen toda la historia de la lucha de clases en los países imperialistas, con justa razón N., anotaba: “No se entiende en lo absoluto que la llamada revolución pacífica” no es más que un mito burgués que no existe y no ha existido jamás y que, por ende, la violencia es una característica inherente a la lucha de clases aquí, en Francia, o en Andorra, por lo que decir que la “ley general de la revolución socialista en los países subdesarrollados es… llevar adelante la lucha armada” (nota del documento 5) es determinada por la objetividad de las relaciones en que se ejerce la lucha proletaria, y esto no tiene nada que ver con que la burguesía le deje o no al pueblo uno o varios caminos (díganlo si no la aparición cada vez más generalizada en las principales metrópolis de la guerrilla: EU, Francia, Alemania Oc., para no citar sino estos casos)” (N).

Su brillante discurso les permite “resolver” lo que en realidad no existe como problema para la teoría revolucionaria, ya que ésta no se preocupa de justificar la “vía armada”, sino de descubrir las leyes del desarrollo militar, cuestión que nuestros militaristas sustituyen por un puñado de recetas manualistas burdamente hilvanadas. La conclusión no se hace esperar: “La necesidad objetiva de crear, al más corto plazo posible el ejército revolucionario del pueblo, que representa la violencia organizada de éste contra su opresor”. Y para México, dado que la clase obrera ha sido “totalmente controlada”, que el PCM la ha “traicionado siempre”, que “ha probado las balas”, etc., etc. Es necesario: “crear un aparato capaz de defenderlo, que inicie la ofensiva contra los explotadores hasta lograr su derrota total”. De dónde concluimos: LA EMANCIPACIÓN DE LA CLASE OBRERA NO ES OBRA DE ELLA MISMA, el militarismo pequeño burgués se encargará de defenderla ¡!¡!. Pasamos por alto, ya que esto será analizado en otro lugar con mayor detenimiento, que los “especialistas militares” no distinguen entre el comando guerrillero, la columna, el ejército regular, etc., y por supuesto que pensar que tienen alguna idea de cómo se articulan estas cuestiones en relación al desarrollo militar del proletariado.

Nos falta por ver todavía dos puntos. Los militaristas declaran su lucha a muerte contra el espontaneísmo, para ello articulan por un lado la teología de la planificación, y por el otro nos muestran su particular manera de entender el desarrollo de la teoría revolucionaria.

A la existencia de una actividad espontánea, oponen la necesidad de una actividad planeada, que establece objetivos, etc. El plan se articula en relación del Plan Central y del Plan Sectorial. Veamos como se expresa éste: El trabajo espontáneo “es un trabajo que se realiza sin un plan definido a corto y largo plazo, una actividad que niega o rebaja el papel de la teoría revolucionaria, un trabajo que se deja arrastrar por las necesidades inmediatas de las masas, sin encuadrar (¡!¿?) Esas necesidades dentro de un plan conjunto, de acuerdo a una jerarquización de las tareas en función de los objetivos de la organización revolucionaria”. “Una práctica sin objetivos”, “sin principios firmes, un movimiento incesante que justifica por sí mismo”. “La actividad espontánea es una actividad burguesa, ya que en última instancia no hace más que reforzar el sistema”. De entrada, se identifica el desarrollo espontáneo con la actividad artesanal de una organización determinada. Esto no puede ser casual, ya que para el militarismo no existe el movimiento de masas, sino únicamente la organización pequeño burguesa. Pero en todo caso, lo importante es que el razonamiento conduce a lo siguiente: Se niega el carácter revolucionario de la actividad de las masas, específicamente de su actividad espontánea. Para quien conozca la historia de la revolución, siempre será claro que la actividad espontánea desplegada por las masas existe justamente como punto fundamental del proceso revolucionario, en ella encontraba Lenin el germen del desarrollo de la actividad revolucionaria o Marx, las expresiones clara y profundas de los antagonismos de clase, etc.… Si pensamos en la situación actual, veremos que el desarrollo de las luchas de masas en el país será para los militaristas la expresión de una actividad no antagónica a los intereses de la burguesía. ¿A dónde va toda la argumentación? A negar el carácter revolucionario de toda actividad de masas, y a afirmar como única actividad revolucionaria, la realizada por el “aparato militar”. Queda claro que la construcción teorética se postula para justificar la necesidad burguesa de sometimiento del proletariado a una dirección extraña a su clase. Pero suponiendo que se estén refiriendo al espontaneísmo en el seno de la organización, o mejor dicho, a los métodos artesanales de una organización determinada, nos quedaría ver si en la lución que se propugna para la organización esto se esclarece. Para verlo bastará mostrar como entienden la planificación. El plan “establece los objetivos de la organización durante el proceso revolucionario”. Pero los tales “objetivos” ya los conocemos y sabemos también a dónde nos llevan, por lo que el plan no es sino la expresión programática de los objetivos del militarismo… el resto se reduce a reproducir, en los planes sectoriales centrales las mismas concepciones.

Su modo de entender la teoría revolucionaria y su desarrollo es precisamente el punto en donde se esclarece porque el militarismo puede construir la apologética de los “aparatos”, de los planes, etc. El discurso es asó de simple: La teoría revolucionaria surge en un momento dado (que justamente no conocen) por el desarrollo teórico que posibilitaron los intelectuales burgueses y pequeño burgués; en general el desarrollo de la teoría es relativamente autónomo (pero su relativa autonomía no está determinada). El proletariado por otro lado, es incapaz de desarrollar la teoría revolucionaria (no existe el desarrollo desigual teórico ni el sujeto de desarrollo científico). Por lo que la solución es la fusión del proletariado que es reformista, democrático, y para concluir, la tal fusión (único lugar donde se atenta particularizar la determinación mutua) es de tipo hegeliano. Para verlo mas claro, veamos sus argumentos principales:” ¿De dónde surge la teoría revolucionaria del proletariado? Surge del desarrollo histórico del pensamiento revolucionario en la etapa del capitalismo”. “¿Qué relación tiene el surgimiento de la conciencia revolucionaria con la clase proletaria y las demás clases trabajadoras en la lucha revolucionaria? La clase proletaria como tal (¿?) no puede crear su propia conciencia de clase de manera de tal forma independiente (se habla de clase y no de movimiento de masas ¡¡¡¡) sólo puede dar contenido político a sus luchas económicas, reformistas y por consecuencia espontáneas, más nunca podrá elevar el contenido de sus luchas ­–por violentas que sean– a un nivel socialista. La conciencia de los obreros y masas populares sólo se eleva a través de la introducción desde el exterior (DESDE EL EXTERIOR DE LA CLASE!!!) de la conciencia revolucionaria, de la teoría marxista. ¿Pero que no estamos precisamente ante el modo “demócrata” de ver la relación de la teoría y el desarrollo de la lucha de clases?. Continúan más adelante: “su desarrollo… es relativamente autónomo pues no lo determina mecánicamente el desarrollo de la lucha de masas (con lo cual se ha dicho todo) sino al contrario, la teoría marxista–leninista tiene un papel transformador de la lucha de masas profundo y amplio”. Y para reforzar su amplitud y profundidad se recurre a la fusión hegeliana diciendo; “Para Gramsci, la praxis es el conocimiento científico que transforma la realidad”. Justamente lo contrario de lo que dijera Marx, en su “Introducción general a la crítica de la Economía política”, al afirmar que ése es precisamente el error hegeliano, que le lleva a pensar que el mundo es el resultado del proceso discursivo. Pero prosiguen: “La ausencia de una teoría marxista dentro de las clases trabajadoras es un problema que el movimiento revolucionario debe resolver”. etc., etc.

Por lo que respecta a las características de su propio discurso, podemos concluir con N.: “Tal posición es un producto heterogéneo (como todo oportunismo) de la descomposición de las concepciones que en otra etapa tuvieron validez revolucionaria, y que aquí aparecen como a) La escolástica leninista: “Lenin lo dijo y basta”; b) El moralismo maoísta: “Hay que combatir el ultra–democratismo”, etc., c) El foquismo de Regis Debray., d) Todo esto aderezado con algunos elementos de los “modernos” teóricos burgueses: Altusser y Marcuse y e) El reformismo más aberrante de ciencia oficial (Alfonso Aguilar, Ceceña, etc., etc.), o lo que es lo mismo a nivel latinoamericano, las tesis de los “dependentistas” (N).

De donde podemos concluir por un lado, su incapacidad para determinar (a no ser al modo del empirismo), la relación de la teoría revolucionaria, la lucha teórica, etc., etc., con el desarrollo de la lucha de clases y el ascenso del movimiento revolucionario; y por otro que las características de su discurso son la mezcla abigarrada de posiciones más o menos definidas y diferenciadas que han perdido en las concepciones del militarismo sus perfiles definidos, como necesario resultado del proceso de descomposición del discurso ideológico burgués.

Escarbando un poco más en el asunto podemos sin dificultad llega a percibir los siguientes elementos:

a) La “Incapacidad del proletariado para desarrollar la “teoría” y su correlativo componente” debemos educar en el marxismo a las masas llevándolo desde “fuera”, ya que ellas… son ignorantes (¡¡¡)”, etc., etc., surge precisamente de la abstracción de todas las diferencias que nos permiten ubicar en su punto exacto la función de los elementos que nos hemos referido en la primera parte del inciso (conocimiento sensorial, conocimiento científico, y sus relaciones con el desarrollo histórico y la lucha de clases), y que son el resultado necesario del recurso ideológico. Las categorías aparecen como naturales, el desarrollo de la Teoría como algo extraño al proletariado, que lo ilumina al modo como el idealismo religioso la bañaba de luz; el método científico se invierte, lo abstracto no tiene que ser reducido a lo concreto por la vía del pensamiento para producir un “concreto pensamiento”, porque éste ya existe (¡¡). Esto es precisamente ante el recurso de la ideología de la ideología que se diferencia del método científico, obstaculiza las categorías más generales haciendo abstracción de las diferencias históricas… y cuyo objeto político es eternizar las condiciones actuales en que se desarrolla la producción.
b) Es indiscutible que los representantes teóricos de estos señores (aceptadas al menos implícitamente) se encuentran en los apologistas de tales posiciones y fundamentalmente de Althusser, que no hace sino construir la apología del divorcio del desarrollo del discurso científico en su relación con la lucha de clases, o mejor dicho de su necesaria unidad con la práctica burguesa, ya que para el “teórico” mencionado son los Partidos Comunistas quienes realizan la práctica política “marxista”. Dicho sea de paso, nuestros militaristas pequeño burgueses no podrán sino arrodillarse ante Althusser, aún a costa de su repudio al TEORICISMO, como por el otro lado tendrán que adorar a Debray (la izquierda althuseriana¡¡) a costa de su repudio al PRACISMO. Por lo demás su brillante interpretación sobre la “educación de las masas” reside precisamente en la argumentación señalada…

Podemos asegurar: Todos esos artificios conceptuales no son los que nos impedirán descubrir los trucos de estos señores, ya que tenemos al mejor arma: descubrir a través de sus cabezas y comportamientos políticos, sus intereses de clase. Y esto es precisamente lo que su ideología niega. HIC RODHUS, HIC SALTA;

A.2. – De la manera como se inscriben los intereses de clase del militarismo.

Algunos elementos generales para iniciar el planteo:
a) La pequeña burguesía se comporta en general como clase conciliadora por su ubicación en las relaciones de producción, a excepción de aquellos momentos en que debido a determinadas condiciones económicas se convierte o bien en el más acérrimo enemigo del proletariado (Cfr. Trotsky, Sobre el fascismo y el nazismo), o participa al lado del proletariado en el proceso revolucionario.
b) En el seno del movimiento o más precisamente en relación a la lucha del proletariado, “asimila” las posiciones revolucionarias (marxismo demócrata o militarista) para frenarlas en el momento decisivo de la lucha. Nunca ha sido casual que los momentos en que sus posiciones se perfilan con claridad meridiana, sean precisamente aquellos que corresponden con las situaciones revolucionarias. (Cfr. Lenin, Trotsky, en relación a la lucha contra los mencheviques)
c) Inevitablemente tratarán de asumir la dirección del proceso revolucionario para frenarlo en el momento decisivo. Es obvio que para ellos el proletariado tiene que someterse a su dirección, o lo que es lo mismo, se tiene que generar a toda costa las condiciones para una política proletaria que con lleve su condición de apéndice de otras clases.
d) De ahí que su concepción sobre el desarrollo teórico absolutice la “ignorancia” de las masas, en la medida que tal recurso coincide con la necesidad de someter al proletariado a una política no propia, y por consecuencia a una dominación teórica–ideologíca.

Veíamos arriba, que el militarismo concibe el desarrollo del movimiento revolucionario como determinado por la contradicción lucha armada–movimiento de masas. Tal “contradicción” tiene por objeto identificar la vanguardia revolucionaria con el grupo militar prescindiendo de los elementos que la determinan. Es claro que no existe organización de vanguardia si ésta no está armada, o dicho de otra forma, no existe organización revolucionaria sin una política militar de vanguardia. Pero de esto a concluir que el núcleo armado y después el ejercito revolucionario constituyen la tal vanguardia por el hecho de desarrollar operativos militares no puede ser sino la más burda incomprensión del desarrollo de la lucha de clases. De hecho tal “contradicción” es no existente en el desarrollo de la lucha revolucionaria, al elevarla al rango de la contradicción determinante, se prescinde entre otras cosas de la contradicción entre una acción militar no espontánea y una acción militar espontánea, de una táctica militar dominada en oposición a una táctica militar independiente y capaz de ejercer la lucha en las condiciones militares en las cuales se desarrolla, de la necesaria existencia de la diversidad de aspectos que determinan la lucha (económico–político–ideológico–militar) tanto para el movimiento de masas, como para la organización de vanguardia, y por último se reducen las funciones de la organización vanguardia en el desarrollo de los aspectos militares.

Esta última reducción tiene como objeto político, dejar el campo libre a la política “demócrata” en el seno del movimiento de masas, o lo que es lo mismo si ubicamos tal posición en el momento actual de la lucha de clases, impedirle al proletariado desarrollar uno de los objetivos tácticos fundamentales: La dirección demócrata liquidada en el seno del movimiento. El desarrollo de tal posición en el seno de las organizaciones revolucionarias nos llevaría irremediablemente a tranzar nuestras posiciones con las posiciones de la dirección “demócrata”. Pero las experiencias revolucionarias son muy claras a este respecto: Tal desarrollo conduce irremediablemente al fracaso de la revolución.

Por su parte los “demócratas”, tienen el privilegio de partir de las mismas concepciones. Para cualquiera que conozca las posiciones del PCM con respecto a la lucha armada esto es bastante claro. La única diferencia reside en que de la “contradicción que sirve de agarradera a ambos unos se quedan con un polo y los otros con el restante. Unzueta por ejemplo, en su crítica a Debray no hace sino recurrir a la contradicción que formula y determina la concepción del militarismo pequeño burgués para colocar al partido en el lugar que le corresponde: aquel que le asigna su necesidad de ejercer dirección burguesa sobre el movimiento de masas. Así como el oportunismo demócrata coquetea políticamente con las posiciones “guerrilleras”, el “militarismo” se ve obligado9 a coquetear con las posiciones “demócratas”. Los términos de la problemática teórica que representan ambas posiciones son idénticos, ¿A dónde conduce la aceptación de tal concepción? A una división del trabajo que se establece en base a las siguientes condiciones:

a). – Los “demócratas” encabezan la lucha de masas, ellos se encargarán de guiar al proletariado a través de la lucha legal, la lucha reformista, etc.

b). – Los militaristas pequeño burgueses, asumirán el control de la lucha armada, para sujetarla a los intereses de la clase que representan. ¿Cuáles son sus efectos? El movimiento de masas queda atado a una dirección política militar “demócrata”, precisamente a aquélla que conduce al fracaso al movimiento revolucionario.
[2] y por el otro lado, la organización amada que representa objetivamente la posibilidad de transformarse en la organización vanguardia del proletariado y de ejercer por tanto su dirección, es reducida a la realización de operativos militares y sometida a una política pequeño burguesa de alianza con los “demócratas”. Admirable camino por el que quiere conducir al proletariado, bella forma de destruir el proceso revolucionario ¡

En síntesis, de la contradicción inexistente y políticamente aceptada por los “militaristas”. Se desprenden sus postulados fundamentales:

a). – La organización armada “integra” el movimiento de masas al proceso revolucionario.

b). – La “estabilidad militar” (¡), que es la única que interesa, depende de tal integración.

Pero como la premisa mayor es falsa, se derrumba el edificio. Los objetivos fundamentales de tal posición son: a) La reducción general de las tareas de la organización revolucionaria, y particularmente el rechazo a la aceptación del objetivo teórico de la liquidación de la dirección demócrata en el seno del movimiento: b) La reducción de las tareas de agitación, propaganda y organización proletaria en el seno del movimiento de masas.

Métodos diferentes, o lo que es mucho más preciso, tácticas diferentes conducen inevitablemente a objetivos diferentes. El militarismo pequeño burgués no tiene como función el desarrollo del proceso revolucionario, sino precisamente su liquidación.

Sabemos bien cuál será la argumentación filistea en contra de nuestras posiciones, se nos acusará de hablar del aspecto militar sin detenernos en sus aspectos particulares, pero de antemano anticipamos que tal argumentación será destruida… aún no hemos concluido nuestro trabajo teórico–político y los aspectos militares serán tratados en toda su amplitud en muy poco tiempo.

3. – De otras expresiones que muestran cómo el militarismo constituye una tendencia objetiva en la actual etapa.

Es característico de la actual etapa de dispersión teórico–política, que las posiciones del militarismo aparezca también embrolladas con el planteo de un conjunto de problemas objetivamente determinantes del desarrollo del proceso revolucionario. En un proceso que se caracteriza por el deslinde de las posiciones de clase, y de cuya realización depende la afirmación política del proletariado se mezclan necesariamente un conjunto de posiciones que sólo en el transcurso de su desarrollo alcanzan sus perfiles definidos. El documento No. 5 es una muestra clara de la manera como las posiciones alcanzan su definición y se ubican como tales al hacerlo revelan en toda su magnitud las necesarias tendencias que de antemano se habían desarrollado. Pero nos hemos topado además con otros documentos en donde las concepciones del militarismo (ahí presentes) se traban en oposición irreconciliable con problemas específicamente proletarios. La existencia de tales documentos, los que expresan en toda su amplitud las posiciones del militarismo y aquéllas que las sostienen planteando a la vez un conjunto de problemas por resolver, y que sí atañen a la organización revolucionaria; representa por un lado, la necesidad de ejercicio del deslinde de posiciones, que puede incluso concretizarse en la necesaria escisión orgánica de las distintas posiciones, y por el otro lado, la manifestación palpable del desarrollo espontáneo de los grupos revolucionarios, el desarrollo de la práctica política se traba en oposición irreconciliable con el retraso teórico, o lo que es lo mismo, las posiciones burguesas son subsumidas en el seno de las organizaciones revolucionarias en desarrollo, lo cual implica el necesario ejerció de la lucha teórica e ideológica en el seno de las misma. Ambas cuestiones se combinan y sin embargo tienen que ser diferenciadas, en el primer caso son el indicador absoluto de posiciones irreconciliables, en el segundo, la manifestación particular de las contradicciones sobre las cuales se da el desarrollo de la organización revolucionaria. Allá se trata de un enemigo de clase, de una posición enemiga; acá de un problema de transformación cualitativa de la organización revolucionaria. ¿Qué nos permite distinguir la segunda posición de la primera? Que en la segunda, las posiciones burguesas y pequeño burguesas aparecen embrolladas en el planteamiento de una gama de problemas no resueltos, auque algunas veces planteados equivocadamente, mostrando sin embargo la preocupación por una problemática proletaria. Nuestros comentarios a los dos documentos siguientes están inscritos en la segunda clase de documentos, serán por lo demás breves, y sólo para mostrar que las posiciones arriba mencionadas se desarrollan objetivamente.

El compañero Y, autor del documento titulado “planificación del estudio para los militantes”, incide en las posiciones del militarismo al plantear cosas como las siguientes. “La solución de los problemas que plantea la política revolucionaria de infiltración (¡?) de masas es uno de los grandes problemas del movimiento revolucionario armado (¡¡¡) porque de ella depende la estabilidad y el avance del movimiento guerrillero tanto urbano como rural y la transformación de la guerrillas en un fuerte y ofensivo movimiento de liberación nacional”. Y más adelante, es necesario que… “cada acción tienda a sensibilizar a las masas hacia nuestras posiciones”, “el problema de infiltración entre las masas de la solución al problema de extensión de los comandos”.

Por otro lado, los compañeros presos del CAP, MAR, y otros, en un documento dirigido a al foro estudiantil, nos permiten resaltar otros aspectos que se desprenden de la “contradicción” lucha armada–movimiento de masas. Sin lugar a dudas, en tal documento la oposición mencionada conlleva una identificación de las “formas de lucha” con lo que en realidad son sus aspectos determinantes. El recurso tiene como objeto oponer la forma (?) armada, a la forma (?) legal o semilegal, que precisamente es el truco demócrata para perpetuar s u dominio en el movimiento de masas y para alardear de los “compañeros guerrilleros”. Bienvenido el juego para ellos, maldita la hora para nosotros. Los compañeros anotan: “la lucha armada es una forma de lucha (¡¡¿?)… la más alta… “y luego al argumentar su necesidad: “La lucha armada con el método guerrillero (¡¡) como la forma fundamental, con las modalidades obligadas por las circunstancias (?)… carga de contenido consecuentemente revolucionario en los momentos críticos de las acciones de todas las demás formas de lucha”.

Las movilizaciones de masas se interpretan como “legales”, por oposición de la lucha armada que no es de masas y no es legal. Refiriéndose a las movilizaciones del invierno pasado, después de incidir como es costumbre en aquella interpretación de que fueron de apoyo a los guerrilleros caídos, nos dicen: “Muestra la importancia que tiene la lucha de masas a nivel legal –dentro de los marcos de la democracia burguesa– o semilegal o sea, cuando desborda esos marcos (¡) pero sin ser definitivamente subvertidota del orden de cosas existentes… por tanto, debemos saber el lugar que ocupa la lucha democrática y semilagal (¡) respecto a la lucha armada”.

No está ausente por lo demás, la identificación de la contradicción entre los intereses inmediatos y los intereses históricos con otra ideológica: Lucha democrática–lucha armada. Al querer reconocer cómo las masas se educan revolucionariamente en el ejercicio de su lucha; se prescinde del proceso de transformación ideológico–político–militar que se da en la misma. Es evidente que en este proceso de transformación, las masas se educan revolucionariamente para asumir sus objetivos históricos; pero esto, no se da como paso de l a lucha democrática a la lucha armada que es precisamente como lo plantean estos compañeros. “La lucha democrática… escuela práctica en donde se aprende que la revolución es posible y que la lucha armada es indispensable”. Y donde se aprende también a “romper ataduras legales hasta elevarse al total desconocimiento (¿? ¿?) De toda la legalidad burguesa, a participar en la lucha armada”. Teniendo como objetivo posibilitar, “su más completa libertad ideológica que conducida consecuentemente desemboca en la lucha armada”.

Y concluimos: ¿Qué no es todo esto un vulgar coqueteo con los demócratas? ¿Qué salía la posición revolucionaria? Una crítica a los mismos demócratas en donde se les acusa de que al “no determinar la principal –forma de lucha–… a lo cual su actividad se encharca en el oportunismo burgués”.


b. – ¿Cómo se inscriben las posiciones demócratas subyacentes?

El militarismo pequeño burgués se ubica en forma opuesta –desde el punto de vista de su surgimiento histórico–, a la subsunción de los elementos demócratas en el seno de los organismos revolucionarios. Mientras que el primero se desarrolla con el desarrollo de los grupos armados, el segundo es el resultado de un proceso de liquidación aún no concluido. Vayamos por partes. Cuando el proceso de formación, creación y desarrollo de los grupos armados, es el resultado de las rupturas con las organizaciones burguesas de “izquierda”, incluso cuando muchos de los militantes pasaron por tales organizaciones; es del todo evidente que este proceso se manifiesta como un proceso de mutación, en la que el momento determinante de la lucha lo determina o representa al decir de Lenin, la necesidad de renunciar a la herencia pasada. Como todo el proceso de mutación éste tiende a desarrollarse a partir de la transformación de la práctica política, manteniendo incluso en sus etapas iniciales de formación una relación más o menos fuerte con su pasado militante. No faltaron por ejemplo situaciones en las cuales las organizaciones armadas mantenían relaciones con el PCM, o no falta aún hoy en día organizaciones que en alguna medida sostienen parte de sus posiciones programáticas. Ya en la primera parte de este trabajo habíamos hecho mención a los documentos del partido de los pobres y a una carta firmada por compañeras presas entre las cuales se encontraban militantes del FUZ, que se caracterizaban precisamente por eso. Sin detenernos mucho en el análisis de este proceso
[3] es de todo claro sin embargo, que aquí se trata de un proceso en el cual la subsunción de los elementos demócratas en el son de los organismos revolucionarios en formación, es el resultado histórico de un proceso de liquidación del pasado inmediato y de construcción de las nuevas herramientas políticas. No puede pues asombrarnos el hecho de que estos residuos del pasado militante, aparezcan aún como fantasmas que generan malos tratos, como no ha podido asombrarnos helecho de constatar nosotros mismos la futilidad de nuestras supuestas liquidaciones anteriores. Es también claro, que el proceso de desarrollo de la ideología de los demócratas entra en un agudo proceso de descomposición y vulgarización hace ya buen rato. Y no sólo en el seno de los organismos revolucionarios, en donde esto se muestra con una claridad definitiva, sino en el mismo seno de las organizaciones burguesas; basta ver al respecto cualquiera de los materiales del PCM en los últimos 10 años para convencerse de que su imaginación llegó a su límite en los años 58, para desembarazarse después de un proceso de descomposición repetitivo y lateralmente decadente digno competidos de la ideología priísta. Esperar pues que las posiciones demócratas puedan aparecer como residuos fantasmagóricos, en las posiciones sustentadas por la tercera internacional, pero de esto nos ocuparemos en otro momento. Por lo demás no nos extraña toparnos con un material al estilo del documento No. 5 en donde se expresan tales posiciones, ni lo esperábamos, ni ha aparecido.

Con el militarismo el proceso es diametralmente opuesto, sus perfiles se van definiendo en la medida en que el desarrollo de la organización revolucionaria va avanzando, éste determina sus desarrollo, ya que el militarismo se desarrolla parasitariamente al lado de la organización revolucionaría, y por lo tanto, de aquí si podemos esperar nuevas expresiones más sistematizadas y con perfiles más definidos en el seno mismo de los organismos revolucionarios. Esto justificaba políticamente para nosotros el análisis del documento No. 5.

En general en el proceso de transformación de las organizaciones revolucionarias las posiciones enemigas de los demócratas cederán sus puestos a las posiciones enemigas de su hermano carnal el militarismo pequeño burgués. Aunque por otro lado, las características de este desarrollo en el seno del movimiento de masas adquieren, necesariamente, un desarrollo peculiarmente distinto. La dirección demócrata en el seno del movimiento subsistente e intenta afirmarse a partir del desarrollo de múltiples expresiones, aunque el mismo desarrollo del movimiento de masas vaya rechazando con empuje a veces sorprendente tal dirección. (Sus expresiones áltimas y más desarrolladas se han manifestado por un lado con las luchas de Sinaloa y por el otro con la movilización del 10 de junio del 72). El proceso de homogenización de los grupúsculos que sustentan tales posiciones, tiende a afirmarse orgánicamente ante el desarrollo de posiciones revolucionarias. Hoy más que nunca el PCM, los perspectivos, Galván, Vallejo, Méndez Arceo y camarilla, el FAT, el MRM, etc., constituyen una unidad más o menos monolítica para afianzar tales posiciones, sólo que éstas tratan de afirmar la diferencia del militarismo, como una unidad orgánica política abiertamente opuesta a la organización revolucionaria; con el militarismo sucede justamente lo contrario. Creemos que las cosas no sucederán de otra manera, a menos que los enamorados de la conciliación el seno de los organismos revolucionarios, no pudieran llevar temporalmente a la tranza, cuestión ante cuya eventualidad estamos suficientemente preparados.

Así pues, los elementos de las concepciones demócratas subsumidos en las organizaciones revolucionarias se translucen con una fuerza relativamente débil, junto a ella se desarrolla necesariamente –de eso vamos a hablar en las siguientes páginas–, el planteamiento de un conjunto de problemas no resueltos y que están urgidos de solución, veamos pues…

– ¿Cómo se plantea en este momento en las organizaciones revolucionarias el conjunto de nuevos problemas?

– De cómo subsiste el empirismo en problemas de conocimiento.

En general podemos apreciar los siguiente: el conjunto de problemas que hasta ahora han sido reconocidos por las organizaciones revolucionarias, son el resultado de la aprehensión sensorial de la practica ejercida; y si bien, muchos de ellos existen como problemas reales para el proletariado, y por tanto, como problemas que deben ser resueltos, el modo dominante de su reconocimiento es el del empirismo. Justamente el modo específico de aprehender que incapacita a la organización revolucionaria para desarrollar una teoría de vanguardia, o más acá, para comprender científicamente los problemas que el movimiento revolucionario le plantea. El empirismo característica del modo de aprehensión de la “ciencia” burguesa, aparece en el seno de los organismos revolucionarios como dominación teórica de la clase enemiga y plantea de lleno la necesidad específica de su liquidación como condición del desarrollo de la teoría de vanguardia. Tenemos pues dos cosas: pro un lado el reconocimiento sensorial de un conjunto de problemas propios de la clase, y por el otro de un modo de aprehensión dominado que nos impide resolver científicamente tales problemas. O dicho de otra forma, contamos con el reconocimiento inicial del objetivo teórico (es por lo demás claro, y así se verá más adelante, que incluso la determinación más precisa del objeto teórico requiere del modo de aprehensión científica; la inexistencia del dominio de éste, permite que el objeto de conocimiento aparezca en las concepciones desarrolladas, embrollado con un conjunto de problemas inexistentes); y no contamos ( nos referimos a la situación dominante) con el trabajo teórico capaz de resolverlo adecuadamente: el conocimiento racional o científico. Veamos como se manifiesta esto.

El compañero F. al plantear: “Son dos aspectos los que nos deben servir para nuestro estudio: el primero. Un estudio del capitalismo mundial, su desarrollo y qué formas ha tomado en México, según las necesidades que le ha impuesto el mercado, las características económicas y políticas propias del país, de su penetración y cómo se han desarrollado éstas con la influencia de aquel tiempo (?) que se ha practicado el sistema.– Como han afectado los fenómenos de repercusión mundial al capitalismo mexicano, cómo la segunda guerra mundial, revolución china, guerra de corea, revolución cubana, guerra de Viet–Nam, creación de la ONU, de la OEA, y la crisis del dólar. Qué medidas de las que tomó la burguesía en cada caso fueron transitorias y cuáles quedaron permanentes. Esto nos dará la explicación (¿?) de todas las políticas que ha desarrollado la burguesía nacional tales como el tipo de reforma agraria o de educación, incrementos de inversión extranjero en determinados tipos de producción, control de la industria energética como petróleo e industria eléctrica por el Estado, control del agua, el transporte, ciertas ramas de la producción agrícola sobre todo de explotación, desarrollo hasta cierto grado del mercado interno, la política de exportación de materias primas sobre todo las de industrias extractivas y después últimamente de ciertos productos elaborados, la creación de NAFINSA. De lo anterior explicar la Posición del régimen de los fenómenos que se enuncian arriba y la reacción del proletariado hacia todo esto en cada etapa y qué ha resultado de todo ello. El segundo.­­– Investigación directa (¿?) de la realidad actual que viven los sectores del proletariado que participan directamente en la producción, y cual fue el proceso que siguieron para llegar a esa realidad actual, estudiar sus luchas anteriores, las actuales y analizar sus perspectivas, considerando sus grados de desarrollo, incidir en esas limitaciones (?), relacionándolos con al lucha revolucionaria en general”
[4]

Al plantear lo anterior pues, F. plantea justamente la necesidad del reconocimiento científico de la formación social mexicana, y también de las características particulares del desarrollo de la lucha de clases. Pero la manera como se quiere o pretende abordar el problema está dominado por el empirismo en problemas de conocimiento. En la cita transcrita arriba nos topamos con un conjunto de tópicos económicos a analizar, pero que tienen precisamente la cualidad de no conducirnos a ningún lado, a no ser a apreciaciones más o menos similares a las que realiza la economía burguesa. El error metodológico consiste en querer derivar las características del desarrollo capitalista en México, o bien de los datos que nos proporcionan aquellos elementos que constituyen su resultado, o en todo caso, que no son sino elementos fortuitos. Vgr. Los elementos y efectos de las crisis económicas no pueden ser entendidas científicamente sin el conocimiento de las leyes generales del Capital, lo mismo pasa con la formación del mercado interno y las características particulares de la política económica nacional, etc. Nacional, etc. Y por otro lado, los elementos planteados para el análisis del desarrollo político, sólo pueden ser válidos a condición de precisar los elementos de desarrollo del capitalismo nacional. Así, por ejemplo, la necesidad de conocer cómo se ubica el proletariado y su lucha, requiere del conocimiento de las relaciones de producción en las cuales surge y se desarrolla, etc.

Esto mismo se refleja en el documento de F, al tratar de abordar los problemas del campo, en donde, por ejemplo, se pretende explicar la explotación de los campesinos a partir del alza de precio del azúcar (que no es sino un elemento fortuito). O donde pro otro laso, el reconocimiento inmediato del campesino en su condición de explotado, la ha llevado a ocultar entre otros los siguientes elementos: a) la función específica de la propiedad territorial y su desarrollo histórico, b) la renta como forma específica de realización de la plusvalía, c) las diferencias entre ele ejidatario, el obrero agrícola, etc., d) la función especial del capital financiero y comercial…

Este mismo problema (la subsistencia del empirismo en problemas de conocimiento) se refleja cuando el compañero X describe la manera de entender la teoría y su desarrollo. Aún cuando para X está claro que el sujeto de desarrollo teórico es el proletariado (lo cual hace, que su modo de ver las cosas no tenga nada en común con el militarismo pequeño burgués), las características objetivas y contradictorias del sujeto mismo se obscurecen totalmente. En la siguiente cita esto que decimos, aparece bien claro: “El valor de una línea político–teórica revolucionaria, es su homogeneidad, lo cual no se da por el convencimiento de que está bien fundamentada, o bien estructurada, sino porque corresponde a la praxis. Nos referimos a que es homogénea, porque todos los elementos de la organización participan en elaborarla, principalmente los de base”.
[5] Es claro que al decir “es homogénea porque todos los elementos de la organización participan en elaborarla, principalmente los de base”; y suponiendo que una línea política se expresa también teóricamente: se confunde de manera catastrófica, el desarrollo de la teoría como resultado necesario de la experiencia proletaria, con los problemas particulares de la discusión en el seno de la organización (esto mismo se repite implícitamente en muchos lugares del documento). El problema surge de la identificación de la aprehensión instintiva (sensorial) con la aprehensión racional (científica) (Cfr. Mao, sobre la práctica). Es claro que también las “bases” contribuyen al desarrollo de la teoría, como también es claro que el sujeto de desarrollo teórico es el proletariado; pero no podemos hacer abstracción de las contradicciones a través de las cuales se ejerce tal desarrollo, vgr., la oposición entre la percepción sensorial y la aprehensión científica; el necesario desarrollo desigual teórico-político en el seno de la clase y por tanto la existencia de una aprehensión desigual que se manifiesta en la elaboración de una teoría de vanguardia por un lado, y el desarrollo de la conciencia socialista de las masas por el otro, etc… Tomada en su sentido estricto la afirmación final de la cita transcrita arriba, no es más que la expresión de la reducción del desarrollo teórico a la percepción sensorial, su reducción por tanto al empirismo. Y con este desliz lo único que se hace es dar pie a que el militarismo grite desesperado “queréis reducir la organización revolucionaria al espontaneísmo”.

Es importante por otro lado reconocer que X, plantea en el mismo lugar dos cuestiones que atañen al modo científico de comprender la teoría y su desarrollo. a. – La relación del desarrollo del discurso científico y el desarrollo de laucha revolucionaria está presente, la famosa “exterioridad” del militarismo no aparece pro ningún lado. En relación a este mismo punto, existe en el mismo documento un atisbo interesante al particularizar esa situación en relación a la etapa actual: “…no hemos elaborado esa teoría revolucionaria, y sólo hemos tratado de aplicar una política voluntarista, que se da con la ausencia misma de unidad de las masas”. Justamente se plantea como problema actual la existencia del período de dispersión teórico–político.

b) Se reconoce la necesaria unidad del proceso discursivo al hablar de su “homogeneidad”. Y por último hay un reconocimiento implícito del sujeto de desarrollo teórico: el proletariado.

Con relación a los problemas políticos, nos hemos topado con el reconocimiento de tres problemas fundamentales. El primero y del cual ya habíamos hablado al comentar en el inciso “b” del presente trabajo las posiciones de Genaro, referente al problema de la relación de la organización revolucionaria y el movimiento de masas.

El segundo sobre algunos problemas específicos que se desprenden del anterior: dirección, actividad políticamente adecuada, etc. Y el último, el reconocimiento de posiciones enemigas en el seno del movimiento de masas y la organización revolucionaria. Los tres existen como problemas reales del movimiento revolucionario, pero como veremos la aprehensión de ellos aún no logra ubicarlos en toda su magnitud en el lugar que les corresponde.

A) El compañero X, plantea en diversidad de formas el reconocimiento del problema de la relación de la organización con el movimiento de masas. Pero se escapan totalmente de su planteo las cuestiones particulares y específicas que nos permitirían abordarlo. El mismo compañero plantea el problema particular de la Dirección, pero como veremos también ha sido abordado equivocadamente. Veamos pues como se manifiesta lo primero: “La tarea central del movimiento revolucionario está en unirse con el pueblo, la tarea de integrarse con los obreros, campesinos y estudiantes, sólo de esa manera lo sabemos perfectamente, se podrá construir su vanguardia, su organización. Las masas construyen y se dan su vanguardia revolucionaria. Pero y luego? “Necesitamos unirnos”, “luchar junto con ellas”, “las masas hacen su historia si están dirigidas por sus vanguardia revolucionaria”, “se requiere de la teoría”, etc. Y de nuevo: ¿Qué caracteriza en la situación actual el desarrollo de tal unidad, de la construcción de la vanguardia, del desarrollo de la teoría, etc.? Es justamente en la ubicación de estos problemas específicos, de su conexión, de su desarrollo dialéctico, como se esclarecen las tareas y objetivos del movimiento revolucionario. El reconocimiento del problema es precisamente el resultado del desarrollo político alcanzado y del instinto de clase que a él corresponde, pero la organización revolucionaria no existe para repetirlos empíricamente, sino justamente para resolverlos al decir de Mao racional y prácticamente.
B) Al intentar abordar los problemas particulares que se desprenden del problema mencionado arriba, el compañero X reconoce que “ha aparecido una contradicción entre dirección y base”, y ésta es justamente una manifestación particular del problema de la relación de la organización revolucionaria y el movimiento de masas, sin embargo, los términos en que se plantea el problema son equívocos, veamos los enunciados:
1) Han aparecido “dos tendencia… cada una de ellas impugna métodos diferentes a conseguir objetivos similares (¡!)…”
2) “Cuando las tareas de dirección no corresponden a la práctica que la base desarrolla –encontramos una contradicción– que la dirección no ha sabido eso, dirigir.

A lo que nosotros comentaríamos: El primer enunciado quiere decir que la táctica no está determinada por la línea política, y en última instancia por los intereses de clase, lo cual evidentemente es falso y ya lo mostramos al ubicar las posiciones del militarismo. Los compañeros del documento “Carta al FORO” han partido precisamente del mismo equívoco. Y por otro lado, al no reconocer lo anterior, que en definitiva es el resultado de la aprehensión de los comportamientos políticos al margen de los intereses de clase que ahí se expresan –error en que nosotros habíamos caído hasta no hace mucho tiempo–; el problema de la dirección se ubica en la disyuntiva capacidad e incapacidad, pero en la medida en que ésta no está referida a la condición de desarrollo de la lucha de clases, esto es , el paso del sometimiento proletario a la dirección burguesa, a la construcción de la propia dirección de la propia dirección proletaria, sólo se atina a resolver el problema de la dirección moralmente: “necesitamos saber dirigir”. Pero esto posibilita el encubrimiento de las diferencias de clase que existen el ejercicio de la dirección, suplantándolas por la sola discusión de los aspectos formales de ejercicio de la misma, y sentando las bases para el desarrollo ambivalente y conciliatorio de la organización y la dirección que se pretende ejercer.

En el siguiente planteo el compañero F., se anota el desarrollo político orgánico de la clase, como necesaria construcción permanente de diversos modos de relación política, en el proceso de desarrollo de su propia política: “El proletariado empieza a luchar desde su nacimiento, primero lucha dentro de las limitaciones de dominación que la burguesía le impone: Ideología burguesa y organizaciones burguesas. A medida que se va desarrollando el capitalismo y sus clases, la dominada –proletariado–, va aumentando su ritmo de lucha y cambiando cualitativamente el carácter de la lucha, según sus necesidades; en esa medida van siendo frenados mas bruscamente sus intentos, cada organización que aparece en la lucha de clases “como proletaria”, y que no pasa la prueba que la clase le impone –satisfacer sus necesidades de lucha en forma ascendente– es descartada y rebasada, si esa organización persiste en dirigir a la clase se convierte en instrumento de opresión al servicio de la burguesía o desaparece”. Todo este enunciado nos parece una intuición dialéctica del desarrollo político de la lucha proletaria: la necesaria relatividad de sus formas y la absolutez de su desarrollo. Pero en el mismo documento nos encontramos con una incomprensión del carácter histórico del surgimiento de los grupos revolucionarios, en la medida en que se confunden las características del desarrollo de los grupos en el país, con los problemas que surgen de su retraso político. Para mostrarlo citaremos algunas partes del documento de F., en donde aparece tal confusión: “…los grupos armados urbanos (que están formados fuera de los alcances de la clase para dar una lucha en conjunto, pues la organización política de la clase es dominada y no puede conjugar su acción a la de los grupos armados ¿?), fueron golpeados y suspendieron actividades, la clase…/ no se sujetó/ … a sus limitaciones, sino que ha seguido luchando por su propia cuenta ya con el sello de radicalismo propio que los grupos armados le han dado”. “Un grupo armado, … estaba solo y contra todo el enemigo (sic), estaba formado fuera de los sectores y no representaba los intereses de ninguno (¡?), estaban representando los intereses de todo el proletariado abstractamente (¿?)… “A la hora de formar los grupos las condiciones de lucha no daban para más, era una necesidad de formarlos fuera…” etc.

c) En relación al reconocimiento de las posiciones enemigas, mostraremos dos índices claros. Por un lado F., ubica inicialmente el problema de la dirección burguesa en el seno del movimiento al plantear que: “La política que trata de enfrascar a las bases por la toma del poder de esas organizaciones –se refiere a los sindicatos centrales obreras y campesinas, federaciones estudiantiles, partidos políticos, etc.–; la lucha contra el charrísimo, lucha por el gobierno de las escuelas y “denuncias” de campesinos ante el presidente de los funcionarios del DAAC y latifundistas”, es justamente una política opuesta al proletariado. Por el otro lado X, reconoce el militarismo como una posición extraña al proletariado: “La unidad con las masas exige consecuencia con ellas, exige que la política delineada se oriente a ella, pero desde le punto de vista militar, desde el militarismo, no se ve a las masas como el tronco fundamental de organización revolucionaria, sino como colaboradores del “Ejército Revolucionario”.

Sin embargo y aún cuando el reconocimiento de ambas posiciones enemigas es un paso importante, éstas deben ser ubicadas con toda precisión en el contexto de la lucha de clases y su desarrollo, descubriendo los intereses que ahí se expresan y su función específica en la lucha de clases y su desarrollo, descubriendo los intereses que ahí se expresan, u su función específica en la lucha de clases. Locuaz evidentemente requiere de un análisis que va mucho más allá del mero reconocimiento de tales posiciones. Al ubicar el militarismo, hemos tratado de realizar precisamente este análisis.

Para terminar los comentarios a estos materiales, es importante anotar que en relación al aspecto militar se reconocen dos cuestiones fundamentales. La primera, los problemas militares que determinan el desarrollo del movimiento de masas y la segunda, los problemas que se refieren al desarrollo de la organización revolucionaria, como síntesis político–militar en su relación con el movimiento de masas. Es cierto, que también aquí, ambas cuestiones aparecen solo como problemas existentes, y que la manera de abordarlos impide su comprensión cabal. Por lo que su reconocimiento, no es sino el punto de partidas de un trabajo teórico a desarrollar.

F. reconoce el avance significativo del movimiento de masas en este aspecto, a pesar de que los militaristas claman constantemente que ellos son los sujetos de tal desarrollo. Nos dicen por ejemplo: “El gobierno reconoció que en la manifestación del MRM iría la base armada y reforzada por los grupos expropiatorios con ella…” Aunque se oscurece por otro lado la necesidad de transformación táctico militar, esto es, se desconocen las características peculiares del desarrollo dialéctico del aspecto militar. “La incidencia –de los grupos armados en la masa no determina la tendencia a desembarazarse de las organizaciones políticas burguesas sino es una manifestación de ésta. En estas condiciones, están sometidas a la prueba que la masa le impone a cualquier organización que pretende ser proletaria, y todas las demás organizaciones también están a prueba y a prueba constante, de esto se deriva cualquier organización que se promueva políticamente, debe estar dispuesta a satisfacer las necesidades de la lucha de la clase o a sufrir la pena de ser rebasad por ella…” Todo lo cual implica precisamente el descubrimiento y desarrollo de las tareas que el movimiento impone y la transformación orgánica que las hace posible; pero esto es lo que escapa del planteo, se descubre el problema pero no la solución. Esto queda absolutamente claro cuando se trata de aterrizar y señalar las tareas específicas para el actual período.

F. concluye su documento señalando lo que supone deben ser las tareas específicas, pero que en realidad no son sino tareas generales que aparecen como necesidades históricas. Los rasgos dialécticos del documento se atrofian en la medida en que las tareas no se ubican de frente a la condición actual de desarrollo y sus perspectivas. El vuelo alcanzado se reduce así a señalamientos abstractos. Para mostrarlo reproducimos algunos de esos puntos:
a) la necesidad de formación de la vanguardia. “Su actividad debe satisfacer las necesidades de la lucha de clases, los cuadros políticos deben encabezar los movimientos tomando posiciones radicales (?) Y desplazando las tendencias políticas que las bases ya no asimilan(?)…”
b) “Discusión rigurosa y científica con una visión del todo revolucionario…”
c) “Se considera fundamental la discusión para el deslinde de posiciones”…etc.

Pero lo importante, lo que debemos destacar es precisamente el carácter particular como estas necesidades se presentan en el momento actual y esto es lo que no se hace. Y para mostrar como también en otros pasajes aparece también la misma deficiencia, reproducimos a continuación dos citas tomadas del mismo documento.

“El proletariado… tiene necesidad objetivamente de revelarse contra el sistema, de tal manera que agarra parejo y sus manifestaci0ones son dirigidas contra todo el capital… Sus formas de manifestarse son determinadas por su grado de desarrollo (proceso de proletarización de sus organizaciones), / que también tienen que reconocerlas o desecharlas y organizarse proletaria mente… a medida que crece su manifestación –de rebelión– aparece el órgano político, o sea la organización. Se da el razonamiento anterior porque se puede confundir y pensar que la necesidad inmediata es crear el órgano político, y si no se consideran los otros puntos, la organización que se cree puede servir para todo menos para satisfacer la necesidad objetiva y canalizar correctamente la manifestación de rebelión convirtiéndola en una forma de lucha proletaria. “ “La organización de la masa debe estar basada en la forma de lucha que la clase propone, por medio de sus manifestaciones de atentado promoviendo esta tendencia y , debe chocar directamente con el sistema burgués de organización para que la burguesía no pueda utilizar en sus fines”. Habría que pasar sin embargo a la determinación específica de la política a desarrollar en los distintos destacamentos de la clase.
X., por su parte aporta los siguientes elementos:

a) Reconoce la organización revolucionaria como síntesis político–militar, en donde las tareas militares se subordinan a las políticas.
b) Reconoce el carácter espontáneo del desarrollo de los grupos armados en el período inmediato anterior del movimiento revolucionario mexicano.

Para mostrarlo la siguiente cita puede servir: “No se piense que la construcción del partido excluye la lucha armada, no, antes bien, su construcción exige su concurso, pero enmarcada dentro de la tarea de “crear la vanguardia de la clase obrera y el pueblo en general” y a ella debe converger su actividad. Cuando la lucha armada no tiene por objeto la organización, concientización y movilización de las masas, es espontánea y divorciada de ellas…La ausencia de teoría obliga al movimiento armado a caer en el inmediatismo, el espontaneísmo, en una de sus manifestaciones más graves, el militarismo”. Pero queda irresuelta la interrogante principal: ¿Cuáles son las necesidades militares particulares que el movimiento nos determina y cómo se inscriben en el desarrollo del partido revolucionario? A lo que concluiríamos con Mao: “Las leyes de la guerra constituyen un problema que debe estudiar y resolver quienquiera que dirija una guerra. Las leyes de la guerra revolucionaria constituyen un problema que debe estudiar y resolver quienquiera que dirija una guerra revolucionaria”. Y agregaríamos: Querer liquidar la dominación de la ideología burguesa en el seno de los organismos revolucionarios con ganas., conduce irremediablemente al empirismo.

¿Podemos o no concluir con lo analizado arriba, que el movimiento revolucionario y específicamente el proceso de construcción de la organización revolucionaria, está caracterizado hasta ahora por la existencia de un período de dispersión teórica y que además, está dominado por el empirismo en problemas de conocimiento? Pensamos definitivamente que sí. La manera como se plantea en el momento presente la ubicación del militarismo pequeño burgués, de las posiciones “demócratas”, y sobre todo y fundamentalmente el conjunto de problemas a resolver y desarrollar; corresponde precisamente por la ambivalencia de su contenido teórico–ideológico a un período de dispersión. Podemos afirmar sin lugar a dudas que las aprehensiones instintivas que se han ejercido sobre el desarrollo del movimiento revolucionario, la lucha de clases, etc., son precisamente el resultado de una aprehensión sensorial (INSTINTIVA) que corresponde al desarrollo espontáneo del movimiento de masas en general, y de la organización revolucionaria en particular. En esas condiciones, es decir, fundando el desarrollo político y por tanto los problemas estratégicos, tácticos y orgánicos en base a tales concepciones, el único resultado que podemos esperar es el inevitable retraso aún mayor de los organismos revolucionarios con respecto al movimiento de masas, y la “alianza” indeterminada con los demócratas y militaristas y objetivamente favorable a la burguesía. Aunque también es importante recalcar una vez más, que el desarrollo teórico necesario, no puede existir sin el desarrollo de las relaciones políticas más complejas, que de frente al estado actual del movimiento revolucionario están determinadas por el objetivo táctico de liquidación del período de dispersión política; y por el objetivo estratégico de construcción del modo de organización superior (PARTIDO). Y también, que ésta es precisamente la tarea fundamental, de tal manera que incluso las necesidades teóricas del movimiento revolucionario están determinadas por esta necesidad política. Más adelante retomaremos esta consideración.

Ya al analizar el proceso de desarrollo de la organización revolucionaria, constatábamos por un lado su retraso con respecto a las tareas que el movimiento de masas le impone, y por otro, las características particulares por las que se desarrolla en la presente etapa: período de dispersión política, como resultado de la ruptura con las organizaciones burguesas, y necesario período de deslinde de posiciones como condición para la liquidación del período de dispersión. Pues bien, ¿Es posible el deslinde de posiciones a partir exclusivamente del reconocimiento sensorial de las mismas? Pensamos que no, y la muestra más evidente la encontramos en el coqueteo tanto con las posiciones “demócratas” como con las “militaristas”, que se manifiesta en los materiales elaborados del invierno a la fecha. La percepción sensorial conduce por sí misma a la aprehensión empírica, vela necesariamente el desarrollo de la conexión interna, del proceso revolucionario, impide el ejercicio de lo que hemos llamado la capacidad de anticipación histórica, y que como tal, es el resultado de la aprehensión científica de las relaciones de producción, desarrollo por tanto de la teoría revolucionaria y también de la conciencia socialista de las masas. La inexistencia del desarrollo de la capacidad de anticipación históricas, posibilitará el fracaso del incipiente desarrollo de la política independiente proletaria, las “alianzas” que se desprenderían de esta situación conduciría a la construcción de un partido no proletario y en el actual momento a la reducción de tareas de la organización revolucionaria, preparando así el campo para la afirmación de la dirección “demócrata” en el seno del movimiento. Podemos hacer una afirmación respecto a los objetivos tácticos y estratégicos con respecto a la organización revolucionaria: sin desarrollo de la capacidad de anticipación histórica son imposibles la realización de la liquidación del período de dispersión de la organización revolucionaria, fundada en el necesario deslinde de posiciones y por otro lado, la realización de la acción políticamente adecuada para la liquidación de la dirección “demócrata” en el seno del movimiento; y más allá, esto es respecto a los objetivos estratégicos, la construcción del modo de organización superior (Partido) y el necesario sometimiento de los intereses particulares a los intereses generales.

Podemos resumir todo lo anterior especificando el objeto teórico–político de la lucha teórica e ideológica en la actual etapa de desarrollo del movimiento revolucionario. La necesidad de construcción de la estrategia y táctica de la revolución socialista en México, y más acá, la necesidad de determinación del ¿Qué hacer? Específico en la presente etapa, determinan a la teoría revolucionaria un doble objeto:

PRIMERO: El necesario reconocimiento de la formación social mex8cana en la etapa imperialista del capitalismo. (Trabajo teórico aún no desarrollado y, por lo demás, inaplazable, en otro lugar trataremos de dar cuenta de las principales interrogantes que se plantean en relación a tal objeto).

SEGUNDO: El reconocimiento del estado actual de la lucha de clases en el país, y de las características del desarrollo del proceso revolucionario mexicano. (El presente trabajo ha intentado aunque todavía de manera incompleta, tal como lo habíamos advertido en un inicio tomar como objeto propio esto).

Por otro lado el incipiente desarrollo de la organización revolucionaria del proletariado, de frente por un lado a la necesidad de construcción de su dirección y por otro de la liquidación de la dirección “demócrata” en el seno del movimiento y también, al estado actual de dispersión teórica–política de la organización revolucionaria en desarrollo determinan a la laucha ideológica un doble objeto:

Primero: en relación al movimiento de masas en general, la ubicación de la posición de clase de los “demócratas”; la necesidad por tanto de una lucha implacable contra el oportunismo “demócrata”, en el seno del proletariado.

Segundo: en relación a la organización revolucionaria y su desarrollo, y como necesidad que se desprende del objetivo táctico de la liquidación del periodo de dispersión teórico–político, por un lado la lucha implacable contra el militarismo pequeño burgués y por otro, la liquidación de nuestra herencia “demócrata” pasada y por tanto, la superación del empirismo en problemas de conocimiento.

Queda claro pues, que también las características de la lucha teórico ideológica tienen una manera específica de inscribirse en el actual estado de desarrollo de la lucha, y que no basta por tanto repetir abstractamente cosas como las siguientes: “Es necesario la lucha ideológica”, etc. “es necesario el desarrollo de la teoría”, “es necesaria la discusión”, etc., etc. Si la determinación de los objetos a los que hemos arribado es correcta, la determinación de las tareas que de ahí se desprenden podría analizarse de la siguiente forma:

d. – De las tares que se desprenden de lo anterior:

d.1. – ¿A qué herencia tenemos que renunciar?

A nuestras concepciones anteriores en general, dominadas por la ideología burguesa, el empirismo en problemas de conocimiento, el “marxismo” oficial y “demócrata” en problemas políticos. Pero, ¿Cuál es el estado actual de la formación teórica de los elementos más destacados de la clase y de la mayor parte de los militantes de los organismos revolucionarios? Un embrollo ideológico dominado por la ideología burguesa, salpicado de “conocimientos” marxistas sobre problemas políticos, resultado de la educación manualista diseñada para descomponer la teoría revolucionaria. En general el desconocimiento de los textos clásicos es casi nulo, o en todo caso atrozmente parcializado, reducido y codificado… “El Capital”, por ejemplo, ha pasado a ser prácticamente una pieza arqueológica de museo, otro tanto ha pasado a ser con los textos políticos de Marx, etc..

Ya antes habíamos anotado la ausencia de una propaganda y agitación proletarias en el seno del movimiento capaz de oponerse a la propaganda y agitación desplegadas por la burguesía a través de las posiciones demócratas. Ahora bien: ¿Es posible realizar una propaganda y agitación proletaria fundad en ese estado de desarrollo teórico? No. Inevitablemente se confundiría con la agitación y propaganda desplegada por nuestros enemigos se reduciría a señalamientos morales sobre el “¿Qué hacer? Revolucionario: “La necesidad de la lucha armada” “La necesidad de organizarse”, etc. Pero los resultados de tal propaganda y agitación son a estas alturas evidentes como para no preocuparse por el problema.

LIQUIDAR LA DOMINACION DEMOCRATA EN EL SENO DEL MIVIMIENTO DE MASAS, IMPONER LA NECESIDAD DE DESARROLLO DE LA AGITACION Y PROPAGANDA PROLETARIAS FUNDADAS CIENTIFICAMENTE; LIQUIDAR EL PERIODO DE DISPERSION TEORICA IMNPONE LA NECESIDAD DEL DESARROLLO DE LA TOERIA REVOLUCIONARIA.

El objeto de ambas cuestiones ha sido particularizado arriba. Ambas determinan y condicionan la posibilidad de ampliación de las tareas del movimiento revolucionario, en este sentido son también OBJETIVOS TACTICOS de la organización revolucionaria en el actual periodo. Objetivos particulares que se desprenden de los objetivos tácticos generales y que están en correspondencia con ellos, nos referimos a los objetivos políticos a que hemos hecho referencia en la segunda parte de este trabajo.

Históricamente las posibilidades están dadas, subjetivamente esta capacidad ha sido mostrada: a) en el desarrollo de la discusión política en el seno de los organismos revolucionarios a partir de los acontecimientos de invierno, b) por el desarrollo del instinto de clase y de las condiciones objetivas para la aprehensión de los objetivos propios de clase en el seno del movimiento de masas, c) en la incipiente construcción de una agitación fundada científicamente.
[6]


d.2. – Sobre el carácter particular de la agitación y de la propaganda.

Abordaremos en forma breve y con el propósito de sentar las bases de una futura planeación, dos problemas relacionados con esto: a) la necesaria construcción y desarrollo de la prensa revolucionaria, para el desarrollo continuo de las tareas de propaganda. B) El necesario despliegue de la agitación en el seno del movimiento, y el desarrollo de la agitación armada.

a) Sobre la prensa revolucionaria:

Es claro que abordar el problema de la prensa revolucionaria desde el punto de vista formal, no nos conduce a ningún lado, o en todo caso a algo que precisamente no será prensa revolucionaria. No podemos plantear su necesidad de una manera general, como tampoco podríamos contentarnos con reducirla a una planeación más o menos burocrática. Tampoco el problema técnico, que por lo demás nadie duda que tendrá que ser resuelto adecuadamente, puede solucionar el problema de la elaboración de la propaganda a realizar, ya que en última instancia tienen que corresponder con los objetivos tácticos del movimiento revolucionario en la presente etapa.

El problema de la prensa revolucionaria está determinado por las características objetivas de la propaganda a realizar (fundamentalmente su contenido) y que el movimiento requiere. Pero al problema de su creación y desarrollo le antecede otro problema: ¿de dónde surgirá el material adecuado para ejercer la propaganda necesaria al desarrollo de movimiento? Esto nos conduce al problema de desarrollo de la discusión política en el seno de los organismos revolucionarios. Pero, ¿cuál es en estos momentos el carácter dominante de la discusión que se desarrolla?. En términos generales una discusión formal y más o menos burocrática, en donde los problemas específicamente proletarios se embrollan con la ideología burguesa, o lo que es lo mismo una discusión que no parte concientemente del objeto de conocimiento que la determina la clase a la cual pretende representar, y que por lo mismo, se confunde con los objetos del discurso ideológico burgués. En estas condiciones, la necesidad de desarrollo de la propaganda revolucionaria fundada científicamente nos conduce, no sólo a la necesidad abstracta de la teoría, sino de manera particular al problema de la transformación interna de las relaciones en el seno de la organización, lo que hemos llamado en su propia transformación cualitativa.

¿ Cómo se ha planteado hasta ahora de manera dominante el problema del desarrollo de la discusión política proceso educativo de la conciencia socialista militante y base del desarrollo político, en el seno de las organizaciones ?. Como un problema que se desprende de las relaciones formales que se establecen entre la dirección y la base. Pero justamente hemos demostrado que este problema es el resultado de una inadecuación teórico–político–orgánico de las organizaciones con respecto al movimiento, y que en su solución supone la transformación cualitativa de la organización (a través de la ampliación de las tareas que asume y la realización de aquéllas que le asigna el movimiento); de tal manera, que la raíz del problema (a conocer y resolver) que el desarrollo del movimiento revolucionario en su conjunto nos va imponiendo. La prensa revolucionaria no puede surgir pues, sino de la determinación del objeto mismo de la discusión objeto que por lo demás difiere dependiendo de las distintas etapas de desarrollo del movimiento, y del desarrollo de la lucha teórico–ideológica (determinadas por su objeto) que se realiza en relación a los objetivos políticos que la clase nos va imponiendo. (Por esto era importante dar cuenta de tal objeto). Por lo demás, sin desarrollo político (desarrollo de las relaciones y de las formas orgánicas) no puede darse el desarrollo de la prensa revolucionaria.

Las cosas se encadenan pues de la siguiente forma: (También aquí existen un conjunto de mediaciones que no pueden ser eliminadas):
a) Las necesidades políticas imponen el desarrollo de una propaganda particular, de la cual hemos tratado de dar cuenta.
b) Esta no se desarrolla sin la ubicación de la problemática del movimiento revolucionario, o lo que es lo mismo, sin la determinación del objeto teórico que corresponde resolver a la teoría de vanguardia.
c) La discusión (expresión desigual del “cerebro pensante” actuando) está determinada por tal objeto, su desarrollo por la transformación de las relaciones internas en el seno de la organización y la aceptación de las “nuevas tareas”.
d) Y por último, su resultado, el material propagandístico, es la expresión del trabajo desarrollado por el “cerebro pensante” (discusión) cuyo producto es un “concretum” de pensamiento (que se expresa en el material propagandístico), y que ejerce la función que el movimiento le había impuesto.

Olvidar este desarrollo nos conduciría a elaborar una prensa que sería, o bien la republicación de algún material clásico, o en el peor de los casos una propaganda no revolucionaria dominada por la ideología burguesa.

Particularizando aún más. La prensa revolucionaria se desarrolla a partir de la discusión al objeto de conocimiento científico especificado por las determinaciones y necesidades de la clase ( de tal objeto hemos tratado de dar cuenta en el presente trabajo y que además, ha sido reconocido por diversidad de revolucionarios), su desarrollo es la expresión de la aceptación de la condición de sujeto de desarrollo teórico y de la transformación de las relaciones orgánicas (las discusiones posteriores al invierno del 71–72 y los deslindes realizados son una muestra de su desarrollo), su resultado en gestación tendrá que ser la prensa revolucionaria (existe embrionariamente en los materiales apreciados en los últimos meses).

Pero hasta ahí, sólo hemos planteado el problema del desarrollo del material propagandístico. Queda aún por particularizar el carácter de la propaganda misma, esto es, la solución a la pregunta: ¿A quién debe dirigirse la prensa revolucionaria y cómo debe dirigirse? Nuestra reapuesta tiene que surgir también, obviamente de las características actuales de la organización, de las necesidades que plantea el movimiento y de los objetivos tácticos que todo esto determina.

Sin volver a insistir en lo anterior, diremos que la prensa revolucionaria debe estar dirigida por un lado, a la diversidad de grupos revolucionarios que constituyen el embrión de la organización superior del proletariado en el país, y por el otro, a los elementos más destacados de la clase en desarrollo creciente. Hasta ahora no sólo el contenido de la propaganda ha venido siendo en alguna medida inadecuada, tal como lo hemos demostrado, sino que su divulgación ha sido eminentemente artesanal. Cada organización realiza esfuerzos particulares más o menos sistemáticos o más o menos profundos.

Y aún cuando esto fue inevitable por las condiciones de dispersión en que se desarrolla la organización revolucionaria, ese mismo carácter posibilita el desarrollo de la dispersión misma. La liquidación del período de dispersión supone además del desarrollo de las relaciones políticas, la unificación creciente en lo referente a los problemas tácticos y estratégicos de la revolución socialista en la presente etapa. Un órgano propagandístico colectivo (que por supuesto supone el desarrollo de las relaciones políticas) es necesariamente uno de los instrumentos de liquidación del periodo de dispersión. Su construcción se hace inaplazable como una tarea más de la organización revolucionaria.

b) Sobre la agitación revolucionaria.

En relación a este problema nos topamos por un lado con la casi total ausencia de agitación proletaria fundada científicamente; habíamos ya hecho mención a la manera como se confunde en el seno del movimiento la agitación desplegada por los “demócratas”, con la desplegada por los organismos revolucionarios; por el otro lado, el carácter marcadamente unilateral de las acciones armadas. Lo primero nos remite al problema de transformación del carácter y contenido de la agitación, lo segundo, al problema de la reducción de las tareas militares a los núcleos guerrilleros. La solución al primero supone el desarrollo de la lucha teórica e ideológica, determinado por las circunstancias a las que hemos hecho referencia, la solución al segundo, al desarrollo orgánico capaz de ejercer las tareas de agitación como acciones política y militarmente adecuadas. (Problema al que nos referimos en el inciso “B” del presente trabajo).

Baste señalar por último, que así como el carácter de la propaganda requiere de un órgano colectivo que unifique los criterios tácticos en relación al proceso revolucionario en la presente etapa; el carácter de la agitación, en la medida que está ligado a las necesidades más generales del movimiento, requiere de las más diversas y variadas formas para su realización. El 10 de junio del 72 ha sido una demostración de la manera como a través de la transformación táctico militar de la movilización de masas, se puede ganar el terreno en el cual se ejerce la agitación. La organización revolucionaria no sólo está obligada a ejercer dirección en ese conjunto de transformaciones, sino también a crear las acciones político–militares necesarias más variadas para su ejercicio. Es obvio por lo demás, que el carácter particular de las mismas no puede abordarse en un trabajo de la naturaleza de éste.




Notas:

[1] La totalidad de documentos que aquí se analizan son de reciente elaboración. En el desarrollo de esta parte, haremos también un conjunto de referencias más o menos largas a ellos incluyendo en el material algunas citas extensas. La razón que nos anima a hacerlo así, es similar a la que comentamos con respecto a los últimos materiales de Raúl, por un lado es posible que tales documentos no sean conocidos por muchos de los lectores, por el otro, las conclusiones que aquí se sacan no están desligadas de tales materiales, por el contrario pensamos que a través de ellos hemos ido clarificando muchos de los puntos a desarrollar. Podemos afirmar sin lugar a dudas, que existen en los señalamientos que aquí se hacen el resultado de una discusión colectiva.
[2] Genaro ya en el 68 había advertido al movimiento estudiantil de las consecuencias que tendría la aceptación de la dirección del PCM.
[3] “El período de formación de los grupos sólo puede comprenderse cuando se analiza cómo en el período que contiene el proceso de formación de los grupos revolucionarios, los grupos armados deben su formación a dos factores: uno, el desarrollo de las luchas del movimiento de masas dio en la década 58-68; el otro, el proceso de descomposición de las organizaciones burguesas que dominaban en mayor o menor grado el movimiento de masas” (G).
[4] F. : “Recopilación y amplificación de ideas sobre el estado actual del movimiento”. Nos tomamos la libertad de hacer algunas correcciones de redacción sin alterar por lo demás lo expresado en el texto original. En general lo haremos al citar el documento anotado. Todas las citas del compañero F. están tomadas del mismo documento.
[5] X: “En torno a dos concepciones” Todas las citas del compañero X están tomadas del mismo documento.
[6] Madera ha tratado de inscribirse en relación a estas necesidades aparte de algunos elementos para su desarrollo, siempre nos pareció insuficiente y demagógico hablar de la necesidad de desarrollo de la Teoría Revolucionaria, sin intentar aportar algunos elementos para su realización.

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